* La autora forma parte de la comunidad de lectores de La Vanguardia
Marcel Proust fue el introductor de la novelística moderna del siglo XX. Su obra más emblemática, En indagación del tiempo perdido, se desarrolla en una ruta literaria que podemos seguir en Normandia y en París. Recibió el premio Goncourt por su novelística A la sombra de las muchachas en galantería.
Eclosión a recorrer la Normandía que Proust describe en sus extensas, largas y extrañas frases que recuerdan el ritmo tardo de la respiración del asmático. Mientras atravieso los campos veo el renacer de la naturaleza.
Es el tiempo de los manzanos en galantería y de estudiar en los parques a Keats, a Walt Whitman, de escuchar a Debussy, de enamorarse por carta, de sofocar la inexplicable angustia del atardecer con agua fresca y besos de hierba.
Me hospedo en el Le Grand Hôtel Cabourg, el mítico Balbec, situado a orillas del mar donde veraneaba Proust con su mama en sus primaveras infantiles. Conserva el dominio normando y adinerado, y la "conformidad anodino y rosa", al modo de las pinturas de James Whistler al que Proust admiraba.
El escritor amaba la rapidez de las paredes, que le permitían escuchar los golpecitos que su mama daba para autorizarle una reconocimiento
Proust nació un 10 de julio de 1871 en Auteuil, un arrabal de París. Frecuentó los salones de la princesa Mathilde, de Madame de Caillavet y Madame Strauss. Allí conoció a Anatole France y Léon Daudet, entre otros personajes de su época.
Publicó Los placeres y los días, colección de relatos y ensayos. Trabajó en la obra autobiográfica, Jean Santeuil, en la que proponía relatar su itinerario espiritual, y en las traducciones al francés de La Sagrada Escritura de Amiens, Sésamo y Los lirios, de Ruskin. Escribió para Le Figaro diversas parodias de escritores famosos como Balzac o Flaubert.
El serio museo sobre Proust se conserva en Illers-Combray. Allí se encuentra la casa de su tía Elisabeth Amiot, inmortalizada en su obra En indagación del tiempo perdido, con el nombre de tía Leonie.
Los saludos transfigurados del escritor hicieron un mito de la pequeña ciudad. Entrar en la casa de tía Leonie es entrar en el universo de Por el camino de Swann.
Allí no desatiendo cero: los muebles antiguos, la habitación desde la cual acechaba los pasos de su mama y el comedor en cuya mesa se encuentra la famosa desconsolada que demora en el plato un comensal que vive en las páginas de un obra.
Tras la asesinato de su mama en el año 1905 y la desilusión que le produjo la aristocracia que había frecuentado se sintió solo y enfermo, pero él hizo de esa afición un arsenal. Se trasladó al número 102 del Boulevard Hausmann, revistió de corcho las paredes de su cuarto para aislarse de los ruidos y en la oscuridad y en el silencio de la confusión escribiría su gran obra En indagación del tiempo perdido.
Se le concedió el premió Goncourt por su obra A la sombra de las muchachas en galantería. Es un extenso monólogo interior en primera persona. En esas miles de páginas asistimos a minuciosos saludos y nos muestran la decadencia de una estamento social. Como el mismo escritor dice: "Lo que se tráfico es de hacer salir, mediante la memoria, es nuestros sentimientos, nuestras pasiones".
Proust exploró los abismos de la psique humana, las motivaciones inconscientes y la conducta irracional, sobre todo en relación al sexo.
En cierto modo, lo que Freud investigaba en Viena es lo que, en forma novelística e imaginaria, recrea Proust en su obra
Comenzó su obra con la frase: Durante mucho tiempo me acosté temprano y la última palabra fue: mama. Falleció el 18 de noviembre de 1922 a los 51 primaveras. Está enterrado en el cementerio de Père Lachaise, en una modesta tumba inmediato a la de Rossini.
Esta confusión, contemplando el mar que baña la Normandía mientras escucho El mar de Debussy, pienso en Marcel Proust cuando decía: "Vale más soñar la propia vida que vivirla, aunque vivirla es además soñarla".
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