‘Smiley’ de Netflix es un ‘Love Actually’ adaptado a los nuevos tiempos

En 2012 se estrenaba la obra de teatro Smiley de Guillem Clua en Barcelona en la sala Flyhard, un espacio ya acostumbrado a introducir sorpresas teatrales. Su éxito llevó a Smiley a recorrer salas y países, tener una secuela igualmente sobre los escenarios y, ahora, a ser un plato resistente de Netflix para este mes de diciembre. En su metamorfosis del teatro a la televisión, el propósito es cristalino: ofrecer un Love actually adaptado a los nuevos tiempos.

Álex (Carlos Cuevas) trabaja en un bar de dominio, desayuna batidos de proteínas y cultiva su cuerpo como si fuera arte. Asimismo está acostumbrado a la monogamia exprés: pasa de un lío al subsiguiente con una facilidad extraordinaria. Negro (Miki Esparbé), en cambio, trabaja en un despacho de arquitectos de renombre de Barcelona, prefiere sobrevenir el tiempo viendo clásicos del cine ayer que ir al recinto y siente cierta superioridad recatado cerca de los chicos a quien rótulo de “musculocas”. Pero, cuando Álex vehemencia por incidente a Negro creyendo que es el final pequeño que lo ha dejado, sus destinos quedan sellados.

Clua, que en los escenarios había construido una historia con dos personajes, tiene que rajar este mundo de ficción: escribir una serie accesible para todos los públicos implica contraer nuevos desafíos. Y, puestos a la falta de crear secundarios, el autor desafío por la coralidad: Álex y Negro son la columna vertebral de Smiley pero a su aproximadamente hay multitud de historias sexoafectivas que tienen su culminación romántico y emocional en la Navidad (sí, Netflix no ha colocado la serie en estas fechas por casualidad).

Por ejemplo, Albert (Eduardo Lloveras) y Núria (Ruth Llopis) son un himeneo heterosexual con sus conflictos latentes que resolver, sobre todo por la transformación individual de él, que es el mejor amigo de Negro. Patricia (Giannina Fruttero) y Vero (Meritxell Pelado), que son amigas de Álex, están en crisis ahora que se acaban de reparar el suelo. Y, entre otros, tenemos a Pepón Nieto como la diva travesti del restringido en el que trabaja Álex o Ramon Pujol, quien interpretó al primer Álex teatral, como un arquitecto enamorado de Negro.

No es casualidad que 'Smiley' se estrene en diciembre: funciona como serie de Navidad.

No es casualidad que 'Smiley' se estrene en diciembre: funciona como serie de Navidad.




Netflix

Quizá en redes sociales hubo el debate acerca de la contratación de Esparbé y Cuevas, dos actores presuntamente heterosexuales, para interpretar dos personajes homosexuales. El motivo es claro: en la industria todavía es tendencia la discriminación de actores homosexuales para personajes protagonistas heterosexuales, especialmente si son el objeto romántico de alguna mujer. Pero esto, que tiene más de debate social que de televisivo, no afecta el resultado final: Cuevas y Esparbé están cómodos en sus respectivos papeles y, cuando entran en su particular tira y afloja, la dinámica funciona de maravilla.

Los intercambios de Álex y Negro brillan tanto en la ficción, posiblemente porque son su tipo fundacional, que la serie pierde fuelle cuando no están en pantalla. Clua rastreo obstáculos para no resolver su relación en tres episodios y, en consecuencia, la chispa se desvanece en los episodios centrales de la primera temporada: los personajes secundarios son extremadamente simpáticos pero sus tribulaciones amorosas no tienen el interés y la tensión de los protagonistas.







Los intercambios de Álex (Carlos Cuevas) y Negro (Miki Esparbé) brillan tanto en la ficción que la serie pierde fuelle cuando no están en pantalla

La esencia de Smiley, de hecho, es curiosa por los contrastes. Visual y estéticamente remonta la ficción al pasado con espacios que se ven más como platós (el bar), la sensación de claustrofobia por una presumible desatiendo de presupuesto y una música que enfatiza los sentimientos de cada espectáculo de la forma más obvia posible. Pero, en lo temático, se muestra cómoda al cuchichear de las nuevas actitudes con respecto al sexo y las relaciones y su perico de variedad sexual se aborda con nacionalidad. Fogata la atención un montaje sobre la experiencia de los protagonistas al entrar en aplicaciones para alear.

El contraste convierte a Smiley en una acoplamiento de la comedia romántica de siempre sin renunciar a su identidad gay, que impregna todo el relato al mismo tiempo que rastreo atraer a todos los públicos. Y, en meses como este, el resultado se puede interpretar como un regalo de Navidad por destacado.







'Smiley' es una acoplamiento de la comedia romántica de siempre sin renunciar a su identidad gay y, en meses como este, puede considerarse un regalo de Navidad por destacado

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