Los fotoperiodistas denuncian exigencias “abusivas” en la cobertura de los conciertos

Tener que aceptar la brío de las fotografías que intérprete y el equipo consideren aceptables, ceder los derechos de autor de todas las imágenes, que en el concierto solo puedan trabajar un número restringido de fotógrafos... Son algunas de las exigencias que algunos representantes de destacados artistas musicales imponen cada vez más a los fotoperiodistas y que ha provocado una avalancha de quejas del cofradía luego de los últimos conciertos en Barcelona de Jane Birkin, Ben Harper o Bryan Adams. Muchos fotógrafos han optado por denunciar públicamente estas exigencias por parte de los equipos de managers y de producción que rozan la censura.

Llibert Teixidó, fotoperiodista de La Vanguardia , hizo pública su queja vía redes sociales cuando se enteró de las condiciones que se habían impuesto en el concierto de Jane Birkin. Al ganancia de imposiciones habituales y ya asumidas como solo advertir fotografías solo durante las tres primeras canciones y sin flash, se pedían otras que calificaba de “muy peculiares” y “extremas”, como que las imágenes tenían que ser supervisadas por el manager y que no se daría respuesta sobre si se podían utilizar hasta el día sucesivo a las 9.30 de la mañana, con lo cual se condicionaba todavía el momento de su publicación. Advertían, adicionalmente, que podía no validarse ninguna.

Las condiciones de las últimas actuaciones de Jane Birkin, Ben Harper y Bryan Adams en Barcelona han indignado al cofradía

Unas “cláusulas abusivas” que adicionalmente acabaron en humillación para Cristina Calderer, fotoperiodista y miembro del camarilla de trabajo de fotoperiodismo del Col·legi de Periodistes de Catalunya. A posteriori de cubrir el concierto y mandar por mail cuatro imágenes, recibió al día sucesivo esta respuesta: “Desgraciadamente, ninguna de las cuatro fotos que has enviado las podemos validar. Son efectivamente abominables“. La fotógrafa quedó sorprendida pero encontró una explicación: “Las fotografías estaban acertadamente, pero como Birkin ya es veterano se le notaban los signos de la época en el rostro como la papada y es una cosa que no le gusta”.

Imposiciones similares han sucedido todavía con Ben Harper o Bryan Adams. No así con Rosalía, donde adicionalmente “pudimos hacer imágenes durante cuatro canciones, poco inédito hoy día”, sigue Calderer, quien todavía recuerda, sin secuestro, otras situaciones esperpénticas. Como en un concierto de Beyoncé, “ donde me asignaron dos miembros de seguridad y una chica con un cronómetro para que durante 70 segundos pudiese hacer fotos más o menos exclusivas, pero cuando acabó el tiempo, los dos guardias se pusieron enfrente y la chica del crono me echó amablemente de la zona”.

Para el cofradía fotoperiodístico, estas restricciones vulneran la facilidad de prensa y de información. Y reivindica que se les deje profesar su trabajo con toda facilidad y profesionalidad y poner fin a una praxis que poco a poco se ha ido imponiendo en otras áreas informativas, como en los actos políticos y deportivos. Para destruir con esta tendencia, el cofradía se plantea hacer boicots, como ya se han hecho en otros países como Noruega y Francia, y todavía hacer “mucha pedagogía” así como “crear un protocolo de hasta dónde se pueden aceptar estas condiciones”.

“Si no dejan hacer fotos con facilidad, no tendría que acaecer cobertura de la notificación y negarse a utilizar las imágenes que pasan los mismos interesados”, propone Calderer, quien pide la colaboración de los compañeros redactores en esta tarea. “Nadie se imagina que te pidan un texto para validarlo ayer de publicarse”, compara. “Porque entonces ya estamos hablando de publicidad y eso no se puede aceptar”.

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