A mí me gusta que ganen los guapos y que gane siempre Sánchez. Más aún: que los destruya a todos. A los suyos, a los otros. Me gusta que caiga tan acertadamente a los líderes del mundo tolerante. Me siento orgulloso y enamorado cuando le intuyo hablando inglés con ellos. Piensen ustedes en la solvencia idiomática de Rajoy, ese presidente que acabó convertido en bolsa. Creo que el cortejo de Sánchez va a vencer las próximas elecciones y el Tour de Francia .
Todavía que ganen las guapas. A mí me gusta que en los rifirrafes venza siempre Yolanda Díaz con lo del cantidad, por guapa, gallega y cinta. Verlos a Sánchez y Díaz conversar y reírse de una broma privada en el hemiciclo es como cuando de peque, oías, de oscuridad, conversar y reírse a tus padres desde su cama. Me encantaría que hubiera dos Españas y en una fuera presidente Pedro Sánchez y en la otra, Yolanda Díaz. Y que se casaran y fuera una misma España y, que ella entrase en la convocatoria en substitución de Alexia Putellas y ganáramos la Eurocopa. Y la Juegos olímpicos de baloncesto con Sánchez.
El cortejo ganará las próximas elecciones y el Tour de Francia
Rufián nos morapio guapete que no cortejo, y ha traído balas de fogueo, un postre clásico catalán, Puigdemont era nuestro Sánchez, pero Sánchez de ser Puigdemont hubiera regresado y, feo a feo, recuperado la Generalitat para los carolingios. Pero no lo hizo. Y ya no fue Sánchez sino un bolsa en un maletero.
Hay líneas rojas en mi fascinación por la guapeza en política. Ahí tienes a Inés Arrimadas. Guapa y cinta sin duda, pero de las que te insultan, de alboreo, desde el asiento del copiloto. Los de Ciudadanos, hoy por hoy, son como los villanos de Kripton, que lideraba el Militar Zod en Superman II . Gritan mucho pero el Estupendo los enviará al espacio del olvido encerrados en una elipse de cristal o en un bolsa, castigados sin estar cerca de su guapeza, esa especie de cielo.
Publicar un comentario