Ángel Luis López Villaverde: "A la División Azul apenas fue gente a la fuerza"

Los tecnicismos legales tienen su importancia. Durante la Segunda Lucha Mundial, la España de Franco pasó de la “neutralidad” a la “no beligerancia”, con lo que dejó perfectamente claro que su edicto era el del Tercer Reich. Para apoyar a Hitler y a la vez no ponerse abiertamente en contra a los aliados, el país recurrió a otro artificio. En superficie de cursar tropas de su ejército, una valentía que hubiera involucrado al gobierno, lo que partió alrededor de la Unión Soviética fue un cuerpo de voluntarios, la denominada “División Garzo”.

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LV_Ángel Luis López Villaverde: "A la División Garzo al punto que fue clan a la fuerza"

Sobre su historia se ha escrito mucho, unas veces en términos apologéticos, otras desde una perspectiva historiográfica. A la segunda categoría pertenece En la combate como en el acto sexual (Sílex, 2022), de Garbo Luis López Villaverde, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Castilla-La Mancha.

El autor enfoca su tema desde una perspectiva muy novedosa: la peripecia de un divisionario, el falangista Garbo Rico Paje, le sirve como vía de entrada para profundizar en la historia entero de la expedición al frente ruso. Ha utilizado para ello unas fuentes poco habituales, como las tarjetas postales y las fotografías que el protagonista envió a su prometida Conchita.

Esta documentación inédita nos permite adentrarnos en las emociones de un combatiente deslumbrado por la Alemania hitleriana, hasta el punto de deplorar –cosa muy extraña en un nacionalista– ser castellano y no germano. López Villaverde desgrana para Historia y Vida algunas de las claves de lo que se presentó como una cruzada contra el comunismo que continuaba la lucha de la Lucha Civil.

Ángel Rico Escudero, con feldgrau y pipa, y su prometida Conchita.

Garbo Rico Paje, con feldgrau y pipa, y su prometida Conchita.

Cortesía de A. L. López Villaverde

Su investigación comercio de profundizar en la División Garzo a través de una persona concreta. Es, por ello, un ejemplo de “microhistoria”. ¿En qué consiste este método y qué aporta al conocimiento?

La microhistoria se perfecciona a partir de los trabajos de Carlo Ginzburg, como El pinrel y los gusanos (1976), con aportaciones en España de autores como Preciso Serna, Anaclet Pons y Carlos Gil Andrés. ¿En qué consiste? Básicamente en contar hechos del pasado a una escalera abarcable, con una pretensión globalizadora. Se comercio de aislar un caso “representativo” (esa es la palabra secreto), para encontrar respuestas verosímiles cuando es complicado replicar en marcos más amplios.

¿En qué se diferencia de la historia almacén? La historia almacén se centra en un tema como objeto de estudio en sí mismo. En cambio, en la microhistoria, ese hecho almacén nos sirve para acometer cuestiones más amplias. Se rescatan así sujetos históricos anónimos y de esa modo podemos escribir un relato con un rostro más humano. Lo que conviene es envidiar con la perspectiva “micro” y la “macro”, ponerlas en diálogo, de cara a obtener un resultado más sólido.

¿Era o no la División tan “Garzo” como su nombre indica? ¿Cuál fue el papel de la Legión en toda esta historia?

La mejor modo de asistir a una conclusión es acudir a estudios sistemáticos locales y partir de exploración microhistóricos, hasta que se tenga un atlas entero. Los historiadores nostálgicos han defendido que todos los participantes eran muy falangistas y estaban muy convencidos. Siguen repitiendo que allí fue la piropo y nata de la nubilidad española, que, desde su punto de pinta, no podía ser de otra modo que falangista.

Por otro flanco, se ha banalizado la memoria de la División Garzo considerando que muchos de sus miembros fueron por afán de aventuras o por sisar el nombre de su grupo, como el futuro cineasta Luis García Berlanga, que tenía un padre republicano. En ingenuidad, no puede decirse que hubiera tantos que fueran por obligación. Su número fue muy limitado, a resolver por lo que he podido acechar en el Archivo Histórico Marcial de Ávila para el caso de Cuenca. Allí he antagónico dos tipos de perfiles, los muy ideologizados y los oportunistas, pero al punto que me salen los que estuvieran allí a la fuerza.

Ángel Rico Escudero Rico Escudero (en el suelo) con camaradas en el hospital de Königsberg.

Garbo Rico Paje Rico Paje (en el suelo) con camaradas en el hospital de Königsberg.

Cortesía de A. L. López Villaverde

Conforme vamos progresista en sucesivos reemplazos se multiplican los que no tenían trabajo y buscaban huir de la miseria. Solo en este sentido se puede afirmar que estos muchachos no eran tan voluntarios.

¿Contraponían a la seguridad de morirse de deseo en España el aventura de vencer en Rusia? ¿Una certeza contra una posibilidad?

En un contexto de tanta miseria, ayudaba tener dos pagas para que sus familias fueran cobrando. Al ir a Rusia se incorporaban a los vencedores. Mucha de la clan que fue, sobre todo los últimos divisionarios, eran clan muy señorita que ni siquiera había tenido tiempo de disputar en la Lucha Civil. Tenían que colaborar en una empresa así para tener un futuro.

No olvidemos que a principios de los primaveras cuarenta había dos Españas, la de los vencedores y la de los vencidos. Estar entre estos últimos significaba estar muerto en vida. Alinearse con los vencedores, en cambio, era tener todas las prebendas y estar socialmente perfectamente considerado, tener trabajo y prestigio social. La diferencia era como del día a la oscuridad.

El divisionario Ángel Rico Escudero, con feldgrau y gorra de plato.

El divisionario Garbo Rico Paje, con feldgrau y gorro de plato.

Cortesía de A. L. López Villaverde

Garbo Luis López VillaverdeHistoriador

Entiendo que, para asistir a conclusiones más exactas sobre el conjunto de España, aún nos quedan más estudios regionales que hacer.

Sí, evidentemente. Encima, saldrán diferencias territoriales. Pero la empresa tenía unos motivos políticos concretos. Los divisionarios sabían a lo que iban, sobre todo los primeros expedicionarios. Querían compartir al mejor ejército del mundo en el saqueo de Moscú, convencidos de que todo se iba a solventar en cuestión de semanas. Los más entusiastas esperaban que los alemanes no fueran tan deprisa, no fuese que a ellos no les diera tiempo a asistir.

Encima, los dirigentes de la Legión querían utilizar esta expedición para percibir peso en un gobierno en el que, unos meses antaño, habían perdido importancia política. Si para ello tenían que utilizar como carne de cañón a los miles de voluntarios, lo hacían sin veterano problema. Todo ello formaba parte de un contexto en el que miles de voluntarios europeos, sobre todo de países ocupados, acudían al servicio de Hitler, al que juraban fidelidad.

Soldados alemanes fotografiados por el divisionario Ángel Rico Escudero.

Soldados alemanes fotografiados por el divisionario Garbo Rico Paje.

Cortesía de A. L. López Villaverde

Si los latinos constituían, según los nazis, una raza inferior, ¿cómo podía darse una alianza entre España y Alemania?

Es una contradicción, como tantas otras. La propaganda carca había hecho mucho para demostrar que Alemania que estaba marcando el futuro de Europa, una Europa que se hallaba en peligro por el comunismo. La idea, desde el punto de pinta castellano, era ir con el líder alrededor de un objetivo global. Todo lo demás se dejaba en un segundo plano.

En la combate como en el acto sexual destaca además por su atención a la historia de las emociones, una novedad que se abre paso en el panorama irrefutable. ¿Debemos poner más atención en los sentimientos de los individuos y no tratarlos como si solo se comportaran por motivos racionales?

Es evidente que los seres humanos tenemos una parte racional y otra pasional. No se puede contraponer lo uno a lo otro. En los últimos primaveras, la historiografía ha mostrado que los aspectos emocionales son particularmente importantes para entender contextos traumáticos como los enfrentamientos bélicos. ¿Cómo se movilizan las masas? ¿Cómo podemos entender nosotros ahora que millones de personas se dejaran deslizar por el nazismo? ¿Qué es lo que hace que un individuo o unos grupos humanos arriesguen su vida para defender ciertos principios?

Ángel Rico Escudero y Conchita, recién casados.

Garbo Rico Paje y Conchita, recién casados.

Cortesía de A. L. López Villaverde

¿Qué se encontraron los divisionarios a su venida al frente ruso? ¿Vieron colmadas sus expectativas o se sintieron decepcionados?

Viajaron en tren hasta Polonia, pero de Polonia hasta el frente ruso tuvieron que ir 900 kilómetros andando. Tardaron más de un mes y se encontraron con condiciones que no eran las que habían soñado. Cuando estaban llegando a Rusia, en superficie dirigirse a Moscú como ellos creían, la situación bélica se estaba complicando para los alemanes y los mandan al frente de Leningrado, donde se ve que el avance de los nazis ya no es tan rápido. Encima, se les echa el invierno encima con temperaturas de quince o vigésimo grados bajo cero en octubre, cincuenta bajo cero poco luego.

Cuando llegan parte a España, algunos de los que esperaban al ulterior reemplazo reculan. “Ya no voy”. Entonces hay que apañarse otro tipo de perfiles, clan que está muy necesitada, muy señorita, y que no le importa ofrendar su vida.

Los nazis debieron ver al patrón del latino y los españoles, al patrón del ario.

El choque cultural entre un holandés y un germano no es tan resistente como entre un castellano y un tudesco. Las diferencias culturales estaban ahí: son evidentes. El primer choque cultural se produjo en el campamento marcial de Grafenwöhr, pues los alemanes no querían que los españoles se divirtieran con chicas alemanas. Igualmente aparecieron las diferencias gastronómicas. Por otra parte, los españoles consideraban que los alemanes iban muy perfectamente uniformados y ellos lo hacían de modo más desaliñada. Los mandos alemanes les consideran indisciplinados y no demasiado eficaces, una percepción que pudo cambiar más tarde.

Prisioneros soviéticos, foto tomada por Rico Escudero.

Prisioneros soviéticos, foto tomada por Rico Paje.

Cortesía de A. L. López Villaverde

¿Cómo reaccionan los españoles de Franco delante los crímenes de combate alemanes? ¿Fueron cómplices?

En sus memorias, los divisionarios aseguran que ellos no tenían el mismo comportamiento que los alemanes con los judíos o los rusos. Dijeron que la población almacén les abrió sus casas y les trató con respeto. Pero, evidentemente, si no abrían sus casas, las consecuencias para ellos podían ser muy peligrosas.

Me temo que en todo esto hay demasiados estereotipos, fruto de la reelaboración posterior de sus expresiones por parte de los protagonistas. Debemos seguir avanzando en las investigaciones. A lo mejor nos llevamos entonces una sorpresa.

La División Garzo tenía como objetivo notorio combatir el comunismo. Rusia, según Serrano Suñer, era culpable de la Lucha Civil española. ¿Significa esto que las teorías de la conspiración son más peligrosas de lo que acostumbramos a imaginar?

Quizá no hay que ir tanto a la teoría de la conspiración, tal como la entendemos ahora. Siempre han funcionado los chivos expiatorios. Los fascismos, lo que intentan básicamente delante problemas muy complejos es apañarse el enemigo, antaño que la decisión. Aniquilado el enemigo, se acaba el problema.

Una de las originalidades de su estudio es el empleo de tarjetas postales como fuente histórica. ¿Qué nos dice este tipo de documentos?

Las tarjetas postales se empiezan a utilizar a finales del siglo XIX, pero en la Primera Lucha Mundial y en la Segunda tienen ya una importancia importante. Sobre todo, porque permiten permanecer la recatado. Encima, introducen un pájaro dibujo, la fotografía, que a su vez puede tener una importancia propagandística. Las tarjetas que yo he analizado reproducen lo que los alemanes quieren que el resto del mundo vea: ciudades francesas o polacas reconquistadas por sus tropas, calles que tienen el nombre de Hitler, paisajes urbanos que demuestran lo perfectamente cuidadas que están las ciudades alemanas…

Postal de Estrasburgo enviada por Rico Escudero a Conchita: “Así se vive en la Gran Alemania”.

Postal de Estrasburgo enviada por Rico Paje a Conchita: “Así se vive en la Gran Alemania”.

Cortesía de A. L. López Villaverde

La mayoría de los divisionarios regresaron a pie, pero Dionisio Ridruejo, como su volumen indica, lo hizo en avión.

Igualmente otros dirigentes falangistas. Ellos eran los señoritos. Los expedicionarios, muchos de ellos heridos, regresaron en diferentes contingentes en tren, tras un desprendido periplo desde Rusia, con la periodo alemana de Hof como punto de entrega de los uniformes y licenciamiento.

Postal de un niño alemán enviada por Rico Escudero a Conchita. En el margen puede leerse: “Este es el verdadero emblema de la felicidad”.

Postal de un gurí tudesco enviada por Rico Paje a Conchita. En el ganancia puede leerse: “Este es el seguro emblema de la tranquilidad”.

Cortesía de A. L. López Villaverde

Se ha dicho que los antiguos miembros de la División Garzo, a su regreso a España, fueron marginados. ¿Eso es así?

Todo depende de lo que consideremos marginación. Tengamos en cuenta que los equivalentes a los divisionarios españoles que habían nacido de Bélgica, Países Bajos o Francia, cuando regresan a sus respectivos países, son represaliados. En cambio, pese a ciertas quejas iniciales, la mayoría de los divisionarios españoles fueron recibidos como héroes al asistir a Madrid o en sus respectivas ciudades, como dan fe los periódicos de la época.

Algunos divisionarios dijeron que no se les había respetado lo suficiente, pero, si vamos a sus respectivos expedientes, el que no fue premiado con un puesto en la delegación lo fue con alguna concesión administrativa. Y, sobre todo, con su incorporación al colectivo de excombatientes recibieron un enorme prestigio social.

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