De altas temperaturas, de sequía, del precio del combustible, en las facturas de la electricidad y la cesta de la operación. Cifras récord de pasajeros en los aeropuertos, de coches en las carreteras, de casos covid, de desigualdad. Cuando todo alcanza su mayor, y lo alcanza de nuevo al lado de una semana y luego de dos, se convierte en una permanente mensaje intranquilizante.
Supuestamente el récord es extraordinario. Pero hace tiempo que se ha vuelto común, con la particularidad de que cada marca bate la preparatorio, que ya no sirve de narración y se olvida en seguida. Es un buen reflexiva de la sucesión de momentos llamativos y efímeros que vivimos. No siempre ha sido así. Para los que hemos veraneado cada año en el mismo sitio, todos los veranos son el mismo, infinito y en calma. Ayer fue la Doncella del Carmen, y en el puerto, íbamos tíos y primos al oteador de mis abuelos a ver la procesión de barcas, o participábamos en ella, en el pequeño llaüt engalanado con banderines.
Echo de menos aquellos veranos en los que no había noticiero y costaba rellenar periódicos
Entonces l’abuela fumaba Record del logo verde, y solía remitir a alguno de sus nietos a comprar cajetillas al bar Els Tamarells, en la misma calle del Mar. Como no estaba permitido porque éramos niños, llevábamos su DNI. Era la única que fumaba esa marca de tabaco, que el amo del bar encargaba solo para ella. Hasta que no se fabricó más, o ya no se exportaba, y l’abuela tuvo que pasarse a los puritos. Dejó de fumar con noventa y cuatro primaveras, y viviría hasta casi los noventa y siete. Decía que las personas importantes mueren en días importantes, y quería irse durmiendo. Eso hizo, el 20 de julio del 2017, Santa Margalida, en el puerto de todos los veranos.
Ahora pienso que no pronunciábamos correctamente la marca de tabaco. Poníamos el acento en la e , pero quizá deberíamos afirmar record ( memoria en catalán), que es casi lo contrario del récord; quién se acuerda de uno solo de los que aparecían en el Gran Obra de los Guinness . Otra frase que dijo l’abuela una vez: “Recordes quan cordàvem cadires amb corda?”. Memorar es devolver poco al corazón.
Echo de menos aquellos veranos en los que no había noticiero y costaba rellenar periódicos, redactados por becarios, que se leían en comunidad durante el aperitivo, al retornar de la playa, el pelo aún mojado, cuando los únicos récords se los fumaba l’abuela .
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