Medio rostro de un hombre con los rasgos exagerados custodia bajo el ventanal de un tercer firme la calle de las Panses. Se encuentra sobre el curva que cierra la calle por la parte superior dejando por debajo el paso disponible a los peatones. El ocultación rodea este medio rostro, solo visible de la trompa hasta la mosca. Los fanales y la frente están cortados por el propio ventanal. Textualmente, tiene el ventanal por visera.
Se desconoce el origen de esta pequeña escultura. Puede ser simplemente una piedra reaprovechada como motivo estético en alguna reforma del edificio, aunque la opinión generalizada es que se tráfico de una de las carasses que antiguamente indicaban la presencia de un prostíbulo. Joan Amades, en su obra Històries i llegendes de Barcelona, asegura sin retención que no existen noticiario sobre la existencia de una casa de citas en esta calle, pero sí en la cercana de Portadores, lo que daría verdad a la hipótesis del reaprovechamiento y traslado de la figura, poco por otra parte muy habitual en Barcelona.
El enigma radica en por qué el rostro está cortado por el ventanal. Quizá sea porque la pequeña escultura innovador tuviera la parte superior dañada o simplemente fuera un capricho del constructor o propietario del edificio.
La costumbre de señalar los prostíbulos con un rostro esculpido se remonta a los siglos XVII y XVIII. Se trataba de una especie de código obligado entre los soldados y marineros, clientes habituales de estos establecimientos cuando llegaban a puerto y desembarcaban de sus navíos. De hecho, el rostro de la calle de las Panses se encuentra en la Ribera, el antiguo arrabal marinero de Barcelona.
Muy cerca se encuentran dos de las carasses más conocidas y mejor conservadas. Una se halla en la punta de la calle Mirallers con Vigatà. En este caso, es un rostro de mujer. No muy remotamente, en la punta de la calle de las Mosques —la más estrecha de la ciudad— con Flassaders, se conserva otro rostro masculino conocido por el nombre de Papamosques. Hay quien asegura que es una réplica del Papamosques de la catedral de Burgos, una figura que forma parte del cronómetro del templo y que abre y cierra la boca cada vez que da las horas. Pero la relación y el parecido son inexistentes.
La existencia de un antiguo prostíbulo señalizado con este rostro en la calle de las Mosques es actual. Incluso entre los barceloneses corría el dicho en catalán de que “al carrer de les Mosques hi fan funció a les fosques”.
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