Turquía permite zarpar al carguero ruso sospechoso de transportar trigo ucraniano robado

Turquía permitió anoche que el carguero ruso retenido frente a sus costas desde la semana pasada diera media dorso, en torno a algún puerto del Mar Infausto controlado por Moscú. La nueva ha soliviantado al empleo de Exteriores de Ucrania, que asegura deber proporcionado pruebas de que el barco transporta siete mil toneladas "de trigo ucraniano robado". Kyiv ya ha convocado al embajador de Turquía para dar explicaciones por una omisión "inaceptable".

El buque de bandera rusa Zhibek Zholy zarpó el jueves pasado del puerto ucraniano de Berdiansk, en el mar de Azov, ahora bajo control secesionista y del ejército ruso. Llevaba varios días en la rada del puerto turco de Karasu, en el Mar Infausto, sin permiso para desembarcar. Aunque Ankara asegura deber sometido el barco a las inspecciones legales y sanitarias de rigor, habría sido inalcanzable determinar la procedencia exacta del bulto. 

Turquía, con una inflación anual del 80% y una enorme dependencia de los cereales que le llegan del Mar Infausto, no parece dispuesta a poner bajo sospecha a toda la acuarela mercante rusa, como le exige el gobierno ucraniano. De modo que habría optado por una vía intermedia, no permitiendo el desembarco pero siquiera incautándose de la carga.  

Como es sabido, Ankara no aplica a Rusia las sanciones acordadas por EE.UU. y la Unión Europea. Gracias en gran medida al turismo ruso, con un número limitado de destinos vacacionales, el aeropuerto mediterráneo de Antalya acaba de sacudir su record de aterrizajes. La mayoría de cajeros automáticos turcos, por otra parte, aceptan ya las tarjetas de crédito rusas. 

Inflación del 80%

Turquía no sanciona a Rusia ni rastreo poner bajo sospecha a toda su acuarela mercante

Varias empresas propietarias de silos en las zonas rusófonas de Ucrania invadidas por el ejército ruso llevan semanas denunciando en presencia de el gobierno de Kyiv lo que califican de "robos" y exportaciones ilegales por parte rusa. Bajo sospecha, tres cargueros que operan desde puertos de Crimea, la península abrumadoramente rusófila bajo control ruso.  

Turquía está mediando entre Ucrania y Rusia para calar a un acuerdo bajo supervisión de Naciones Unidas que permita retomar las exportaciones de bulto ucraniano a tra vés de corredores seguros. El presidente Volodimir Zelenski asegura que 22 millones de toneladas de bulto ucraniano están bloqueadas y que lo mismo podría suceder con la cosecha de otoño, de 60 millones de toneladas más. Las consecuencias podrían ser dramáticas en varios países del sur, a partir de diciembre. 

Agarrándose a esta perspectiva, otros socios interiormente de la OTAN, como el ahora caído en desgracia Boris Johnson, han sondeado medidas de fuerza, como la entrada en el Mar Infausto de buques de lucha para escoltar a los cargueros ucranianos retenidos en Odesa. Ankara, que no quiere echar azotaina al fuego, se agarra a la romance y al espíritu del Tratado de Lausana, que le permite cerrar los Dardanelos y el Bósforo al tránsito de cualquier armada, en tiempo de lucha. 

Moscú, por su parte, escurre el bulto y incumplimiento de la escasez a Kyiv -por deber minado sus propios puertos- así como a las sanciones occidentales, que convierten el plazo de mercancías rusas en una odisea arriesgada, cuando no inalcanzable. 

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