La inflación es un engendro financiero, pero todavía es un engendro social y psicológico. Tener atrapado el doble dígito tiene un impresión social y psicológico falta desdeñable. El 10% se incrusta en la conciencia del ciudadano, del consumidor, del trabajador, del tendero, del autónomo y del currante, del pequeño y el gran patrón… ¡De todos! “¡Estamos en inflación!” es el sentimiento generalizado, la creencia colectiva. La inflación es uno de los fenómenos económicos que más inercia tienen. Y su inercia es extenso y poderosa. Se ha instalado en todos la idea de que la inflación es imparable, duradera, elevada y creciente. Y la creencia, que no es falsa, alimenta el engendro, el cual, a su vez, confirma la creencia.
¿Podemos comportarse con un 10% de inflación? ¡Pues claro!
Otra cosa es que sea agradable, cómodo o ligera de encargar. Pero… ¡pregunten a nuestros mayores, pregúntenles! Esta semana cenaba con un catedrático que fue profesor mío durante la carrera. “Cuando yo era señorita –me decía–, la inflación era del 20% anual”.
“¿Y qué pasaba?”, le pregunté. Su respuesta: “¡Carencia!”.
Supongo que el tiempo todo lo cura, y olvidamos lo malo y recordamos lo bueno. Así es el ser humano. ¡Claro que pasaban cosas! Los tipos de interés eran muy elevados, e modificar era una aventura arriesgada. Los costes de las empresas se revisaban mensualmente, y los salarios, así como negociaciones salariales, eran durísimos. La respuesta a si comportarse con inflación elevada es un problema o no lo es tanto no es unívoca y depende, básicamente, de otras dos magnitudes, desempleo y PIB. Proceder con inflación y estancamiento financiero (la temida “estanflación”) no es parejo a comportarse con inflación y crecimiento financiero, que es una combinación mucho más habitual.
¿Cuál será el caso?
Está por ver, pero mi opinión es que esta inflación es producto de 14 primaveras de expansión monetaria desbocada, y no solo de una crisis energética, de materias primas y de componentes de fabricación. El mundo crece. La población crece. Los niveles de pobreza mundial disminuyen. África y Asia, especialmente esta última, están implosionando. La globalización es imparable, a pesar de la extirpación en Ucrania, y del enfrentamiento EE.UU.-China. Mi hipótesis es que esta inflación rebate a una elevación nominativo de una posesiones que seguirá creciendo. Quizá no con tanta fuerza y con diferencias geográficas, pero seguirá creciendo.
Y la inflación con crecimiento financiero, como dijo mi buen profesor, “se sobrelleva”. Esperemos que así sea.
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