La mujer que hizo posible la fachada del Naixement de la Sagrada Família

La historia oficial de la Sagrada Família recoge que en sus inicios, en medio de pequeños donativos, hubo uno que por su cuantía permitió hacer un brinco importante en las obras y especialmente en la portada del Principio. Y asimismo se dice que la misteriosa donante respondía al nombre de Isabel. Poco más se sabía. El arquitecto y escritor japonés Tokutoshi Torii apuntó que se podía tratar de una tercera esposa del industrial y favorecedor Joan Güell, pero ahora Julià Bretos, uno apasionado de Gaudí, no solo lo ha rechazado sino que le ha puesto nombre: se llamaba Isabel Bolet i Vidiella y era viuda del propietario de una importante herrería.

En torno a Gaudí y la historia de la Sagrada Família son muchos los historiadores y estudiosos que investigan, que buscan un croquis desconocido, una nueva foto del arquitecto o aquella filmación que se sabe que existe pero no acaba de salir. El historiador del arte Josep Casamartina opina que hay que ir con cuidado porque “ Gaudí se ha tratado muy hagiográficamente” y algunas de sus biografías están “llenas de pifias”. Así que vamos por partes.

El gran promotor de la Sagrada Família fue el filántropo y papelero Josep Maria Bocabella, fundador de la Asociación Espiritual de Devotos de San José. Desde esta entidad, que llegó a tener 600.000 socios, y de la revista El Propagador de la devoción de San José, con 25.000 ejemplares, lanzó la idea de construir un gran templo dedicado a la Sagrada Família. Bocabella compró los terrenos de Sant Martí de Provenzales y luego de un primer intento fallido con el arquitecto Francisco de Paula, le recomendaron al mozo Antoni Gaudí, de tan solo 31 abriles, para dirigir las obras. La primera piedra del templo se puso en 1882 y se empezó una construcción inicialmente prevista en diez abriles, a partir de los donativos populares.

Las limosnas de los “ josefinos” no fueron las esperadas y las obras se empezaron en parar. Aun así, a partir del año 1891 llega una misteriosa donación. Según la revista El Propagador , de agosto de 1891 a mayo de 1986 se ingresaron entre 2.500 y 5.000 pesetas mensuales, y de junio de 1896 a febrero de 1898, 15.000 cada mes. Añadidas a una última participación de 10.000, el 15 de marzo de 1898, sumaban 577.500 pesetas. A quién se debe tanta esplendidez, se preguntaba dicha publicación en un artículo de 1 de junio de 1898. “ En primer término a Todopoderoso, en segundo a San José y en tercero a una muy piadosa persona”. Y acababa diciendo: “ Merced a esos 115.500 duros han podido las obras del Palacio que en Barcelona levantamos a la Sagrada Comunidad aventajar tan prodigiosa y rápidamente como todo el mundo contempla y admira”. Unos abriles más tarde, en 1926, la misma revista le pone nombre: “ Doña Isabel”. Y añade: “ Al expirar dejó al templo su cuantiosa fortuna, precisamente, ¡oh Providencia! En el momento en que se abrían los cimientos de la monumental, de la hechicera portada que no se sabía como avalar”.

Tokutoshi Torii creía que el patrimonio era de la tercera mujer de Joan Güell, pero sus biógrafos lo niegan

Hasta aquí los únicos datos comprobados que nos ratifican desde el Archivo de la Sagrada Família. Tokutoshi Torii en un artículo del 2002 decía que este medio millón de pesetas representaba más de la centro de las limosnas recaudadas en el periodo 1891-1898. Calificaba la ayuda de “fenómeno” y decía que solo era comparable a otros dos cheques anónimos que llegaron luego de 1915, uno de ellos de 800.000 pesetas. Torii señala que “se muy probable que la doña Isabel del representante sea la tercera esposa de Joan Güell y que su hijo Eusebi, haya sido el donante de estos cheques”.

Pero la doctora en Historia del arte Raquel Lacuesta, autora de la vida de Eusebi Güell, conexo con Xavier González Toran, asegura que no existió una tercera mujer del favorecedor Joan Güell. Tuvo dos, las hermanas Francesca y Camil·la Bacigalupi y Dulcet que murieron en el momento de tener sus hijos y ya no se volvió a casar. Siquiera se ha localizado ningún documento que pruebe que su hijo Eusebi o su mujer, Isabel López y Bru, contribuyeran a financiar el templo.

Y aquí aparece Julià Bretos, profesor de instituto e informático, que acaba de anunciar un pequeño manual Sapos y culebras ( Ed. Círculo Rojo) y tiene un acuerdo con la editorial Almuzara para anunciar una interpretación novelada sobre la misteriosa dama. Bretos está en condiciones de consolidar que se proxenetismo de Isabel Bolet i Vidiella, nacida en Vilanova i la Geltrú, de origen humilde, que se quedó huérfana pronto y la casaron por poderes con su primo hermano, Ignasi Marqués i Bolet, que entonces vivía en Cuba. Ignasi no es de los que hizo patrimonio en las Américas, pero si su hermano Manuel, que lo ayudó más tarde a crear la fragua Sant Josep, primero en Vilanova y luego en la villa de Sants, considerada la segunda más importante de Catalunya.

El boda Marqués- Seta vivía en el paseo de Gràcia número 6, donde ahora está El Corte Inglés. Pero el marido murió en 1885 de cólera, que había cogido en Ripoll. Parece que ayer ella ya se había ofrecido a avalar una capilla dedicada a Santa Isabel, pero no la Isabel prima de la Doncella, sino la Isabel de Hungría, y Gaudí dijo que no, que las capillas debían estar consagradas a la Sagrada Família. Isabel Bolet murió el 9 de septiembre de 1888, a los 63 abriles, de pulmonía y está enterrada en el cementerio de Piera, ciudad originario del marido. Y en su testamento dejaba en manos de los albaceas su herencia. “Al abogado Joaquim Almeda le encargaba la saldo de la herrería y que el patrimonio fuera para la Sagrada Família”, explica Bretos.

Isabel Bolet era viuda de Ignasi Marqués, propietario de la forja Sant Josep, de Sants, que se vendió

Hasta lograr a esta conclusión, Julià Bretos ha empleado dos abriles y medio a investigar y gracias a un choque de suerte tras otro ha llegado a su objetivo. Otro experimentado diletante, Jesús Serdio, había enemigo la esencia en un artículo de El Diluvio (4 de abril de 1896) donde se leía: “Otro bonachón de San José, como Bocabella, el que fue propietario de la Herrería de San José de Sants, al expirar dejó a su esposa su fortuna entera, y ésta, al expirar, al templo de la devoción de su cónyuge, de modo que los nombres de los señores Bocabe lla y Marqués han de marchar unidos en la historia del templo de la Sagrada Comunidad”. Estiró el hilo y eso lo llevó a demarcar el panteón de Manuel Marqués, al cementerio de Montjuïc, y el registro de defunción de su hermano Ignasi. Finalmente allí aparecía el nombre de Isabel Bolet. Después localizó el testamento de Isabel en que pide confidencialidad a su albacea con respecto a las futuras donaciones. 

Joaquim Almeda i Roig, que en el año 1899 sería seleccionado decano del Colegio de Abogados de Barcelona, es quien trató con Bocabella, y a su homicidio con Manel de Dalmases, el reparto del patrimonio. Bretos recuerda que “César Martinell, biógrafo de Gaudí, explica que Dalmases animó en Gaudí a utilizarse el patrimonio rápidamente ayer de que el mitrado los destinara a otro fin”. El testamento fue impugnado por los cuñados y en los archivos de la Sagrada Família las donaciones mensuales quedaron apuntadas bajo un único concepto: “una donación”. Y ya se sabe que los legados siempre tienen un punto de ocultación. Y Bretos añade que detrás de esta donación hay “una historia impensable de acto sexual y engaños” que se irá revelando.

Otros biógrafos de Gaudí elevan la guarismo del representante a un millón de pesetas pero todos coinciden en su importancia para que la Sagrada Família se planteara como un templo inusual y no como una capilla más. Y asimismo destacan la relevancia que tuvieron los dos talones que llegaron el 1915-16. Iban a nombre de la Asociación de Obras, pero el mitrado decidió que el patrimonio pasaba a unos fondos de reserva y solo se gastarían los intereses, hecho que provocó división y dimisiones. El patrimonio se ingresó durante eliminación civil en un Porción de Londres y luego del conflicto se utilizó para reparar la cripta y otros espacios estropeados. Pero esta ya es otra historia.

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