Salvemos el chiringuito

Hay palabras que evocan un universo de sensaciones de guisa inmediata y que son casi mágicas. Una de estas palabras es chiringuito, que el catalán normativo no acepta y que transforma en guingueta , sustantivo de inspiración francesa que no tiene ni la plasticidad, ni la fuerza, ni el ascendiente que se merece la palabra que denomina el establecimiento popular donde se sirven bebidas y comidas cerca o en el interior de las playas. El término chiringuito hace verano, forma parte de la memoria y del presente de muchas generaciones, y se inserta en el imaginario amable de las reposo, el veraneo, el refrigerio y la conversación relajada.

Desde la Acadèmia Catalana de Gastronomia i Nutrició pedimos oficialmente al organismo competente del Institut d’ Estudis Catalans que haga todo lo posible para incluir la voz chiringuito en el diccionario normativo de la idioma catalana, porque consideramos que es una palabra insustituible, de uso habitual entre la mayoría de los hablantes y en los ámbitos económicos y profesionales concernidos, por otra parte de estar acreditada en la obra de varios escritores y periodistas, desde hace décadas. Queremos guardar la palabra chiringuito del olvido oficial, pensamos que, como de otras voces que se han incorporado al corpus del diccionario, merece estar presente con todos los honores. A vencimiento de hoy, solo el Gran Diccionario 62 de la idioma catalana incluye la voz chiringuito, que define de esta guisa, en sus dos acepciones de uso común: “1. Pequeño quiosco para traicionar bebidas en una playa, en un parque, etcétera. 2. Negocio de legitimidad poco clara”.

Pedimos al IEC que incluya ‘xiringuito’ en el diccionario de la idioma catalana

A partir de los abriles diez del siglo XX, encontramos la palabra chiringuito en las páginas de varios diarios y revistas. El chiringuito es un icono de la modernidad emergente, al costado de los automóviles, los deportes, los cócteles, el jazz y los bailes que llegan de América. Las nuevas formas de socialización y ocio pasan por locales como el chiringuito, donde se mezclan personas de todas las clases sociales.

Josep Pla, Joan Fuster, Montserrat Roig y Quim Monzó, entre otros, han utilizado la palabra chiringuito en sus textos. Se prostitución de figuras emblemáticas de nuestras trivio, lo cual tendría que servir para darnos cuenta de que no se prostitución de una demanda basada en el capricho de unos pocos o una manía arbitraria. Nuestra reivindicación de la voz chiringuito es resultado del hecho de que nuestra sociedad la ha asumido con éxito, con independencia de su origen castellano, y ya forma parte de nuestra visión del mundo. Ninguna alternativa de las que nos propone la reglamento gramática presente para evitar el término chiringuito ha tenido éxito, ni en el uso social ni en los textos periodísticos, literarios, comerciales o turísticos. Todo nos anima a insistir en esta petición. Incorporar chiringuito en el diccionario dará rango oficial a lo que es un hecho absolutamente natural entre los catalanohablantes.

En los chiringuitos pasan cosas que tienen que ver con una concepción al mismo tiempo simple y rica de la vida. Ingerir y tragar en buena compañía, disfrutando de la naturaleza y del tiempo vacante. Por otra parte, cada vez hay más chiringuitos en Catalunya que se esfuerzan por ofrecer una proposición gastronómica más elaborada, en el interior de los límites propios de un negocio de este tipo. ¿Qué más hay que pedir? Los veranos representan el regreso a los chiringuitos, un ocupación que incluso invita a la distracción mientras algunos se tuestan en el sol y otros se remojan en el agua. Distraerse es un verbo que hace buena compañía al querido sustantivo chiringuito.

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