El gobierno de la alcaldesa Ada Colau restará una hora de funcionamiento a las terrazas de la calle Enric Granados. El dilatado centenar de veladores de este eje principal del Eixample deberá retirar sus sillas y mesas a las doce de la perplejidad los viernes y los sábados, y el resto de días a las merienda. Lo más probable es que la iniciativa entre en funcionamiento en septiembre, más o menos. La medida está siendo aplaudida por numerosos vecinos de la zona, a pesar de que la consideran insuficiente, y todavía está abriendo un nuevo frente en la hostilidades de las terrazas de Barcelona. El Gremi de Restauració de Barcelona entiende que esta restricción aparentemente tan puntual no es más que un préstamo.
Los concejales de Transición Ecológica y del propio distrito del Eixample, los comunes Eloi Badia y Pau González, detallan que esta reducción horaria se comercio de una medida magnífico de carácter quirúrgico destinada a parar unos registros de contaminación acústica que superan las recomendaciones de la Ordenamiento Mundial de la Sanidad (OMS), unos registros que muestran que esta actividad económica es del todo incompatible con el refrigerio municipal. Y, destacan todavía los ediles Badia y González, esta reducción horaria se viene a sumar a la cese de las licencias extraordinarias concedidas durante la pandemia, tal y como se anunció hace ya unas cuantas semanas.
Los vecinos de este eje del Eixample aplauden la iniciativa, aunque la consideran insuficiente
“Es un primer paso aún insuficiente –asegura Jordi Badia, de la asociación municipal SOS Enric Granados–. Hace mucho tiempo que vivimos en una calle saturada. En escasamente 900 metros tenemos 114 edificios de viviendas y 117 locales con terrazas. Alguna abuso tiene hasta 28 mesas. La cese de las licencias extraordinarias supondrá una reducción del espaciosidad a ojo de la calle de unas 400 personas. Se quedará en unas 2.000, el espaciosidad. Hablamos escasamente de una treintena de licencias extraordinarias. Por otra parte, los restauradores deberían ser más cuidadosos cuando retiran las terrazas. Es un dosis extra de ruido innecesaria. Y es cierto que la indisciplina bajó, que ya no son tantos los negocios que ponen todas las mesas que quieren, pero aún...”.
Y el Gremi de Restauració, que horas antaño destiló una gran sintonía con el ejecutante municipal en la presentación de la remodelación de la zona de restauración del Port Olímpic, mostró un malestar supino. Los restauradores entienden que esta medida es un adelanto de lo que en breve ocurrirá en muchos lugares de los distritos de Gràcia y de Ciutat Vella, que el gobierno de Colau está del todo resuelto a acortar los horarios de las terrazas de la ciudad, y que no están dispuestos a permitirlo. Piensan que los horarios de Barcelona son ya de los más restrictivos.
El ejecutante municipal anunciará pronto más medidas contra la contaminación acústica en otros barrios
“Es impresentable que el Junta pretenda disfrutar el mes de agosto para tramitar una medida tan lesiva para los restauradores –abundan las fuentes del Gremi de Restauració–. Nos produce indefensión ¿cómo vamos a defendernos si los abogados están de reposo? ¿O es que los concejales no piensan hacer reposo? Sujetar el horario de las terrazas es motivo de hostilidades. El Gremi llevará la confrontación política y procesal hasta las próximas elecciones municipales”.
Los ediles Badia y González subrayan por su parte que la lucha contra el ruido es en estos momentos una de las grandes prioridades del Junta, que se comercio de una cuestión de vitalidad pública, y que en breve anunciarán nuevas medidas para mitigar la contaminación acústica en el resto de rincones de la ciudad calificados como zonas acústicamente tensionadas. Muy pronto el ejecutante de Colau anunciará las medidas dispuestas en los distritos de Gràcia y Ciutat Vella.
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