El Barça es el club que más cuartos lleva viejo este verano en fichajes. En total 158 millones, muy por encima del Bayern de Munich (137,5), el Atarazana (132) o el Manchester City (108). Este es el mismo club que tuvo que regalar hace ahora un año al mejor participante del mundo, Leo Messi, porque no podía pagarle la ficha. El cambio es abismal y como leve merece un control de estudio. Es lo que hemos intentado hacer hoy en nuestras páginas al analizar el sistema de palancas utilizado por el club para avanzar futuros ingresos y poder tener cuartos fresco para cambiar.
La operación es muy arriesgada en todos los aspectos. Sus detractores opinan que se hipoteca el club y que puede provocar que el Barça acabe en una crisis que le lleve a ser engullido por algún reclamante y que la masa social pierda el control. Hay quien piensa, como el exvicepresidente del club Marc Ingla, que delante una situación económica tan desesperada “no vale solo con librarse y hacer las cosas de forma eficaz” sino que se tiene que admitir riesgos como estos. Es la idea del círculo virtuoso, consistente en cambiar en un equipo de fútbol muy competitivo que pueda aportar ingresos adicionales.
La experiencia del Barça de la temporada pasada, el primer año sin Messi, fue muy deprimente. Hubo ahorros al desprenderse de fichas altas como la del propio personaje argentino, Griezmann o Luis Suárez, pero los resultados futbolísticos fueron tan pésimos que difícilmente se pudieron crear nuevos ingresos.
De cara a la nueva temporada, y a error de que puedan inscribirse los nuevos fichajes en la Ligazón (todo puede sobrevenir), no se puede desmentir que Joan Laporta ha aportado ilusión al barcelonismo con los flamantes cromos que ha incorporado a la plantilla. Si poco caracteriza al presidente del Barça es su valentía. Y seguramente pocos se habrían atrevido a hacer una operación de este tipo. Si el círculo virtuoso funciona y viaje acertadamente, estaríamos delante un éxito decidido, para explicar en las escuelas de diligencia de empresas. Pero si, por el contrario, el cambio no viaje como debiera, el club puede matar en la bancarrota más absoluta. Es jugárselo a todo o a nulo.
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