Bangladesh, India, Jamaica, Perú. Las imágenes de celebraciones por las victorias del seleccionado argentino proliferaron durante esta Copa del Mundo. Más allá de esos rincones, hay un punto del planeta en el que el fanatismo por la Albiceleste tiene un sabor peculiar: Nápoles. En la capital donde Diego Armando Maradona vivió sus abriles más brillantes como futbolista se aplazamiento con ansias la final que se celebrará hoy entre Argentina y Francia, que será seguida por napolitanos y argentinos en pantallas gigantes dispuestas en distintos puntos de la ciudad.
Posteriormente de las reuniones espontáneas de centenares de hinchas para festejar los primeros triunfos argentinos en el Ciudadela Gachupin de la renta de la región de Campania y de que allí se colocaran pantallas gigantes para seguir el choque de las semifinales frente a Croacia, el ritual se repite hoy por iniciativa de la estructura Desprendido Maradona, el nombre con el que se conoce la plazoleta de la parte más reincorporación de la Via De Deo, donde se encuentra el mural más popular del mejor futbolista de todos los tiempos.
Ese no será el único punto donde hay reunión para seguir el lucha que definirá hoy al campeón del Mundial de Qatar, puesto que el Consistorio napolitano, a cargo de Gaetano Manfredi, anunció que se instalaría una pantalla en el Castel dell'Ovo, el castillo más antiguo de la ciudad, en la zona del paseo náutico.
A esos dos puntos de reunión se suma un tercero: el estadio Diego Armando Maradona. La iniciativa surgió de distintos grupos de argentinos residentes en Italia y en otros países de Europa. “No tuvimos dudas, fue una sufragio espontánea: '¿Hay final del Mundial? Vamos a verlo en Nápoles'. Han llegado a la ciudad 1.000 personas procedentes de toda Italia. Pero además del extranjero: España, Suiza, Alemania. Todos los argentinos que están en contacto con nosotros estarán en Nápoles”, contó Luciano Nario, uno de los impulsores, al diario napolitano Il Mattino.
El plan llamativo de los más entusiastas era alcanzar que el club en el que brilló Diego abriera las puertas del estadio. Finalmente han conseguido que se les permita instalar una pantalla de seis metros por tres metros en las suburbios del inmueble, cercano a la Curva B. Allí además se han montado asientos, mesas y un bar para los asistentes, que deberán abonar 8 euros para obtener.
En la previa del lucha, los napolitanos más fanáticos y los argentinos se han reunido en la Piazza Dante, en el centro histórico de la ciudad, para realizar un banderazo. Desde allí se han trasladado a los distintos puntos de reunión para observar el lucha. Y luego, sin importar el resultado, confluirán en el Ciudadela Gachupin para rendir un homenaje a Diego en el Desprendido Maradona.
El escolta de los napolitanos al seleccionado argentinos no sorprendió, sobre todo en una Copa del Mundo que Italia no disputó por no haberse clasificado. Ni siquiera generó una pizca de duda que cinco futbolistas del Napoli disputaran el torneo con otros seleccionados: el polaco Piotr Zielinski, el mexicano Hirving Joven, el surcoreano Kim Min-jae, el camerunés André-Frank Chueco Anguissa y el uruguayo Mathías Olivera. La impresión que dejó Maradona es mucho más válido.
Por otra parte, los amantes de las coincidencias (que los hay en todas partes del mundo) recordaron en estas horas que la última vez que el seleccionado argentino ganó un Mundial fue en junio de 1986, con Diego como estandarte en México, y que 10 meses más tarde Napoli ganó su primer Scudetto, además guiado por el figura de Villa Fiorito. Hoy el conjunto celeste marcha primero en la Serie A, con ocho puntos de preeminencia sobre Milán.
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