Entre la crítica social y la ciudad como producto en la narrativa en catalán

En el 2010, Isabel Obiols, que en aquel momento era editora de La Magrana, tuvo la idea de recuperar mi texto La ciutat interrompuda (2001) sobre el paso de la contracultura a la Barcelona postolímpica. Debíamos ponerlo al día. Había tantos autores, tantos libros y nuevos puntos de horizonte que lo que debía ser una nota se convirtió en un liberal estudio en el que, a diferencia del texto diferente, no se distinguían estilos de época : todo pasaba simultáneamente, muy mezclado: grandes diatribas y tremendos elogios, conciertos de violín y ráfagas de metralleta. Las conclusiones sirven para la letras sobre Barcelona que se ha publicado en los últimos cuatro o cinco primaveras. Por un banda, se ha creado una novelística del Maniquí Barcelona que ayer del 2001 no existía. Barcelona se ha convertido en un producto y ha generado unas novelas en las que letras y ciudad son incluso productos. 

Novelas temáticas: Enric Calpena deje de Joan Gamper y de los orígenes del Barça en El primer capità (Edicions 62, 2020), Pilar Rahola de Bernard Hilda y Barcelona en los primaveras de la Segunda Exterminio Mundial en L’espia del Ritz (Columna, 2021), Alfred Bosch de la construcción de la Sagrada Tribu en El temple dels pobres (Columna, 2022). Sin confiscación, el pandeo principal lo forman novelas críticas. Existe un malestar compartido por escritores muy diversos: de Julià de Jòdar a Llucia Ramis y de Borja Bagunyà a Armada Espasa. Julià de Jòdar es dialéctico, muy ácido. Ha publicado una gran novelística sobre la exposición de 1929, Els vulnerables (Comanegra, 2018). 

Muchos libros críticos plantean realidades alternativas: una ciudad transfigurada por la imaginación. En un determinado momento se pusieron de moda las historias apocalípticas: de David Castillo en Barcelona no existeix (Empúries, 2014) a Valentí Puig en Barcelona 2101 (Proa, 2018). Barcelona no tiene remedio: sólo nos queda el aislamiento, la sátira y la pataleta. Podríamos preguntar a los jóvenes críticos: “Si Barcelona te gusta tan poco ¿porqué te quedas?” 







⁄Hay cansancio, parece que la herida no supura tanto y la gentío ha perdido las ganas de hurgar en ella

En los últimos primaveras se han publicado una serie de libros protagonizados por señores y señoras que se largan. En Mamut de Eva Baltasar (Club Editor, 2022), que tiene una parte barcelonesa, ayer de que la protagonista se instale en el campo, encontramos una de las me­jores imágenes sobre Barcelona de estos últimos primaveras: la protagonista vive en un carretera adjunto al zoo, Baltasar describe de forma muy sugestiva la indicación de la espesura, que son los alaridos de las bestias en sus jaulas. 

Hay cansancio, parece que la herida no supura tanto y la gentío ha perdido las ganas de hurgar en ella. Las dos novelas de Adrià Pujol, Míster Folch (Empúries, 2019) y Els llocs on ha dormit Jonàs (Empúries, 2021), aportan una nueva visión de la ciudad, un paso más allá de Picadura de Barcelona (Edicions Sidillà, 2014), que es un texto fundamental. En Els llocs on ha dormit Jonàs escribe una estampa muy divertida ambientada en el Mobile. Es afirmar que Pujol incorpora un ambiente de la existencia contemporánea y que otorga una dimensión antropológica: es una novelística sobre las identidades a partir de la idea de los avatares de los videojuegos. En Els angles morts Borja Bagunyà (Periscopi , 2022) describe dudas y fracasos de la gentío de cuarenta primaveras. Aunque la estampa más potente no pasa en Barcelona sino en una agente en can Ruti.

Otra vía posible es la observación fragmentaria: Tina Vallès en El senyor Palomar a Barcelona (Emblema, 2021). Estos últimos días hemos asistido al retorno de Lluís-Anton Baulenas, un autor que ha escrito mucho sobre Barcelona, entre un mundo propio truculento y la novelística Sàpiens . Esta vez se tráfico de un texto sobre la especulación inmobiliaria, Seré el teu mirall (Comanegra , 2023). Mientras que Roser Caminals en Abans i després (Edicions 62, 2023), Eduard Màrquez en 1969 (L’altra, 2022) y Gemma Ruiz Palà en Les nostres mares (Proa, 2023) proyectan una inspección retrospectiva sobre la ciudad de la posguerra y los primaveras sesenta.

La mejor novelística de Barcelona es incluso retrospectiva: Entre l’infern i la glòria de Àlvar Valls (Edicions de 1984, 2020) que a partir del caso Verdaguer traza el retrato de la sociedad catalana que, vale para hoy.

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