“Tenemos que poder cuidarnos nosotras para poder cuidar a las personas”, afirma Heidy, trabajadora del hogar que llegó hace 17 primaveras a España desde Bolivia y que ahora investigación profesionalizarse en su oficio. Bajo el mismo objetivo, 14 mujeres más participan en este curso anual del Comunidad de Barcelona para formarse en su trabajo sin descuidarse a sí mismas: técnicas para movilizaciones, métodos de apoyo o delegación de medicamentos, son, entre otros, los aspectos en los que se centra esta enseñanza oficial.
Según datos del Comunidad de Barcelona, el 65% de las mujeres que se dedican a las curas consideran su vitalidad regular o mala.
Semanas enteras de trabajo sin descansos, sueldos ínfimos y una infinidad de responsabilidades en sus cabezas y sobre sus espaldas: quitar, hacer la comida, medicaciones, apoyo emocional y trabajos que requieren fuerza.
“Cuando estaba interna tenía a mi hija pequeña viviendo igualmente con la usuaria. Si tengo que averiguar a una tercera persona que la cuide deja de salirme rentable trabajar. Fue una etapa muy dura y difícil de exceder”, afirma Heidy.
Chequeo a las empleadas del sector
El 65% considera su propia vitalidad como regular o mala
Zoila es dominicana y lleva 4 primaveras en España. Ahora mismo compagina el trabajo en cuatro casas diferentes, pero coincide con Heidy en la pasión por su trabajo. “Lo que más me gusta es cuando tú haces una cosa y ellos la reciben tan perfectamente, lo agradecen mucho. Para mi son como mis abuelas que ya no tengo, me encanta”, afirma Zoila a la vez que reconoce, entre risas, que tiene “la paciencia cultivada de hace días con mis cuatro hijos, psicológicamente estoy muy perfectamente plantá y aguanto perfectamente lo que sea”.
Y es que, aunque muchas mujeres migradas vean una primera oportunidad profesional en el trabajo del hogar, la existencia es que no es solo la indigencia, si no que es muy vocacional y digno. Las trabajadoras tienen que tener habilidades de empatía y cariño, características que conllevan una gran carga emocional. Heidy declara que le “nace desde chica lo de ayudar a los demás, lo he buscado yo”. “No vale cualquiera, ni todo vale”, asevera Zoila.
El pasado mes de septiembre se registraron a través del Auténtico Decreto-ley 16/2022 algunas mejoras para estas trabajadoras, mayoritariamente de origen extranjero. Se les otorgó el derecho a paro, se impidieron los despidos sin excusa y se pondrá en marcha una comisión para incluir sus dolencias en la relación de enfermedades profesionales. Adicionalmente, el texto prevé igualmente el incremento de políticas de formación y justificación de la profesión.
Por otra parte, es el primer año que el Comunidad de Barcelona realiza este curso, que ofrece compañía emocional y ayuda para la inserción profesional a las alumnas, todas ellas mujeres de América Latina. Esto les abrirá nuevos horizontes, como la posibilidad de trabajar en residencias, encima de permitirles dominar su ámbito de trabajo. “Además servirá para que las chicas conozcan sus derechos, que a veces te encierras, te acostumbras a lo que tienes, y cuesta ver más allá”, sentencia Heidy.
Sin incautación, democratizar el mundo de los cuidados va a resultar mucho más complicado por la compleja existencia que lo rodea. La última indagación de población activa (EPA) calcula que, del total de 545.700 personas que hay ocupadas en España en el sector doméstico, un 31% continuarán sin protección, es proponer, forman parte de la contratación ilegal.
Una vecina de Barcelona tuvo a una mujer interna en casa de unos familiares durante cinco primaveras. La cuidadora acababa de conseguir al país y la conocieron de la forma más frecuente, por el boca a boca. Como estaba en situación irregular, le hicieron un arreglo ilegal que duró hasta que pudo regularizar su situación tras tres primaveras de residencia. En este momento pasó a trabajar legalmente. “En el arreglo aparecía que hacía 8 horas al día, pero en realidad estaba interna. Para pagarle solo estábamos dos núcleos familiares, y nos resultaba inviable poder pagarle más de lo que le dábamos antiguamente (1.500 euros/mes)”.
Contratos ilegales
"Ahora me pensaría si aceptar poco en desafortunado, la vida está muy cara"
La situación puede cambiar, por ejemplo, cuando el número de personas que contribuyen al sueldo de la empleada aumenta. Otra vecina cuenta cómo no se replantearon hacer contratos ilegales por ser cuatro pagadores: “¿Y si pasa poco qué?”. Eso sí, afirma que no es manejable encontrar a cierto con papeles que te cuadre: “Trabajar en una casa en una ciudad es muy diferente a hacerlo en núcleos rurales muy pequeños, donde la empleada tiene que renunciar a muchas más cosas, aquí no hay nulo”.
Por su parte, Heidy asegura ser consciente de las dificultades económicas para las familias: “He trabajado muchas veces en desafortunado porque no podían pagarme más de 700 euros y necesitaban a cierto, lo hacía de forma altruista”. “Ayer iba tirando, pero la vida ha cambiado, todo es muy caro. Ahora me pensaría si aceptar un trabajo en desafortunado”, prosigue la profesional.
Leire, coordinadora del curso, no duda en especificar el sector de los cuidados como “feminizado y poco valorado”. Extirpar y responsabilizarse de familiares viene siendo tarea de las mujeres desde hace mucho tiempo, y esto tiene un impacto diverso en cómo asumen uno y otro géneros el carecer a una persona para su día a día.
“La mujer tiende a preocuparse más porque ella está acostumbrada a hacer todo, a cuidar de la casa, y ver que hay otra persona que lo realiza le hace distinguir mal”, afirma Zoila, y añade que “hay que averiguar la forma de hacerle ver que no eres una intrusa, siempre hay que preguntarle qué quiere y cómo lo quiere, aunque sea la comida del día. Consiste en abastecer al mayor su autonomía”.
En Barcelona, el Comunidad asegura que el 95% de las trabajadoras de las curas a domicilio o las empleadas domésticas son mujeres. En total, son 355.000 personas dedicadas a este oficio, con una reincorporación presencia de mujeres migradas y en situación de precariedad.
La coordinadora recalca que “cada vez hay más hombres. La sociedad avanza y hay que escudriñar el trabajo de muchas mujeres organizadas que se dedican al sector de los cuidados. Gracias a ellas se logran derechos y mejoras laborales”. Una de ellas es Zoila que, inmediato con dos mujeres más, acaban de crear la cooperativa Som Amb Tu. A través de ella, prestan diferentes servicios de cooperación “promoviendo su autonomía, mejorando su calidad de vida, y dignificando el trabajo de los cuidados, tanto para las personas usuarias como para los cuidadores”.
El 39% de las mujeres afirma que son ellas exclusivamente quienes se ocupan de las tareas domésticas, dedicando semanalmente una media de 25 horas. Adicionalmente, la brecha salarial de productos se sitúa en el 17'5%. En este contexto, el Comunidad de Barcelona ha destinado 187 millones de euros del presupuesto municipal a las políticas de curas. El servicio de canguro municipal, los VilaVeïna (unidades físicas que fomentan los cuidados comunitarios) o el servicio de atención domiciliaria son algunos de los proyectos del Consistorio.
Barcelona
Destaca la flamante puesta en marcha de la Maleable Cuidadora, que se presentó el 29 de septiembre y ya ha sido solicitada por 2.300 personas. Ofrece medidas y servicios gratuitos a las personas cuidadoras, como asesoramiento emocional o la posibilidad de tener una persona de confianza que las sustituya en caso de indigencia.
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