Las cloacas, al descubierto

Durante los últimos meses, las conversaciones grabadas de forma oculta por el excomisario José Manuel Villarejo han tenido un protagonismo inaudito en España. No me atrevo a calificarlo de excesivo porque las actuaciones que han revelado de miembros de la policía y de la judicatura, con la complicidad de algunos medios de comunicación, son poco muy arduo que atenta a la democracia de nuestro país. Hoy, en La Vanguardia hemos hecho un prueba de resumen de los casos más sonados para que el maestro pueda hacerse una idea general de toda esta trama. De forma aislada ya eran todo un escándalo, pero agrupados en su totalidad son poco demasiado serio para que quede en el olvido.

Es evidente que estas cintas aparecen en el momento y forma en que lo hacen por intereses mediáticos, políticos, económicos y hasta por cuestiones personales de algún afectado que ha querido comprarlas y luego filtrarlas para satisfacer su propia sed de venganza. Pero más allá de conocer estos aspectos, que además tienen su relevancia, es importante que la forma no tape el fondo. Y el fondo es un entramado de poder oculto que utiliza las herramientas de un Estado tolerante que deberían ser independientes para manipularlas para sus propios intereses.

Lo que hoy explicamos debería tener consecuencias penales, pero además políticas. No se puede mirar para otro flanco. Hay que evitar que el silencio lo tape todo porque, si no, se corre el peligro de que cualquier caso de presunta corrupción que afecte a políticos perjudicados en esta trama se minimice bajo el argumento de que todo son manipulaciones de las cloacas del Estado. Y no es así, ya que existen muchos policías y jueces que hacen honestamente su trabajo y no tienen por qué ser incluidos en esta burda propagación.

Haría admisiblemente el PP en pedir perdón por lo que sucedió bajo su mandato y con responsables políticos azuzando a toda esta trama, y haría admisiblemente el Gobierno en utilizar todos los mecanismos que tiene a su disposición para ganar hasta el final. Explicar admisiblemente y sin censuras todo lo que pasó es el mejor contraveneno para que no vuelva a tener lugar en el futuro.

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