Las polémicas jurídicas lastran la estrategia del PSOE y acentúan las divisiones en el Gobierno

Con unos nuevos gravámenes a banca, corporaciones energéticas y grandes fortunas con amplio respaldo social frente a la crisis energética e inflacionista, y la batalla fiscal por las rebajas de impuestos desatada con el Partido Popular, que confronta un maniquí político neoliberal y otro socialdemócrata de defensa resueltamente de los pilares del Estado de bienestar –sanidad, educación y pensiones públicas-, coronado por la marea blanca que el pasado domingo resucitó en Madrid contra la trámite sanitaria de Isabel Díaz Ayuso, y la previa ruptura por parte de Alberto Núñez Feijóo del acuerdo para desbloquear el Poder Procesal, Pedro Sánchez estaba instalado en lo que en la Moncloa definían como “un situación campeón”. Rumbo a unas elecciones municipales y autonómicas en seis meses –muy determinantes encima como antesala de las generales previstas para diciembre del año que viene- en las que el PSOE exhibía la mecanismo escenificada con Felipe González en la conmemoración en Sevilla del 40º aniversario del triunfo electoral de 1982.

Pero los vientos de la política soplan con fuerza y transforman el decorado en cuestión de días, si no horas. La ruptura de las negociaciones con el PP para renovar el Consejo Militar del Poder Procesal aceleró el acuerdo entre el PSOE y Esquerra Republicana para impulsar la supresión del delito de sedición, por el que fueron condenados los líderes independentistas del procés. Y aún antiguamente de que el Congreso apruebe la semana que viene la toma en consideración de esta reforma del Código Penal, el propio Sánchez abrió la puerta todavía a una revisión del delito de malversación durante esta tramitación parlamentaria. Al tiempo, estalló otra intensa polémica jurídica, con la cascada de rebajas de penas a agresores sexuales en aplicación de la nueva ley del “solo sí es sí”. La consecuencia, según alertan algunos cuadros socialistas, es una desviación del foco en el situación clave fijado en la Moncloa y Ferraz, con un Gobierno de nuevo obligado a situarse a la defensiva para hacer frente al temporal desatado. Y una evidente acentuación de la división interna, ya en tres almas, en el Ejecutor de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos, delante las recurrentes fricciones entre Yolanda Díaz y la formación morada.







Fricciones


En la Moncloa y Ferraz alertan de la tensión en el espacio a la izquierda del PSOE: “Las guerras civiles tienen muy difícil sutura”

En la Moncloa y en Ferraz ya venían alertando de la “tensión” abierta en el espacio a la izquierda del PSOE, “desde hace tiempo”, entre la vicepresidenta Díaz y Podemos. “Ya vimos claras las diferencias durante la elaboración del tesina de presupuestos para el 2023 o en la negociación para la renovación del Consejo Militar del Poder Procesal”, advierten. Cerca de memorar que cuando Félix Bolaños y Esteban González Pons ultimaban los nombres de los nuevos vocales propuestos para el víscera de gobierno de los jueces, desde Podemos se quiso imponer públicamente la designación de Conquista Rosell, según piensan, para intentar dinamitar la negociación entre el Gobierno y el PP, donde ya se había resuelto evitar propuestas con un claro perfil político. Yolanda Díaz esgrimió otros nombres alternativos, precisamente, para evitar un veto de los populares. Feijóo finalmente dinamitó las conversaciones en curso, pero el choque entre la vicepresidenta y la formación morada fue evidente.

Con la sagacidad puesta no solo en la movimiento del Ejecutor, sino todavía en el nuevo ciclo electoral, mientras Yolanda Díaz construye su tesina Sumar de cara a las generales y Podemos afronta muy malas expectativas para las municipales y autonómicas, los socialistas les emplazaron a uno y otro a “resolver sus discrepancias”. Sobre todo, alegaron, “es importante que no se produzca una distracción del voto”. El ejemplo más nuevo que esgrimían es el de las elecciones autonómicas en Andalucía: la división en el espacio a la izquierda del PSOE solo sirvió para simplificar una sólida mayoría absoluta del PP. Aunque, por experiencia propia, los socialistas alertaban: “Las guerras civiles tienen muy difícil sutura”.

El debate sobre una posible reforma del delito de malversación en el Código Penal volvió a poner en alerta a algunos sectores socialistas que ya discrepaban de la supresión del delito de sedición. Pero todavía volvió a evidenciar posturas diferenciadas en el espacio a la izquierda del PSOE. Desde Podemos, Pablo Echenique advirtió de una revisión con “aristas”, que podía afectar a la lucha contra la corrupción, y no comprometió el respaldo de la formación morada, pese a que Jaume Asens, de los comunes, o Enrique Santiago, de Izquierda Unida, lo defendieron.







Polémica por los bienes de la ley de Permiso Sexual


La portavoz del Gobierno rechaza la ataque de las ministras de Podemos y demanda un “respeto completo” a la movimiento de los jueces

Y la reacción delante los bienes indeseados de la nueva ley de Permiso Sexual todavía acentúa la división en la coalición del Gobierno. Desde Podemos, las ministras Irene Montero y Ione Belarra, encima de Conquista Rosell, delegada del Gobierno contra la violencia de apartado, salieron en tromba en defensa de su ley destino, en la que no reconocen ningún “error” de técnica jurídica, y para manifestar a los jueces de “machismo”, por una interpretación errónea de la norma. Pero ministras socialistas como María Jesús Montero y Pilar Alegría advirtieron que si esta ley tiene alguna brecha para cumplir su principal objetivo, que es animar la protección de las víctimas de violencia machista, habrá que corregirla: “Si hay que mejorar la ley, se tendrá que hacer”, señalaron. Ahora perfectamente, la inculpación de “machismo” por parte de Podemos, que subleva a jueces y fiscales, está siendo respondida con contundencia por el PSOE. “El camino no es nunca descalificar a los jueces”, avisó la ministra Margarita Robles. “Hay que ayudar siempre el respeto completo a la movimiento de los jueces”, zanjó este jueves la portavoz del Ejecutor, la socialista Isabel Rodríguez. Y lo subrayó en nombre de todo el Gobierno. De nuevo, en todo caso, Yolanda Díaz no se alineó en esta polémica con Podemos.

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