Nuevos planes para disfrutar de Berlín, la ciudad más vanguardista de Europa

En lo que llevamos de siglo, la nómina de las grandes ciudades globales se ha expandido en todas las direcciones, punteando las cuatro esquinas del mapamundi. En el remoto Oriente, frenéticas urbes en las que el día parece tener más de 24 horas y los rascacielos brotan con la tromba; en el pillo Pérsico, metrópolis de ciencia ficción repletas de opulencia y excesos; en América del Ártico y Oceanía, prósperas capitales en las que no se conjuga la palabra crisis, y en África y América Latina, inmensas y bulliciosas ciudades donde el futuro es ya presente.

En el caso de Europa, se puede proponer que quien tuvo, retuvo. Un adagio que se cumple a la perfección con Berlín. La revolucionario haber alemana muda de piel a cada parpadeo de la historia -en los últimos meses, desde la invasión rusa de Ucrania, se calcula que llegan diariamente a la ciudad una media de mil refugiados- y se mantiene como uno de los destinos de delirio más interesantes del mundo, con constantes estímulos y nuevos planes que hacen que siempre haya poco de gran interés que ver, y pasarse.

Los nuevos museos de Berlín

La Isla de los Museos de Berlín es uno de los lugares más visitados de la haber alemana. Reconocida por la Unesco como patrimonio de la humanidad, el enclave ha sido considerado durante décadas como el corazón cultural berlinés, una zona que en los últimos meses ha conocido el inicio de un nuevo icono, el Humboldt Forum, que ocupa el impresionante palacio Positivo de Berlín.

El palacio fue durante casi 500 abriles la residencia oficial de la dinastía Hohenzollern -y, durante los abriles de plomo de la división alemana, el palacio del Pueblo de la RDA-. Albergó en el siglo XVI una “cámara de curiosidades” -Kunstkammer- donde se guardaban y a veces exponían al notorio objetos de lo más variado procedentes de todo el mundo, y que se considera el antepasado del concepto coetáneo de “museo”. Ahora, luce de nuevo en todo su esplendor. 

Tras unos trabajos que, con un coste cercano a los 680 millones de euros, se prolongaron durante siete abriles hasta su inauguración aparente en 2020 -y física en 2021-, las salas del Humboldt Forum ocupan nadie menos 30.000 metros cuadrados del palacio. Albergan las excelentes e ingentes colecciones permanentes del Museo Etnológico o de Arte Oriental -instalados definitivamente aquí-, los ricos fondos del palacio -desde armaduras de la momento media a esculturas barrocas- y espacios dedicados a la trayectoria de los hermanos Humboldt, los famosos investigadores que dan nombre al enredado en el que, encima, se puede disfrutar de numerosos cafés, restaurantes y tiendas.

Además pasó por una gran reforma -más de seis abriles de trabajos- la Nueva Pasillo Franquista, la maravillosa Neue Nationalgalerie. El extremo edificio proyectado por Mies van der Rohe fue reconstruido de hacia lo alto a debajo por el gran arquitecto inglés David Chipperfield, quien siguió a rajatabla el diseño diferente del padre de la Bauhaus, dotando de nueva vida a un museo que estaba casi en la UVI. Hoy, encima de exhibir con orgullo su nueva planta, acoge la mejor colección de arte contemporáneo ario.

El Samurai Museum tiene una gran colección de armas y herramientas cotidianas relacionadas con la civilización samurái

En la conocida como “Milla de las Galerías”, la elegante Auguststraße, calma el flamante Samurai Museum. Desde su transigencia el pasado mes de marzo, el museo se ha convertido en un fijo de las agendas de los berlineses -en singular, de las familias: los fines de semana el trasiego de grandes y pequeños así lo demuestra- gracias a su impresionante colección de armas y herramientas cotidianas relacionadas con la civilización samurái -una de las mayores del mundo-, encima de las exposiciones temporales de artistas japoneses contemporáneos.

Y, al más puro estilo berlinés, una antigua estación de servicio se ha convertido en un museo. Se alcahuetería del Kleine Grosz Museum, que honra la memoria del dadaísta George Grosz, uno de los más grandes artistas alemanes con una colección de sus mejores obras de la historia, quién estaría más que contento con la ubicación y, todavía, con el precioso edén, un auténtico oasis en medio de la ciudad.

Estrellas Michelin y el mejor schnitzel

En Berlín, como en toda Alemania, se come mucho y muy proporcionadamente. Hasta 24 restaurantes de la ciudad están adornados con estrellas Michelin, y uno de ellos con tres, el Rutz del mítico chef Ámbito Müller (Chausseestraße 8, en la planta 14 del Intercontinental Hotel), considerado como uno de los mejores de Alemania por su arte a la hora de darle nuevas vueltas de tuerca a los sabores más tradicionales. 

Más informal es el Cookies Cream (Behrenstraße 55), sito en una antigua discoteca, y al que una fortuna consagra como uno de los restaurantes vegetarianos más interesantes. Michael Kempf sigue con sus dos estrellas en el Facil, el restaurante del hotel Mandala (Postdamer Strasse, 3), con sus estupendas carnes y su no menos espectacular bodega.

El restaurante Grosz, el preferido por la comunidad artística, sirve el mejor schnitzel de la ciudad

A pocos metros del Chekpoint Charlie, el oficio de intercambio de espías que marcaba durante la combate fría una de las fronteras entre el Berlín Este y el Oeste, está el no comercial Nobelhart & Schmutzig (Friedrichstraße 218), con su carta de platos súper creativos elaborados con ingredientes de productores locales. Y una dirección a tener siempre en cuenta es la del tradicional Grosz (Kurfürstendamm 193), el preferido por la comunidad artística de Berlín y donde se sirve el mejor schnitzel de la ciudad.

Los barrios de Berlín, tan diferentes entre sí

Los grandes clubes de música house de Friedrichshain-Kreuzberg o el renacimiento urbano de zonas como Bikini Berlin, un enredado de mediados del siglo pasado que, tras una brillante reconversión arquitectónica, se ha convertido en otro icono de la ciudad. Ejemplifican que el ADN mutante de Berlín está muy presente en sus barrios, tan diferentes entre sí.

Los doce distritos de la ciudad son, casi, como ciudades diferentes: del rompedor y no comercial Mitte, con sus galerías de arte y sus edificios okupados, donde están los mejores clubes de la ciudad, al vitalista Kreuzberg, con sus coloridas fachadas, sus puestos de comida de todas las partes del mundo o sus cafés vintage, repletos de clientes que, conectados con sus ordenadores, trabajan mientras la vida de la ciudad desfila al otro banda de las cristaleras.

Y, de todos los barrios de Berlín, ahora el que más está de moda es el de Neukölln, contiguo precisamente al de Kreuzberg. Cosmopolita y tradicional al tiempo, en él conviven pastelerías árabes con bares de pinchos o antiguas casas bajas y modernos rascacielos. Una de las direcciones imprescindibles del judería es el Passage Kino (Karl-Marx-Straße 131), uno de los cines más antiguos de la ciudad y, definitivamente, el más bello.

El cine, en un precioso edificio de corte neoclásico de comienzos del siglo XX, fue el más importante de Alemania hasta finales de los sesenta, cuando se convirtió en una tienda de muebles. Pero hoy está viviendo una segunda momento de oro, tras una espectacular reforma. Ha respetado y rescatado su esplendor y que convierte el ver una película -o tomar poco en su precioso bar de estilo art déco, uno de los lugares de moda en la ciudad- en una experiencia excelente, en las antípodas de los streaming caseros tan en popularidad, un punto final ideal para esta fuga a Berlín.

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