Con el verano al acecho, muchas mujeres ya han empezado hace semanas la carrera para alcanzar el "peso ideal" y irradiar "perfectas" en tiempo récord cuando se vistan con el traje de baño. O dicho de otro modo, han iniciado la operación bikini, una de las dietas "asombro" con más seguidoras del mundo. Está tan normalizada que da miedo, y debería dárnoslo, ya que seguirla puede dañar y mucho nuestra vitalidad.
Son dietas asombro, afirma la Fundación Española de Dietistas-Nutricionistas, aquellas que proponen resultados rápidos, casi milagrosos; exageran o distorsionan la sinceridad científica de un nutriente o alimento y basan sus recomendaciones en un único estudio o en trabajos realizados con poca concurrencia. Características que coinciden con las de las propuestas elegidas por quienes se deciden a despuntar la operación bikini, cuyo objetivo principal es adelgazar los kilos sumados todo el año rápidamente.
Las dietas asombro proponen resultados rápidos, casi milagrosos
"Una de sus desventajas más conocidas es el intención rechazo o yoyó", declara la nutricionista y creadora del blog Nutrition is the new black Trofeo Lozada, que asegura que el 95% de personas que comienzan una dieta no la terminan. "No solo recuperamos el peso, sino que, según la evidencia nuevo, incluso acabamos pesando más que cuando arrancamos", afirma. Pero hay otras consecuencias físicas, como la inquietud de los niveles de leptina y grelina, las hormonas que se encargan de mandar las señales de saciedad; o la pérdida de músculo.
La dietista nutricionista Gabriela Uriarte, autora de los títulos Sin dieta para siempre y Hacer dieta engorda (Vergara), añade que los planes dietéticos como la operación bikini, en los que muchas veces nos prohibimos alimentos -los ricos en hidratos de carbono, por ejemplo-, suelen ir seguidos de un periodo de atracón. "La restricción alimentaria es como un péndulo: vamos aguantando, restringiendo más y más, y esa misma fuerza que ejercemos con destino a un flanco termina dirigiéndose con la misma intensidad con destino a el otro, del control al descontrol", advierte.
En sus libros, de hecho, cita los motivos por los que seguir siempre estas dietas acaba logrando el intención opuesto. "Fundes tu transformación. Cuando haces una dieta tras otra, tu cuerpo se adapta a la restricción: sufre periodos de hambruna y, con un fin de supervivencia, crea reservas energéticas", aclara. Es sostener, cada vez que seguimos una dieta, estamos entrenando a nuestro organismo para que gaste menos y ahorre más pringue.
Las expertas incluso se refieren a preocupantes riesgos para la vitalidad mental. Quienes siguen dietas con frecuencia, dice Lozada, tienen más posibilidades de desarrollar un TCA. "No digo que todas, estos trastornos se dan por un cúmulo de cosas, pero muchas personas comienzan así".
Adicionalmente, los dietantes crónicos están más expuestos al aislamiento, la irritabilidad, la ansiedad y la depresión. "Sufres una declinación de autoestima y sientes que eres un fracasado. Cuando dejas la dieta y pasas a ese descontrol que decíamos, empeora tu imagen corporal", añade Uriarte.
Lo sabemos, pero seguimos haciéndolo
Lo peor de todo es que los inconvenientes citados en este reportaje no son desconocidos para la población. Así lo demostró el crónica publicado por laAcademia Española de Alimentación y Dietética y la Fundación MAPFRE en 2020 Dietas asombro y sociedad española. Algunas de las conclusiones a las que llegaron fueron que 7 de cada 10 encuestados (74%) admiten que este tipo de dietas son un “problema” para la vitalidad, que “tienen mercadería negativos” (83%) y que cuando se hacen “no obtienen los resultados esperados a amplio plazo” (80%). ¿Por qué demonios las seguimos, entonces?
Escolta mucha relación con lo que se conoce como civilización de la dieta, un conjunto de creencias que premia, por encima de todo, la delgadez, y la asocia no solo con un mejor estado de vitalidad, sino con otros conceptos intangibles como el éxito. Esta tendría la fallo de que muchas personas sientan la carestia de estar siempre a régimen, pero incluso de que no nos alarmen prácticas tan peligrosas como que una famosa adelgace 7 kilos en tres semanas para ser posible en un vestido. "Que Kim Kardashian haga eso, está tan normalizado que da miedo. Todas en algún punto hemos intentado hacerlo. Es lo que se aplaude", afirma Trofeo Lozada.
En cambio, a muchas personas les incomoda que en anuncios de televisión salgan mujeres con tallas grandes, como ha ocurrido recientemente con una campaña de Adidas. "Nunca ha habido una gran visibilidad de cuerpos grandes, a pesar de que siempre han existido. Solo ha habido el ideal. Ahora se está rompiendo un poco con esto y a la concurrencia le saltan las alarmas", añade.
Esta violencia ejercida con destino a los cuerpos grandes no normativos se conoce como gordofobia. "Nos molesta mucho socialmente. Incluso adentro de las tallas grandes, hay cánones de belleza", dice la nutricionista Gabriela Uriarte, quien insiste en que la pluralidad corporal existe, tanto por en lo alto como por debajo, y que muchas veces las personas muy delgadas incluso son víctimas de esta violencia estética. "Todos lo somos".
¿Pero estar delgado es positivamente homólogo de estar saludable? Las expertas coinciden: no siempre. "Igual que puede acontecer vitalidad en un cuerpo vasto, puede no haberla en uno delgado. No se puede hacer un dictamen solo fijándonos en el aspecto de las personas", declara Uriarte. "La vitalidad es más compleja, y muy individual", añade Lozada.
Según un diagrama realizado por la agencia de diseño GoInvo sobre los factores que intervienen en la vitalidad de cada individuo (se tuvo en cuenta la información que habían publicado organizaciones como la OMS, NCHHSTP, Healthy People, Kaiser Family Foundation, NEJM, Health Affairs, Institute of Medicine y New South Wales Department of Health), nada más un 36% depende del comportamiento individual. El 24% son circunstancias sociales, el 22%, genética y biología; el 11%, cuidado médico; y el 7%, circunstancia físico.
Ni dietas, ni operación bikini
Si queremos irradiar saludables, los expertos tanto del ámbito de la sostenimiento como del médico coinciden en que una de las claves es, precisamente, seguir una comestibles saludable. "Mi recomendación es que comas lo que te venga acertadamente, conozcas una gran variedad de alimentos y modos de cocinarlos, y, sobre todo, que estés satisfecho con lo que comes", aconseja la nutricionista Trofeo Lozada, quien recuerda que el acto de yantar es muy social, va más allá de nutrirnos. "Yantar incluso es con quién comes y hacer dietas restrictivas puede afectar a tu vida social".
La dietista nutricionista Gabriela Uriarte, por su parte, insiste en que, si es lo que deseamos, es posible perder peso sin aliarse con la civilización de la dieta y seguir dietas asombro. "Hay que yantar de forma nutritiva y la cantidad suficiente. Agenciárselas ese qué necesito y no tanto qué debo hacer, basando nuestra dieta en vegetales de muchos colores que sean de temporada. Y tener claro que una comestibles saludable no tiene por qué excluir ningún comunidad de alimentos", apunta la experta, que añade que, si acertadamente hay que intentar perseverar esta comestibles en la medida de lo posible, no pasa ausencia si cuando salimos nos tomamos un trozo de pizza. "Ese trozo de pizza puede ayudar a una persona a frenar sus antojos, no tiene por qué prohibírselo".
En cuanto a la pregunta que se hacen muchos titulares en estas fechas del estilo "¿cómo conseguir un cuerpo 10 en bañador?" o "¿cómo verte acertadamente en bikini?", Uriarte recuerda que no hay peor crítico que nosotros y que si no nos vemos acertadamente en traje de baño y nuestra intención es conseguirlo, debemos enterarse que hay un trabajo de recibimiento muy vasto. "Se confunde el 'me tengo que paladear' con el aceptar como soy. No me tiene que paladear poco para cuidarlo, porque es lo que tengo", sostiene.
Trofeo Lozada cree que para irradiar acertadamente en bañador, lo primero es ponérselo. "Y echarnos mucho protector solar", bromea. Pero insiste en que si no estamos cómodas no debemos forzarnos. "Puede que algún día no te apetezca enseñar tu cuerpo en la playa, y no está mal que decidas no hacerlo. Pero si te atreves a dar el brinco, luego cuando estás ahí es menos complicado. Te das cuenta de que todo el mundo tiene algún tipo de confuso". Otra secreto, dice, es respetarse, tener compasión con una misma.
Nos da otro consejo. Si sabemos que vamos a ir a un circunscripción en el que se harán comentarios sobre nuestro cuerpo, una opción es ignorarlo, pero hay otra: balbucir con la concurrencia y explicarles que preferimos no balbucir de cuerpos ajenos. "Es interesante conversar sobre ello y, si tienes confianza, con más razón. El hablarlo puede ser un agente de cambio increíble", concluye.
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