Hay momentos en la historia de los pueblos y, sobre todo, de los gobiernos en que parece que todo se tuerce. Este podría ser uno de ellos. Se puede demostrar en muchos episodios de la vida política. Catalunya, por ejemplo: el llamado “conflicto” nunca estuvo tan calmado en los últimos diez primaveras. Entre la engaño soberanista, el cansancio social y la pobreza o promesa de diálogo, nadie vislumbra hoy el temido choque de trenes. Sin secuestro, algún descubre la miseria de las inversiones del Estado y el agravio que suponen y se vuelve a echar gasolina al incendio. Ya hay un argumento más para retornar a la agitación.
Otro ejemplo: la rentabilidad social de la política de Pedro Sánchez. Presume de tener afrontado la crisis sanitaria y económica con criterios de conciencia, a diferencia “de otros”. El presidente dijo en el Senado que luchó para defender a las familias y a las empresas. Tiene buenos datos de empleo. Subió el salario imperceptible en porcentaje más que apreciable. Creó el Ingreso Reducido cardinal. Ayudó económicamente a los jóvenes. Sin secuestro, el Partido Socialista no despega en las encuestas de intención de voto, Carlos Mármol hablaba ayer aquí del crepúsculo del socialismo andaluz y hay síntomas de que el voto de la indignación, que antiguamente era de izquierdas, ahora está seducido por el populismo ultraconservador.
Tercer ejemplo, la política foráneo. Con imaginación y tenacidad, Pedro Sánchez y su vicepresidenta Teresa Ribera consiguen el aval europeo para topar el gas y disminuir el precio de la luz. Fue su gran esquema del curso político. Pero la gobierno de la crisis con Marruecos emponzoñó toda la política foráneo y dejó al presidente en una penosa soledad parlamentaria y a España como un país torpe, poco fiable para la ofendida Argelia, débil delante las presiones (¿chantajes?) de Rabat y con amargos interrogantes sobre el futuro energético, sobre la desliz de inteligencia para explotar la relación con Argelia frente a Italia. Por si faltase poco, es un enigma que no se haya encomendado al rey Felipe VI la relación monarca a monarca con Mohamed VI.
Son tres hechos y réplicas producidos en el cortísimo plazo de una semana, que dan idea de lo voluble que es la situación y lo poco controlada que está por el Ejecutor. Los enseres en la opinión pública se empezarán a ver el día 19 en Andalucía, si los resultados son extrapolables, que está por ver. ¿Es infortunio, mal gobierno, cambio de ciclo? Quizá un poco de todo. Contra los tres, Pedro Sánchez podría anotar dos lecciones que se desprenden de su primer cara a cara con Núñez Feijóo. Primera escarmiento: si sigue sin contestar a las preguntas de los líderes de la competición y contesta con ataques a quien le interpela, produce la impresión de que no sabe explicar sus hechos. Como le dijo Feijóo, sabe resistir, no regentar. Y segunda escarmiento: la competición nunca es un estorbo; esa es mentalidad totalitaria. A la competición hay que implicarla en la gobierno y en asuntos de Estado como la política foráneo. Si sigue sin hacerlo, Sánchez se volverá a humillar con el triste espectáculo de su patética soledad.
RETALES
Acoso. Si las invitaciones a cacerías y sus gastos son donaciones o incrementos de patrimonio, tiene trabajo la Agencia Tributaria: una vez liquidado el rey Juan Carlos, puede expedientar por lo menos a la centro de la clase dirigente de este país, política y económica.
Ilusiones. Posterior estudio de J. J. Toharia (Metroscopia): adiós, optimismo de la nueva normalidad. De enero a hoy, la sociedad ha perdido 25 puntos porcentuales de la ilusión que tenía, ha aumentado cinco puntos su cansancio, siete el enfado y cuatro el miedo. Venga, Gobierno, analice por qué.
Izquierda. Interesante la indagación de responsables de la desmovilización de la izquierda. ¿Solo por lo que airean sus diferencias, como dice Sánchez? Si solo fuese por eso, sería harto manejable la decisión.
Libros. Curiosa la defensa de la ministra de Educación delante las acusaciones de adoctrinamiento: no se puede censurar los libros de texto. ¿Ah no? ¿Les pueden enseñar a nuestros hijos lo que quiere un autor que desconocemos?
Salarios. Letrado: los salarios en las grandes empresas suben un 5,5 %. Felicidades a los agraciados. Si se sube eso a los pensionistas, algún diría que están arruinando al Estado.
Perfecto. Los políticos se superan en sus artes de simulación. Dijo Boris Johnson luego de tener sido cazado en fiestas y mentiras: “Nadie ni nadie nos va a impedir seguir cumpliendo con el pueblo”.
Publicar un comentario