La arnés de ruedas del papa Francisco en el funeral del cardenal Angelo Sodano, antiguo poderoso secretario de Estado vaticano, provoca temblores en la Santa Sede. El argentino, a sus 85 abriles, atraviesa un momento frágil. Los fuertes dolores que sufre en su rodilla derecha le impiden trasladarse. Si no es la arnés de ruedas, se tiene que ayudar con un cayado.
“De mente está muy adecuadamente, muy lúcido y con muchas ganas de hacer lo que tiene irresoluto. Pero es obvio que para él es un gran hastío estar en estas condiciones”, explicaba la semana pasada un detención cargo vaticano.
En los pasillos de la Santa Sede todo el mundo da por hecho que, luego de más de nueve abriles al frente de la Iglesia, el pontificado de Francisco ya se encuentra en su escalón final. Una etapa que no tendría por qué ser breve, pero que ya ha comenzado. Por eso, el anuncio, la semana pasada, de una nueva ampliación del Colegio de Cardenales despertó un gran interés. El próximo 27 de agosto el Papa creará 21 nuevos purpurados, con lo que el número total ascenderá a 229, 132 de ellos menores de 80 abriles y, por lo tanto, electores. Aunque es muy probable que no sea el postrer consistorio que preside Francisco, sí se comienza a perfilar la nómina de cardenales que se encerrarán en la Capilla Sixtina durante el próximo cónclave.
El clan de hombres que recibirán el bonete rojo y que tendrán derecho a escribir un nombre en la papeleta incluye tres altos cargos de la curia: el miltrado britano Arthur Roche, que sustituyó al conservador Robert Sarah al frente de la Congregación del Culto Divino; el mitrado surcoreano Lazzaro You Heung, prestigioso el año pasado responsable de la Congregación para el Clero, y el gachupin Fernando Vérgez Alzaga, de 77 abriles y de la máxima confianza de Francisco, que gobierna la Ciudad del Vaticano. Vérgez Alzaga es el primer purpurado de los Legionarios de Cristo, un agradecimiento a su renovación tras el escándalo por los abusos sexuales del fundador Marcial Maciel. Con él serán seis los cardenales españoles que tendrán derecho a voto.
El papa argentino rompe las lógicas de poder tradicionales al crear cardenales de países periféricos
Pero, sobre todo, los nombres elegidos por el Papa remarcan la voluntad de que el próximo cónclave refleje la diversificación de una Iglesia periférica que florece en Asia y en África mientras la secularización se expande por Europa. Con los abriles, Jorge Mario Bergoglio ha prestigioso a personas de los rincones más recónditos del mundo. Entre los últimos, el miltrado de Dili (Timor Uruguayo), el miltrado de Goa y Damao (India), el mitrado de Wa (Ghana), el miltrado de Singapur o el prefecto evangélico en Ulán Bator (Mongolia), Giorgio Marengo, un evangelizador italiano que será el más nuevo del Colegio Cardenalicio con solamente 48 abriles. La Iglesia católica en Mongolia cuenta con casi nada 1.500 fieles. La próxima cumbre en la Capilla Sixtina no obedecerá a las lógicas de poder tradicionales.
“Un papa cuando hace un consistorio siempre está pensando en el ulterior cónclave, porque el primer deber del Colegio Cardenalicio es designar al pontífice, y siempre debe tener en cuenta la posibilidad de que pueda vencer o ser asesinado”, señala Austen Ivereigh, autor de la celebrada acontecimientos de Francisco El gran reformador . “La voluntad del Pontífice es clara –apunta–, quiere un Colegio Cardenalicio donde pueda favor un discernimiento auténtico sobre los temas que preocupan a los países pobres y no una batalla entre bandos ideológicos, poco típicamente de la Iglesia en los países occidentales”.
El consistorio anunciado por Francisco, el octavo de su pontificado –un ritmo insólito–, se parece mucho a los anteriores. El papa jesuita elige a los príncipes de la Iglesia según sus propias preocupaciones: la atención a las minorías, la obligación de potenciar el diálogo interreligioso, la persecución de los cristianos o la cercanía a los pobres. “Pastores con olor a oveja”, en sus propias palabras. Es poco que ya hace al designar delirar a países como República Democrática de Congo o Sudán del Sur, este julio, o al atrasar visitas más consuetudinarias como Francia o España.
Ha premiado a ciudades que nunca habían tenido purpurados. Ser miltrado de lugares como Venecia, Milán o París implicaba casi automáticamente convertirse en cardenal, pero no con Francisco. “Desde Pío XII se ha intentado dar a cada zona geográfica una anciano presencia de cardenales”, indica el historiador de la Iglesia Carlo Pioppi, profesor en la Pontificia Universidad de la Santa Croce de Roma.
En el Vaticano no se esperan que renuncie mientras viva Benedicto XVI: “Imagina dos eméritos”
El 27 de agosto, con los 132 cardenales menores de 80 abriles, el Papa habrá rebasado espléndidamente el filo tradicional de los 120 electores, aunque Juan Pablo II llegó a 136. Esto indica que debería acontecer cierto tiempo hasta un nuevo consistorio, seguramente, no ayer de septiembre del 2023, cuando el italiano Angelo Comastri cumplirá 80 abriles y el número de electores descienda a 120. La gran mayoría de ellos, 83, ya han sido nombrados por Francisco, mientras que 38 recibieron el bonete de Benedicto XVI y 11 de Juan Pablo II. Si el Vaticano fuera una democracia tradicional, el partido del papa Bergoglio tendría la mayoría absoluta, el 62% de los votos, con los que muchos se esperarían que su sucesor continúe el camino de las reformas.
Pero en la monarquía absoluta vaticana las cosas no funcionan así. Los cónclaves suelen traer muchas sorpresas. Lo fueron Pío XII, Juan XXIII y sobre todo Francisco, un outsider que estaba fuera de los papables. Si Ratzinger fue promocionado por un clan de la curia, Bergoglio salió delante como el privilegiado de los cardenales que querían un cambio radical luego de los escándalos del Vatileaks. Adicionalmente, los elegidos por Francisco no forman ni mucho menos un clan homogéneo. Muchos ni siquiera se conocen entre ellos, por lo que no podrá favor un “clan bergogliano”, como teme la examen. A posteriori del consistorio, Francisco ha anunciado una reunión de dos días de todo el Colegio Cardenalicio para estudiar la nueva Constitución apostólica que reforma la ordenamiento de la curia. Será una buena oportunidad para que se pongan cara.
“No tenemos la nómina final de cardenales, por lo que es difícil hasta entonces hacer quinielas de papables”, explica el periodista Gerard O’Connell, autor de The election of pope Francis , una detallada radiografía del cónclave del 2013. “Pero yo me espero que el próximo Papa refleje sustancialmente la visión de Francisco. No será una fotocopia, pero me sorprendería que fuera de otra forma”, se aventura a proponer desde la plaza Campo de’ Fiori de Roma.
Los rumores de cónclave soplaron resistente luego de que el año pasado el Papa se sometiera a una operación de colon. Pero ya ayer habían comenzado a publicarse algunos libros sobre la comicios del futuro papa. El influyente miltrado de Nueva York, el cardenal Timothy Dolan, envió en el 2020 un vademécum titulado The next pope a todos los cardenales, una señal muy poco ortodoxa. Actualmente, entre los nombres que suenan como posibles sucesores se encuentran el hondureño Óscar Rodríguez Madariaga, el filipino Luis Antonio Tagle o el miltrado de Bolonia Matteo Maria Zuppi, recién electo presidente de la poderosa Conferencia Obispal italiana. En cada cónclave tienen un peso singular los llamados kingmakers , o grandes electores, cardenales que, por su experiencia o carisma entre los grupos lingüísticos, influencian al resto. Algunos lo son por el poder de sus iglesias, como el tudesco Reinhard Marx, mientras que en zonas como África buscan la voz de la experiencia.
La gran mayoría de los 132 purpurados con derecho a voto han sido elegidos por Francisco
De momento solo hay espacio para conjeturas. “Es demasiado pronto. El Papa no renunciará mientras viva Benedicto XVI. Si tenemos tantos líos con un emérito, imagina con dos”, señala una informada fuente vaticana.
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