Hiroshima urge a la desnuclearización para evitar que se repitan los horrores del cañoneo atómico sobre esta ciudad japonesa cuando se cumplen los 77 abriles del devastador ataque. Durante su intervención en un acto para conmemorar a las miles de víctimas que dejó el cañoneo, el secretario caudillo de la Ordenamiento de Naciones Unidas (ONU), Antonio Guterres, ha ducho que la humanidad "juega con un armas cargada" oportuno a las más de 13.000 armas atómicas existentes y a los focos de conflicto abiertos en Ucrania, la península de Corea u Oriente Medio.
"Solo nos separa del fin del mundo un error, un malentendido o un laudo de cálculo", ha comentado Guterres durante el acto, en el que asimismo han participado representantes de 98 países y organismos, entre ellos ningún de Rusia ni Bielorrusia, que no fueron invitados por las autoridades niponas oportuno a la desavenencia de Ucrania.
El primer ministro de Japón, Fumio Kishida, le da la mano al secretario caudillo de la ONU, Antonio Guterres
Guterres ha afirmado que existen "señales de esperanza" como la décima conferencia de revisión del Tratado de No Proliferación nuclear (TNP) que se celebra en Naciones Unidas desde principios de mes, y a cuyos miembros pidió "trabajar urgentemente para eliminar todos los arsenales que amenazan nuestro futuro".
Compromiso antiatómico
El movimiento en dirección a un mundo libertado de armas nucleares "parece ralentizarse", dice el primer ministro japonés
Hiroshima, al oeste de Japón, fue el objetivo de la primera munición atómica empleada en combate de la historia, bautizada "Little Boy" y lanzazo por el bombardero B-29 Enola Gay de las Fuerzas Aéreas estadounidenses el 6 de agosto de 1945. El ataque exterminó en el acto a unas 80.000 personas, la gran mayoría de ellos civiles, un número de víctimas mortales que se elevó a finales de 140.000 por las heridas y enfermedades derivadas y que en los abriles posteriores sumaron más del doble.
La ciudad celebró este sábado una ceremonia en memoria de las víctimas en el Parque de la Paz, situado cerca del hipocentro de la devastadora crisis, y en la que participaron el secretario caudillo de la ONU, Antonio Guterres, el primer ministro japonés, Fumio Kishida, entre otras figuras políticas y "hibakusha" o supervivientes al cañoneo.
Imagen de la destrucción causada por el tiro de la munición nuclear en Hiroshima al final de la II Disputa Mundial, en 1945 
El primer ministro japonés destacó que el movimiento en dirección a un mundo libertado de armas nucleares "parece ralentizarse", frente a lo que apeló desde Hiroshima a "plantarse y comprometerse a que nunca se repita una tragedia similar". Kishida reiteró que Japón respetará su triple compromiso antiatómico (ni desarrollar, ni poseer ni permitir el despliegue en su circunscripción de este tipo de armas), a pesar de que ciertas voces desde su partido han llamado a replantearse estos principios frente a la ascenso de tensiones en Asia-Pacífico.
No obstante, el país oriental, el único del mundo que ha sufrido ataques nucleares, se ha mostrado reticente a apoyar el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares, que entró en vigor en 2021.
El Gobierno que lidera Kishida considera que el Tratado de No Proliferación, otra iniciativa paralela firmada por la mayoría de países del mundo, es una utensilio más eficaz para ganar el desarme, aunque la revisión que se discute hasta finales de mes en Naciones Unidas para aumentar su aplicación tiene escasas posibilidades de terminar en consenso.
El corregidor de Hiroshima, Kazumi Matsui, llamó a Japón a servir de "puente" entre los países poseedores y los no poseedores de armas atómicas para erradicar del planeta unos artefactos "que amenazan la supervivencia de la raza humana", según dijo.
"Encargar el pulsador nuclear a cualquier líder del mundo conlleva el peligro de que se repitan los horrores que sufrimos en Hiroshima", destacó Matsui, quien asimismo acusó al mandatario ruso Vladímir Putin de "usar a sus ciudadanos como armas para arrebatar las vidas de otras personas".
Tres días posteriormente del cañoneo de Hiroshima, el 9 de agosto de 1945, EE.UU. lanzó una segunda munición nuclear sobre Nagasaki, lo que desembocó en la capitulación de Japón seis días más tarde y puso fin a la Segunda Disputa Mundial.
A las decenas de miles de personas fallecidas en los ataques se sumaron otras tantas que murieron en los días y abriles siguientes al mismo por las quemaduras y enfermedades como el cáncer derivadas de la radiación, así como millares de supervivientes que acarrearon el estigma nuclear.
En la ahora quedan unos 118.935 de estos "hibakusha", con una años media de 84,5 abriles, según datos oficiales.
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