Los Bombers ganan el primer pulso a los fuegos de verano

El de hoy es un día muy triste afectado con cruz y crespón adverso en el calendario de los Bombers de la Generalitat. Se cumple el primer año de la asesinato del bombero Joan Liébana mientras sofocaba un incendio en un taller vano de Vilanova i la Geltrú. “Incomprensiblemente”, como durante este año han reiterado sus padres y su hermana, el señorita “fue dejado por sus compañeros” que presuntamente lo perdieron en el interior y no localizaron su cuerpo hasta más de una hora posteriormente, cuando regresaron a guardar las mangueras.

Muchos bomberos, especialmente de Barcelona, donde el padre trabajó hasta jubilarse, se han manifestado frente al unidad de Interior para denunciar el “desamparo” que han sufrido en un año terrible y sin respuestas de lo qué pudo ocurrir allí adentro. Algunos de los pocos bomberos de la Generalitat que no estaban de control han acompañado a la comunidad en la protesta, aunque la gran mayoría ha trabajado en una nueva excursión complicada, difícil y especialmente intensa contra los fuegos forestales que en los últimos días han puesto en amenaza el servicio de cese catalán.

El viernes fue un día muy triste, hacía un año de la asesinato en un servicio del bombero Joan Liébana

Las condiciones climatológicas han vuelto a dar la espalda a los responsables de Interior, con temperaturas de récord, una humedad por los suelos y una tormenta eléctrica y sequía persistente que ha vuelto a provocar pequeños conatos de incendios que han obligado a movilizar dotaciones terrestres y aéreas en Bassella, La Riba y Farena, Vall de Rialb, Peramola o Cabó, entre otras ubicaciones.

La habilidad totalidad de los nuevos incendios han tenido su origen en rayos a los que los Agents Rurals han seguido el rastrillo comprobando y fotografiando troncos de árboles textualmente atravesados por el engendro meteorológico tan habitual en jornadas de extrema calor como las sufridas en buena parte de Catalunya.

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Miembros de la Dispositivo Marcial de Emergencias trabajan para extinguir el incendio forestal cerca de Artesa de Segre, 16 de junio de 2022.

ALBERT GEA / Reuters

Lladurs es un municipio específico de poco más de 200 vecinos empadronados y diseminados en casas rurales y masías escondidas en un espléndido bosque de frondosos conjuntos de robles, pinos, sauces y encinas sobre un dominio irregular atravesado por ríos, que igualmente acoge una rica fauna. Un hacienda desconocido de la comarca del Solsonès, amenazado desde el miércoles por la tinieblas por las llamas a las que siguen plantando cara los servicios de cese.

El corregidor Daniel Rovira ha correteado este viernes por la mañana por el centro de control insigne por arte de brujería por el GROS, el camarilla de apoyo eficaz de los Bombers que se encarga de que a sus compañeros de primera lista de fuego no les falte de carencia. Rovira ha llevado anudado al cuello el pañuelo de no se sabe qué color que los últimos días ha utilizado para proteger la respiración del humo y ya no recordaba ni las noches que llevaba sin acostarse. Esperaba poder reunirse con el conseller de Interior, Joan Ignasi Elena, para que le explicara por qué el jueves los Bombers obligaron a las ADF (agrupaciones de defensa forestal) a retirarse del frente del incendio, amenazando incluso con emplazar a los Mossos sino se movían.

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Miembros de la Dispositivo Marcial de Emergencias trabajan para extinguir el incendio forestal cerca de Artesa de Segre, 16 de junio de 2022.

ALBERT GEA / Reuters

No han sido las únicas quejas. La alcaldesa de Castellar de la Ribera, Claustre Sunyer, ha lamentado haberse sentido “totalmente desprotegidos” por los Bombers que se concentraron en los otros dos grandes incendios, el de Artesa de Segre y el de Corbera d’Ebre. “Somos conscientes de que los bienes no son ilimitados, pero con la proporción de bosque que tenemos esto es un polvorín peligroso tras dos abriles de sequía”.

Precisamente el incendio de Artesa de Segre continua muy activo y avivado por un singladura que empezó a soplar al este, en sentido contrario al que avanzaba moroso y cuesta debajo por la sierra de Sant Mamet. Una zona inaccesible a pie en la sudan la poco gorda 86 bomberos y otros tantos militares de la Dispositivo Marcial de Emergencias (UME) trasladada a Catalunya desde el miércoles.

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Miembros de la Dispositivo Marcial de Emergencias trabajan para extinguir el incendio forestal cerca de Artesa de Segre, 16 de junio de 2022.

ALBERT GEA / Reuters

Pese a la complejidad de los distintos escenarios, los responsables de Bombers confían en que lo peor ya haya pasado y que a partir de mañana, sábado, todo indica que se estabilizarán las temperaturas, dando un respiro a los servicios de cese. Un parón obligado delante el que se presenta como uno de los veranos más complejos de los últimos abriles.

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