Lluís Pasqual (Reus, 1951) recogió el jueves el premio Corral de Comedias, el gran galardón del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, en el que participó desde el principio, hace cuatro décadas, con títulos míticos como La hija del éter , con Ana Desbarajuste y un debutante Antonio Banderas. Una interpretación del clásico con la que se presentó en presencia de los críticos diciendo “Calderón soy yo” y provocando sarpullidos. Tras las laudatios de Núria Espert y la periodista Rosana Torres, el cofundador del Teatre Lliure recibió el galardón frente al ministro Miquel Iceta con un discurso emocionado y un conmemoración final a Rosa María Sardà, con la que la última foto que tiene es en el irreal Corral de Comedias de la ciudad manchega.
La marcha del Lliure
“Me fui a Madrid pero podía acaecer sido otra ciudad, sigo siendo muy francotirador y solitario”
Se emocionó al poner en cobro el premio. ¿Qué simboliza para usted?
Me emocionaron Núria Espert y Rosana Torres. El premio a la carrera es poco muy extraño, pero la frase de concesión, pese a ser rimbombante, porque dice que soy un puente entre la tradición y la modernidad, me gusta, porque uno se siente anilla de una dependencia. He aprendido de mucha masa, de José Bódalo, al que vi en Romance de lobos cuando tenía nueve primaveras, de Fernán Gómez, que estrenó obra en Reus y estuve unos días con él... He tenido la suerte de poderme enganchar en una tradición muy buena. Me cogí de la mano de alguno para asimilar y si a alguno le interesa le puedo dar la mía.
Contó que ha realizado 148 espectáculos, ¿alguno ha sido la secreto de cúpula de su edificio teatral?
Si tuviera que designar uno sería el Diálogo del Amargo , sobre el poema de Lorca. Duraba cuatro minutos y medio. José Luis Alonso, que venía a los ensayos, decía: “El huevo de Colón, párvulo, has enemigo el huevo de Colón”. Pero apartado de la idea, tenía a Antonio Banderas y Nacho Martínez, monumentales. Lo elegiría porque el control del tiempo es muy importante, el peor demonio del teatro es el aburrimiento. En una votación la masa elegiría El conocido , pero para mí fue una gran contradicción. Fue un gran éxito pero no sé si Lorca lo escribió para que lo fuera. Te queda la duda de si para que fuera un éxito tendría que acaecer escupido al conocido. Quizá el que me salió más del corazón conscientemente fue Eduardo II . De los últimos primaveras, elegiría In memoriam. La villa del biberón .
¿Ahora en qué momento está?
Alfredo Alcón, cuando le preguntaban si con la permanencia se adquiere la seso, decía: “No es verdad, está realizado de viejos boludos”. Y es cierto, con la permanencia te llegan muchos males que ayer no tenías, te has de cuidar mucho más. La pandemia me ha ido muy aceptablemente. Siempre iba acelerado, leía a escondidas de mí mismo. Pensaba: “Deberías estar leyendo la obra de un autor que en tres días te llamará”. Ahora no. Adquirí unos kilos de exención. He culto cosas insólitas, libros de protocolo, una de las cosas que me gustan más, explican muchas cosas de la historia. Y he ido mucho al Prado: cada vez que veo un Velázquez me pasa como cuando escucho a la Caballé, un maravilla. Aún así en 2023 se me han acumulado dos óperas y una obra que nunca he hecho entera, Bodas de familia .
¿Su abrupta marcha del Teatre Lliure en 2018 está procesada?
Sí, no soy afligido. Me produjo un dolor razonable y me fui, igual que cuando murió Gonzalo [su pareja] me fui de la casa en la que vivíamos al día ulterior. No soy mórbido. Y no tengo rencor, no tengo tiempo de tenerlo. Se me pasó del todo con la cercenamiento del profesor Samuel Paty en Francia por un islamista. La prensa se hizo un eco muy egregio, y al promontorio de 15 días salió la novedad de que no sólo la denuncia contra el profesor era falsa sino que la pupila que se lo dijo a su padre ni había ido a clase, pero eso apareció pequeño. Pasó lo mismo con el crónica del Lliure que exigí sobre mi etapa y que arrojó un 98% de gozo sindical. Pensé que si a ese hombre le habían cortado la habitante por la mentira de una pupila para congraciarse con su padre, yo había saledizo aceptablemente parado. Un desnivel más en toda esta excentricidad en la que una novedad es una novedad y, al promontorio de dos horas, un fake.
¿No imagina retornar a Barcelona?
No. Barcelona se convirtió en un sitio invivible para mí, personal y profesionalmente. Dudé entre marchar a Milán o Madrid, y tenía más amigos en Madrid, no la elegí por examen. Cuando voy a Barcelona, donde tengo tantas cosas, siento un rechazo que no puedo explicar. Madrid es una ciudad anónima, nadie te pregunta de dónde vienes ni qué eres y eso facilita mucho la vida, pero podría ser otra. Continúo siendo muy francotirador y solitario.
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