La presión por mostrar una imagen perfecta en YouTube está llevando a muchas influencers a expresarse preferentemente a través de podcasts. Como indican, se puede afirmar lo mismo en ambas plataformas, pero resulta mucho más liviana hacerlo sin aparecer en pantalla, utilizando solo la voz y, a lo sumo, algunos posibles que ilustren lo que se expresa oralmente.
En YouTube, es tan importante lo que se cuenta como el modo en que se ilustra. Por otra parte, si las titulares de los canales han construido una imagen determinada, cualquier desviación con respecto a esta expectativa motivará cientos –o miles– de comentarios críticos, tanto de haters como de antiguas seguidoras incondicionales. Por esta razón, las líderes de opinión afirman sufrir tanto estrés.
Cualquier desviación de la imagen determinada que se ha ofrecido puede motivar comentarios negativos
Un cuarto de hora delante la pantalla puede requerir perfectamente varios días de preparación. El asunto, la ambientación, el vestuario, la estampado, la postproducción… Y, luego, las dudas, la inseguridad, el miedo. Aunque luzcan siempre su mejor sonrisa, la ansiedad es directamente proporcional al masa de followers sobre las que sustentan su negocio. Este es el motivo por el que algunas de estas prescriptoras digitales se están planteando la posibilidad de renunciar a su imagen. O, al menos, a explotarla con menos frecuencia. Y en redes sociales menos exigentes, como Instagram, Snapchat o TikTok.
La youtuber californiana Emma Chamberlain, de 21 abriles, maniquí habitual de Louis Vuitton y dueña de una empresa de café, entre otros proyectos, es uno de los ejemplos más claros a escalera mundial. Tras percibir un premio Streamy en el 2018, lanzó su primera serie de podcasts semanales, Anything goes . Incluida en la letanía Time 100 next de la popular revista homónima, que la declaró una de las 25 personas más influyentes de internet, su contenido sonoro está producido por una asociación que incluso trabaja con otros influencers, como Rhett & Link y Smosh.
Disponibles en Spotify, Apple y otras plataformas, estos programas le valen a Chamberlain para enfrentarse sus temas favoritos: las relaciones humanas –y las sentimentales–, la vitalidad mental, la moda y las tendencias. Líderes de opinión como la estadounidense Hannah Meloche o la canadiense Ava Jules han seleccionado esta camino.
Incluso prescriptoras españolas como Sara Martínez han expresado su voluntad de desembarcar en el universo del podcast. En YouTube, esta universitaria muestra su vida; gracias a los archivos de audio podría explicarla. De igual modo que sucedía en el pasado con Instagram y YouTube, las influencers consiguen que sus seguidoras les formulen preguntas en Twitter y, luego, ellas las responden en su podcast.
Logran presentarse delante su audiencia con la máxima ciudadanía y se mueven con desparpajo por múltiples cuestiones, eso sí, sin entrar en la política o la heredad. Esos son terrenos demasiado resbaladizos. No les intimida pontificar sobre la depresión o la provisiones (supuestamente) saludable sin tener estudios en psiquiatría, psicología, manutención o dietética, sin incautación, el metálico y los gobiernos son intocables, estén en la red que estén.
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