¿Cuáles son las bajas rusas en Ucrania?

La extirpación media desde 1816 se ha cobrado unas 50 muertes diarias en el campo de batalla. La extirpación de Rusia en Ucrania es mucho más sangrienta. Según han claro en los últimos días el director de la CIA Bill Burns, el jerarca del MI6 Richard Moore y el jerarca del servicio de inteligencia extranjero de Estonia Mikk Marran, desde el 24 de febrero han muerto unos 15.000 rusos, una media de más de 100 al día. Los funcionarios ucranianos afirman que su propia tasa de bajas ha sido de modo fresco similar y a veces muy superior. "Mi pronóstico es que la extirpación superará la letalidad de otras grandes guerras europeas no mundiales, como la franco-prusiana de 1870-1871", dice Paul Poast, de la Universidad de Chicago. Ahora correctamente, ¿cómo se calculan las cifras de bajas?

Las bajas militares se dividen en dos categorías principales: los muertos en combate y los heridos en combate, algunos de los cuales mueren más tarde. Quienes son capturados y pasan a ser prisioneros de extirpación y quienes desaparecen se cuentan por separado. Algunas estimaciones de las bajas rusas en Ucrania sólo incluyen al personal del ejército. Otras incluyen a las fuerzas de la Rosgvárdia (la Patrulla Franquista), el FSB (el principal sucesor del KGB) y otros regulares no pertenecientes al ejército, como las Tropas Aerotransportadas (VDV) que resultaron diezmadas en la primera grado del conflicto. Por otra parte, algunas cuentan los combatientes de las milicias respaldadas por Rusia de las repúblicas populares de Lugansk y Donetsk (dos gobiernos títeres establecidos en el este de Ucrania) que han reclutado a un gran número de residentes locales. Éstos, contiguo con los mercenarios rusos, han participado en la mayoría de los intensos combates de los últimos meses.

¿Cuáles son las bajas rusas en Ucrania?

Soldados rusos en Mariúpol (AP Photo)

Datos confusos

Oeste cree que Putin no recibe una información completa sobre lo mal que va la extirpación

Según afirma una fuente informada, los funcionarios estadounidenses calculan que en total, en las tres categorías, han muerto entre 15.000 y 20.000 rusos desde que comenzó la extirpación el 24 de febrero. El 29 de junio, el ministro de Defensa britano Ben Wallace dijo que habían muerto 25.000 rusos. En efectividad, Burns citó el coto inferior de la estimación estadounidense; y Wallace, el coto superior de la suya. El recuento de Ucrania es de 38.500 muertos hasta el 19 de julio, aunque el país tiene un aliciente obvio para ofrecer la guarismo más reincorporación posible. El 19 de julio, el ministro de Defensa ucraniano Oleksii Réznikov afirmó de forma poco factible que, sólo en las batallas de Severodonetsk y Lisichansk, habían muerto 11.000 rusos.

La disparidad de las cifras refleja el hecho de que estimar las bajas de otro país supone inevitablemente hacer conjeturas. "No es una ciencia precisa", dice un funcionario occidental. Los detalles de esas estimaciones suelen ser clasificados, aunque los analistas tienen varios medios a su disposición. Uno de ellos consiste en explotar las estimaciones rusas recurriendo a información secreta, como los agentes infiltrados en el seno del gobierno ruso o las comunicaciones interceptadas en las que las unidades rusas describen sus bajas. Sin requisa, esos datos pueden estar distorsionados: los funcionarios occidentales creen que el propio Putin no recibe una información completa sobre lo mal que discurre su extirpación.

Otra opción consiste en probar en los "informes de contactos" ucranianos de esas mismas batallas, aunque es poco más difícil cuando gran parte de los combates se realizan fuera del luces visual de la artillería y no son combates de infantería. La tercera es inferir las bajas a partir del equipo destruido, que puede observarse en múltiples fuentes (desde las redes sociales hasta las imágenes por secuaz) y del conocimiento previo de cuántos rusos suelen tripular un transporte concreto o formar un determinado tipo de mecanismo. Independientemente de cómo se realicen los cálculos, lo que está claro es que las "barras de error" son amplias y reflejan una incertidumbre considerable.

Resistir a cifras de heridos es aun más difícil. No deja de ser un asunto esencial, puesto que la efectividad de un ejército no depende de cuántos soldados mueren, sino de cuántos están fuera de combate. En parte, se puede enterarse observando los hospitales de campaña, las reservas de parentesco y otros indicadores de la actividad médica. Sin requisa, por lo universal, los analistas deben realizar inferencias partiendo de la pulvínulo de que el número de heridos mantiene una proporción más o menos predecible con respecto al número de muertos.

Ahora correctamente, ¿qué proporción nominar? En la primera y segunda guerras mundiales, la proporción media del ejército estadounidense superó sutilmente el 3 a 1 (es sostener, tres heridos por cada muerto), según las cifras recopiladas por el Instituto Dupuy, que recoge datos históricos sobre las guerras. Sin requisa, posteriormente la situación cambió. Una investigación realizada por Tanisha Fazal de la Universidad de Minnesota muestra que la proporción entre heridos y muertos se disparó en el período de posguerra (véase el expresivo) porque los soldados iban a la extirpación mucho más sanos, disponían de mejores equipos de protección, eran evacuados más rápidamente si resultaban heridos y disfrutaban de una mejor atención médica universal.

Relación entre heridos y muertos en las guerras a lo largo de los años

Relación entre heridos y muertos en las guerras a lo holgado de los primaveras 

The Economist

Se calcula que una extirpación en la que murieran 1.200 soldados en 1860 sólo habría producido 800 víctimas mortales en 1980, señala Fazal; y muchos de los que ayer habrían muerto aparecerían como heridos. En consecuencia, en la extirpación de Iraq, entre 2003 y 2011, la proporción en el ejército estadounidense, espléndidamente dotado de posibles, fue de casi nueve a uno; en Afganistán, casi de diez a uno. Esas proporciones, las más elevadas en la vida alcanzadas en una gran extirpación moderna, se debieron en parte sobrevenir rematado que los soldados heridos recibieran cuidados críticos en los 60 minutos siguientes a la traumatismo, el período conocido como la "hora de oro", y ello mediante el despliegue de más equipos quirúrgicos y la celeridad de la desalojo médica.

La cuestión es enterarse en qué medida todo eso se aplica en el caso de Rusia. En Iraq y Afganistán, Estados Unidos hizo un uso intensivo de helicópteros para la desalojo médica. Ese solicitud se vuelve más difícil cuando los helicópteros son derribados con frecuencia, como ocurre en Ucrania. Y junto a suponer que Estados Unidos se enfrentaría al mismo problema en circunstancias comparables. En un artículo escrito contiguo con varios médicos militares y publicado en 2018 en la revista en recta War on the Rocks, Fazal señaló que las simulaciones mostraban que el tratamiento en la hora de oro sería mucho más difícil para Estados Unidos en un enfrentamiento entre pares o casi pares. Una extirpación contra Corea del Boreal, por ejemplo, exigiría la desalojo de bajas equivalentes en número a las sufridas por Estados Unidos en todos sus conflictos de los 17 primaveras anteriores (incluidos Iraq y Afganistán) "en un período de meses, cuando no de semanas". Incluso las capacidades de desalojo médica de Estados Unidos se verían desbordadas frente a afín situación.

Protección médica

Los 60 minutos tras ser herido en el campo de batalla se conoce como la "hora de oro"

Y las de Rusia están más oxidadas. Su medicina marcial se encuentra "menos desarrollada" que la de sus equivalentes occidentales, afirma Ronald Ti, habituado en abastecimiento médica marcial del King's College de Londres (KCL); y presenta especiales puntos débiles en medicina traumatológica en el campo de batalla a cargo de personal paramédico. El pedantería (como en muchas antiguas repúblicas soviéticas, incluida Ucrania) se pone en destinar a los heridos a los médicos de hospitales situados de las zonas de retaguardia. "Todo eso está muy correctamente", afirma Ti, "pero el resultado es que las bajas se convierten en muertes correcto a las largas colas de desalojo".

Resulta evidente a partir de las cifras occidentales. Según Burns y Marran, Rusia ha sufrido tres veces más heridos que muertos. La relación coincide a grandes rasgos con los documentos capturados por Ucrania y analizados por Rob Lee del KCL y Michael Kofman del congregación de advertencia CNA. Los documentos refieren las pérdidas sufridas hasta mediados de marzo por el 1er Ejército de Tanques, una formación ataque rusa secreto. Señalan una proporción de 3,4:1, que se eleva a 4:1 si se cuentan como muertos los soldados desaparecidos. Esta última proporción se aproxima mucho a la comunicada por las milicias de la República Popular de Donetsk, que, a diferencia del ejército ruso, han documentado con exactitud sus bajas. Hay que tener en cuenta, afirma Kofman, que la proporción puede disminuir si los soldados heridos mueren, pero aumentar en el caso de que la artillería (un armas que hiere con metralla) domine el campo de batalla, como ha ocurrido en los últimos meses.

Todos estos cálculos pueden parecer arcanos. Sin requisa, la proporción específica elegida tiene importantes repercusiones sobre el pleito acerca del detrimento del ejército ruso, un parámetro secreto en una extirpación de desgaste prolongada. La alternativa de una proporción de 3:1 por parte de los servicios de inteligencia estadounidense y estonio indica que 60.000 combatientes rusos han sido retirados del campo de batalla, si correctamente algunos soldados heridos en febrero o marzo ya se habrán recuperado.

En cambio, si la guarismo de muertos de Wallace es correcta, unos 100.000 soldados habrán sido apartados del combate en un momento u otro. Y se alcanzaría la pasmosa guarismo de 125.000 soldados (equivalente a toda la fuerza de combate terreno con la que Rusia comenzó la extirpación) en el caso de que la nueva artillería occidental de Ucrania haya hecho aumentar la proporción a 4:1. Ese emoción multiplicador resta certeza a las estimaciones muy elevadas de muertes rusas, argumenta Kofman. De ser las bajas totales drásticamente más altas que las cifras dadas por estadounidenses y británicas, hace mucho tiempo que el ejército ruso estaría claramente con aun más problemas.

No obstante, las pérdidas rusas a esa escalera explican por qué tantos batallones rusos están muy infradotados, por qué su avance en Donbás ha sido tan pausado y por qué el ejército está reuniendo por todo el país batallones de reserva de voluntarios. Si Ucrania monta en los próximos meses una contraofensiva a gran escalera en el sur de la provincia de Jersón, la recta de las fuerzas rusas se hará todavía más flaca. Por otra parte, los oficiales que dirigen el ejército se han conocido afectados de modo distinto: han muerto "miles" de tenientes y capitanes y "cientos" de coroneles, según señaló un funcionario estadounidense el 22 de julio. No constituye ninguna sorpresa que el número de tropas que se niegan a guerrear se cuente por miles, afirma otra fuente.

Para el presidente ruso Vladímir Putin, la clemencia salvadora tal vez provenga del hecho de que hasta ahora no ha habido una reacción interna seria a afín sangría de vidas. "No son jóvenes de clase media de San Petersburgo o Moscú", señala Moore del MI6. "Son muchachos pobres de las zonas rurales de Rusia. De los pueblos obreros de Siberia. Proceden, de modo desproporcionado, de minorías étnicas. Ésa es su carne de cañón".

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Traducción: Juan Gabriel López Guix

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