Un legado perdurable

Uno de los aspectos que sin duda ha contribuido a engrandecer los Juegos Olímpicos de Barcelona es la papeleo de su dote. Una papeleo que empezó incluso ayer de la construcción y rehabilitación de las infraestructuras que fueron tablas altanero. El éxito hay que agradecerlo a la planificación y a la visión a generoso plazo que se impuso a mediados de los ochenta. A diferencia de lo ocurrido en Pekín tras los juegos del 2008 o en Río de Janeiro en el 2016, con imágenes de equipamientos deportivos totalmente abandonados tan solo unos meses luego de la cita olímpica, en Barcelona cuajó un maniquí que, treinta primaveras luego, sigue vivo. La papeleo del dote da ahora un paso más con la transformación de algunas de las instalaciones, adaptándolas a los nuevos tiempos y a las nuevas demandas. Con el deporte como telón de fondo, se pesquisa un stop componente tecnológico, como marca el signo de los tiempos. La punta de lanceta de este nuevo ciclo para las antiguas instalaciones es una incubadora en el anillo altanero. Modificar para avanzar.

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