Una buena información, no por esperada, deja de ser una fantástica información. Modular la actividad de la meollo espinal para mejorar la función motora en pacientes con ictus, como ha conseguido un equipo de las universidades de Pittsburgh y Carnegie Mellon en EE.UU., era un duelo ineludible posteriormente de los estudios sobre equimosis medular del camarilla de Grégoire Courtine en la Escuela Politécnica Federal de Lausana.
Los resultados que describe ahora el equipo estadounidense son una prueba de concepto tremendamente ilusionante, que puede retornar a poner el mundo al trascendencia de un gran número de personas que han sufrido un ictus. Es un gran paso en el camino de estudiar a utilizar las tecnologías nuestro trascendencia para mejorar las funciones del sistema nervioso, un incentivo a hacer efectividad aquello que es posible.
Pero, adicionalmente, nos fuerza a entender mejor el funcionamiento del sistema nervioso. La celeridad con que ha aparecido el beneficio con la incitación activa, y que se haya mantenido posteriormente parcialmente sin la incitación, obliga a pensar en mecanismos que lo hagan posible.
Es un avance ilusionante que puede retornar a poner el mundo al trascendencia de un gran número de personas que han sufrido un ictus
Muchas veces hemos recurrido a la metáfora de la comparsa para explicar cómo funciona el sistema nervioso. Una partitura excelente, un conjunto de grandes músicos, un gran número de instrumentos y un director que los coordina a todos, para alcanzar una ejecución perfecta.
Cuando un herramienta, o un número de instrumentos, se estropea o dejan de estar disponibles, el director buscará la mejor forma de compensar la pérdida. ¿Quién mejor que el director, o el cerebro, para intentarlo? Ha sido muy útil, pero es una metáfora y no deja de tener limitaciones.
Pensemos que el sistema nervioso podría no ser una comparsa sino una gran costado de jazz y que el utópico sonido que produce es el resultado de la capacidad improvisar y adaptarse de cada músico a las aportaciones artísticas de sus compañeros. La perfección vendrá dada por la capacidad para optimizar la interpretación de un tema, considerando las aportaciones de cada uno de los demás componentes.
Si, de repente, una parte de la costado deja de tocar o lo hace de forma diferente, a causa de la equimosis neurológica, esta capacidad de amoldamiento puede volverse en contra del propio sistema. El sonido será antinatural, incluso podría alcanzar a resultar enfadoso.
El equipo de EE.UU. ha utilizado una técnica quirúrgica acertadamente conocida, segura y escalable
Hemos de pensar en el sistema nervioso como el gran improvisador. Hay un plan, un tema previo, pero el éxito de la función depende de la capacidad para adaptarnos a las variaciones del entorno.
Posteriormente de una equimosis, el problema no está solo en las neuronas que hemos perdido. Está en la capacidad de las restantes para retornar a interpretar la respuesta correcta a cada estímulo que nos llega.
La rehabilitación consistirá en inducir nuevas respuestas cuando las espontáneas no sean adecuadas. Pueden ser cambios en las estrategias, ayudas técnicas que fuercen a modificar la ejecución o compensen la equivocación de función, pero igualmente soluciones tecnológicas, implantables o no invasivas, que ayuden a modular la función existente, de forma controlada y adaptable al nivel de éxito de la respuesta. Rendir la capacidad de improvisación del sistema nervioso, para inducirle a improvisar, de nuevo, si la propuesta que hace no es la adecuada.
La incitación medular es una organización tremendamente atractiva desde un punto de horizonte técnico, porque es una técnica quirúrgica muy acertadamente conocida, acertadamente tolerada y relativamente escalable. Por otra parte, estudios complementarios apuntan en dirección a la viabilidad de estrategias de incitación no invasivas, que podrían tener un impacto clínico muy relevante y todavía más escalable.
Es un paso más, en la vestigio de un conjunto de avances recientes que nos han traído (ya no podemos aseverar que nos llevan) a un nuevo decorado en la rehabilitación neurológica donde la neurociencia, la robótica, la inteligencia industrial y las estrategias de neuromodulación permiten una neurorrehabilitación personalizada y de precisión para retornar a poner el mundo al trascendencia las personas con una equimosis neurológica.
Publicar un comentario