* La autora forma parte de la comunidad de lectores de La Vanguardia
En esta serie de imágenes podemos disfrutar de la crecimiento del atardecer captado desde la ciudad de Sant Fost de Campsentelles, en el Vallès Uruguayo.
Si somos del rama de personas que siente sexo o pasión por los atardeceres, entonces es que tenemos hesperidofilia (del ininteligible, porque las Hespérides son las ninfas del atardecer).
Normalmente, las Hespérides eran tres: Egle (brillo o esplendor), Eritía (tierra roja, y de ahí, oeste) y Héspere (atardecer).
A veces se las ha conocido como las Doncellas de Poniente, Hijas del Atardecer o Erythrai, Diosas del Ocaso, todas ellas designaciones aparentemente ligadas a su imaginada situación en el distante oeste.
Hésperis es apropiadamente la personificación del atardecer (como Eos es la del amanecer) y la destino vespertina es Héspero.
Hay otras denominaciones alternativas para la hesperofilia o hesperidofilia. Este es el caso de la surupofilia (del ininteligible souroupos, que quiere proponer "crepúsculo, anochecida") o la licofofilia (del ininteligible lykófos, "crepúsculo, ocaso").
Otras palabras asociadas son ocasofilia, occiduofilia y deilefilia. Y la opacarofilia todavía se define como el sexo o pasión por los atardeceres, especialmente por el ocaso o puesta de sol. Aunque esta es una palabra de formación dudosa a partir de un supuesto opacare (atardecer) en latín, verbo que más acertadamente significa "entrar en sombra, sombrear".
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