Y, en su tercera semana, ‘The last of us’ se postula para episodio del año

Es 30 de enero en el momento de escribir este artículo. Es paródico que se pueda conversar de un episodio de televisión como “de los mejores de 2023” cuando casi llevamos un mes del año. Pero Long long time, la tercera entrega de la primera temporada de The last of us, posiblemente fue concebido con este propósito: ser una abuso creativa, un capricho del argumentista Craig Mazin, para penetrar en las mentes de su conocido como un fortuna y despertar esta clase de conversaciones tan irritantes de “tienes que ver este episodio, incluso si no ves la serie, porque es una preciosidad”.

El profesor puede imaginar que es prácticamente ficticio escrutar en el contenido del episodio sin destripar detalles fundamentales que pueden arruinar el visionado del espectador. Y, para quienes no teman detalles no-específicos de The last of us, aquí un aperitivo: lo que convierte Long long time en una obra tan recomendable es que no tiene como protagonistas a Joel (Pedro Pascal) o Ellie (Bella Ramsey), quienes llevan la historia. En cambio, Mazin destina 74 minutos a dos personajes nuevos y la relación que establecen en centro del desastre provocado por el Cordyceps, el hongo capaz de infectar, matar y controlar cuerpos humanos como si fueran hombres-hongo.







El argumentista Craig Mazin destina 74 minutos a dos personajes nuevos y la relación que establecen en centro del desastre provocado por el Cordyceps

Se adentra en la moda de crear episodios especiales que destinan su metraje a personajes desconocidos o que proponen historias prácticamente independientes internamente de la temporada de la serie en cuestión como antaño hicieron Transparent, Girls, Mythic Quest, Forever, Station Eleven, The leftovers o incluso Perdidos en su incomprendido Exposé. Se puede no activo conocido los dos episodios anteriores y acaecer de los que vendrán y, aún así, supone una experiencia gratificante.

Existen distintas razones por las que este Long long time, que toma prestado su título de la canción de Linda Rondstadt, es un buen episodio (y, ahora sí, llegan spoilers específicos sobre su historia). Comienza con Bill (Nick Offerman), un hombre conspiranoico que, cuando FEDRA se hizo con el control del región tras el estallido de la oleada, estaba preparado para esconderse y morar en aislamiento. En teoría, no necesita nadie y desconfía de cualquier persona que se pueda cruzar en su camino. Pero, cuando Frank (Murray Bartlett) cae en una de sus trampas, el desconocido pone a prueba su humanidad.

Nick Offerman y Murray Bartlett deberían tener una nominación al Emmy en el bolsillo.

Nick Offerman y Murray Bartlett deberían tener una nominación al Emmy en el faltriquera.




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El primer medio ambiente interesante es que, posteriormente de ver caducar a Tess (Anna Torv) tras ser mordida y tomar un beso de un hombre-hongo, el espectador asume que ese cruce tiene que ser desgarrador, desalmado, violento, para colocarle otra vez contra las cuerdas. En cambio, el episodio se convierte en un respiro para el conocido, una hora y cuarto de drama romántico y de esperanza. Incluso tras el fin de la civilización, la humanidad y el inclinación puede florecer, en este caso entre dos hombres.

Craig Mazin, que había firmado el episodio independiente Backstory! de Mythic Quest, destina el metraje a mostrar la obligación de conexión de dos hombres, tratar el inclinación y la sexualidad desde la ciudadanía (qué detalle el de “tienes que ducharte” en emplazamiento de traicionar un arrebato de pasión) y, en resumidas cuentas, retratar los ciclos de una relación estable en la postcivilización.







El episodio tiene un equipo de postín: Mazin confía la dirección a Peter Hoar, quien firmó la miniserie 'It's a sin'

Mazin tiene un equipo de postín. Confió la dirección a Peter Hoar, quien dirigió la miniserie It’s a sin sobre la oleada del SIDA desde la festividad. Offerman y Bartlett ya tienen casi en el faltriquera una nominación al Emmy como actores invitados. Y todos entienden que en sinceridad se presenta una historia jovial sobre la importancia de conectar. Es una celebración que, incluso en sus instantes más tristes, se interpreta como un acto de inclinación al beneficio de la miseria que hay más allá de su paraíso particular.

Y, párrafo de la calidad intrínseca del episodio como historia, el valía del tercer episodio de The last of us asimismo reside en lo que aporta al conjunto de la obra serializada. Si el episodio con la defunción de Tess mentalizaba al espectador que incluso aquellos personajes con presentaciones principales tenían altas probabilidades de convertirse en setas, este da alas a la idea que se debe amparar la esperanza, la bondad, la buena fe, porque el hombre no siempre es un lobo para el hombre. Asimismo puede ser un amigo, un compañero.

Bella Ramsey y Anna Torv como Ellie y Tess.

La homicidio de Tess (Anna Torv) se compensa con esta tregua que da alas a la humanidad en el caos postapocalíptico. 




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O sea, con una historia de antemano desconectada de la trama principal, se acaba de construir la esencia de The last of us. Quizá conversar de la serie como una obra esperanzadora sea excesivo pero Craig Mazin y Neil Druckmann tienen claro que no pueden perder de aspecto la humanidad de los personajes, ya sean protagonistas o episódicos, para convertir el calvario de Joel y Ellie en una experiencia más íntima, que era la secreto del videojuego.







Con una historia de antemano desconectada de la trama principal, se acaba de construir la esencia de 'The last of us'

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