Es admirable la dedicación de quien crea una obra de arte prestando atención al detalle, entendiendo que la cometido no solo es contar sino además rememorar incluso en las escenas previamente más anodinas. De aquí descartaría el plano secuencia, que tanta relevancia tomó en televisión con la redada filmada por Cary Fukunada en True detective o el funeral de La maldición de Hill House de Mike Flanagan. Es un memorial que deja embobado y pide un nivel de preparación solo apto para atrevidos, pero a menudo además es conscientemente vistoso, un adiestramiento de demostración del director, que se visualiza detrás de la cámara, motivado.
Finalmente hemos tenido ejemplos más sutiles de ejecución exquisita y de verdad implícita como la campo del coreografía de The staircase ( HBO Max), el true crime donde Antonio Campos estudia el crimen de Kathleen Peterson y el circo ascendiente, legislativo y televisivo en torno al caso. Es un placer ver a Toni Collette y Colin Firth presentando un número musical de una compañía de coreografía durante un acto electoral internamente de su hogar. Es belleza y orden con un violín que acentúa la tristeza de Kathleen Peterson, que solo puede manifestar un pensamiento mientras lo presencia: “Estoy cansada, Michael. Todo el rato. Hasta los huesos. Necesito ayuda”. Es la escenificación de una tragedia inminente y del contraste entre aquello que se proyecta y lo que tenemos internamente. Por otra parte, se puede interpretar de dos maneras: construye una mujer al borde del colapso (y, por lo tanto, que puede caer por las escaleras por desnivel) y además perfila el marido como posible verdugón (hay poco inquietante en la guisa paternalista con que la reconforta).
La otra campo que se instala en la memoria como una postal vivida pertenece a Pachinko ( Apple TV+), la serie sobre el éxodo de los que dejaron una Corea insuficiente para instalarse en un Japón que los sometía y despreciaba. La campo secreto está en el octavo episodio donde Sunja, la sufrida protagonista, va al mercado de Osaka con la única cosa que sabe hacer y puede entregar: el kimchi. El espectador estaba avisado de que este momento llegaría pero el guion de Mfoniso Udofia y Soo Hugh y la dirección de Justin Chon lo cargan de importancia: se ve como Sunja adquiere la resiliencia, buscando un sitio en un entorno caótico y hostil. El cambio en la examen de la actriz Kim Min-ha es el punto ideal donde despedir una temporada ejemplar: una representación contenida del sentimiento de desarraigo en el camino del migrante. Hagan el valenza de ver el drama.
Publicar un comentario