Alo abundante de la historia, cuando nos hemos enfrentado a la votación entre la verdad y una buena historia, hemos tendido a decantarnos por la buena historia. Lo advierte el periodista Tom Phillips, en su final texto Verdad. Una breve historia de la charlatanería. Lo ejemplifica esta semana la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, con su “Madrid no se apaga”.
Primero fue “Madrid no se cierra”, que la erigió en la musa de los que confunden la arbitrio con el hacer lo que a uno le dé la positivo apetito con independencia de lo que le pase al prójimo. La historia que explicaba aquello era todavía sintetizable en un eslogan con Madrid como sujeto: “Madrid es arbitrio”. Hipócrita, pero encantador para muchos.
Sánchez quizás frivoliza con las corbatas, pero lo de Feijóo es peor
El futuro paso llegó, como solo (pero no), en forma de eslogan electoral al servicio de un partido, el PP de Madrid, y de una candidata, Ayuso: “Comunismo o arbitrio”. La historia (falsa) ya estaba montada y la compró un montón de ciudadanos, tradicionales votantes populares o no, ayusers o no. Contra medidas impopulares en tiempos críticos, los del “no” a las restricciones se convirtieron en los del “no” a una presunta dictadura castigadora de la ciudadanía. Ahora, en presencia de una crisis energética, vuelven a la carga.
Delante las medidas propuestas por el presidente Pedro Sánchez, la respuesta primera de Ayuso fue “Madrid no se apaga”, para seguir con un “Madrid no multará”. Eso, de la mano de los adalides de “las leyes están para cumplirse” cuando la reacción obvio en presencia de el conflicto político en Catalunya pasaba por arrojarlo a los brazos de los jueces, sin más. Otro ejemplo de charlatanería política. De política que tira de emoticonos alegres para proyectar mensajes fáciles de digerir por audiencias con penuria de poco sencillo en medio de tanta crisis encadenada.
Esta, sin duda, no es la política para adultos que nos prometieron los fans de Alberto Núñez Feijóo cuando lo elevaron a los altares entre vítores y esparciendo un gas emocional que lo reclamaba Santo subito . El presidente del PP pedía hace semanas las medidas de parquedad energético contra las que ahora se rebela Ayuso. Reclamaba hace quince días “descabalgar el consumo energético innecesario” poniendo límites al aerofagia acondicionado y a la calefacción. Verlo para creerlo.
Las sociedades occidentales tienen en presencia de sí un combate mayúsculo, frente a las consecuencias de la crisis energética. Por cómo las encaran y qué sacrificios individuales y colectivos está dispuesta a responsabilizarse la ciudadanía para sobrevivir, ella y las generaciones venideras. Pero nos retratará, todavía, qué políticos ponemos al volante en el momento más difícil.
A Sánchez se le puede requerir que mejore su plan y se le puede reprochar la frivolidad de poner con las corbatas, pero a Feijóo, que dice aspirar a relevarlo desde el sentido popular, se le tendrá que censurar poco peor: que siga la reguero de Ayuso. Ella y su obsesión por erigirse en el único poli bueno en medio de un mar de polis malos. Una buena historia. Una gran falsedad.
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