Permanecieron en paradero desconocido ocho décadas tras ser salvados en 47 cajas de madera, quizá de rifles, por la CNT-FAI durante los bombardeos de Barcelona de 1939. Pasaron por París, se quedaron en Inglaterra en la Segunda Pugna Mundial y llegaron en 1947 a su destino, el Instituto Internacional de Historia Social de Amsterdam, que ya tenía documentos de Marx o Bakunin y uno de cuyos fundadores era anarcosindicalista. Allí las 47 cajas siguieron cerradas hasta la homicidio de Franco. En los ochenta se abrieron, pero no se dio importancia a las miles de imágenes que contenían, procedentes del Archivo Fotográfico de las Oficinas de Propaganda de la FAI. Se prefirieron otros documentos de los anarquistas catalanes.
Solo en el 2016 Almudena Rubio, investigadora del centro holandés, ve su valencia y descubre, gracias a libros de anarquistas como Emma Goldman o Augustin Souchy, a los que acompañaron por el país, que hay centenares de imágenes de dos grandes fotógrafas, la húngara Kati Horna y Margaret Michaelis, nacida en el imperio austrohúngaro de 1902. Que pusieron sus cámaras al servicio de la revolución social de la retaguardia catalana, aragonesa y valenciana en la Pugna Civil. Ahora un centenar de esas fotos se exhibe hasta el 24 de julio en la Calcografía Franquista de Madrid en una muestra coproducida por PhotoEspaña y la Diputación de Huesca, Las cajas de Ámsterdam: Kati Horna y Margaret Michaelis en la Pugna Civil , que luego se verá, aumentada a 220 fotografías, en La Virreina Centre de la Imatge de Barcelona.
La exposición viajará a La Virreina Centre de la Imatge de Barcelona muy ampliada, con unas 220 imágenes
Fotografías que muestran a niños de colonias con gorros de milicianos, iglesias transformadas en tiendas de muebles con colchones apilados en el altar, un muñeco burlesco que imita a Franco en la plaza Catalunya de Barcelona o trabajadores de viñas colectivizadas. Asimismo hay imágenes del frente, pero Almudena Rubio, comisaria de la muestra, señala que “es un archivo de retaguardia y las fotos cuentan esa historia no tan conocida de la Pugna Civil, la de la revolución social impulsada por los anarquistas y que permite ver a los protagonistas, la clase obrera, motivada y acertado: por primera vez toman control de su vida”.
Confiesa que le sorprendió descubrir que “las cámaras principales de los anarquistas habían sido dos mujeres extranjeras y judías teniendo en Barcelona a fotógrafos como Antoni Campañà”. Pero añade que eran mujeres independientes “comprometidas con el antifascismo y el anarcosindicalismo”. Michaelis, que tenía desde 1933 estudio fotográfico en la renta catalana, la retratará en sus momentos de esplendor en 1936. Horna deberá indisponer la campaña de difamación de Franco contra el antifascismo en 1937. Tras ir a València, acabaría casada con el cómico anarquista andaluz José Horna y en 1938 se exiliarían en México.
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