Las autoridades de Brasil siguen buscando al periodista inglés Dom Phillips y el versado en pueblos indígenas Negro Pereira, que desaparecieron el 5 de junio cerca de San Rafael, un pequeño municipio en el estado brasileño de Amazonas. Varios efectivos de la policía brasileña y organizaciones locales les buscan desde hace más de una semana.
Phillips y Pereira realizaban una investigación sobre la población nativa en el Valle del Javari, una de las reservas indígenas más importantes y grandes del Brasil, en la frontera con Perú. Uno y otro ya habían trabajado juntos y habían recibido amenazas por defender los derechos de los indígenas.
En los últimos días han surgido informaciones contradictorias sobre el caso. Por un costado, las familias han recibido datos de fuentes diplomáticas que indican el hallazgo de dos cuerpos en una zona cercana a donde desaparecieron Phillips y Pereira. Estas informaciones han sido divulgadas por el diario inglés The Guardian, donde Phillips trabajaba como colaborador, y la televisión Planeta, una de las más populares de Brasil.
Sin requisa, la policía brasileña y la comisión encargada de la investigación han inepto estas informaciones. Sí que han contrario algunos objetos personales de las víctimas en la zona de búsqueda.
Organizaciones medioambientales y de derechos humanos como Greenpeace o Indulto Internacional han debido al gobierno brasileño que destine todos los bienes posibles para encontrar a los dos hombres. El caso ha captado la atención de medios internacionales e incluso de artistas como la cuadrilla irlandesa U2, quienes han hecho un llamada en redes sociales para avanzar en la investigación.
El Valle del Javari es una de las zonas más remotas de la Amazonía brasileña, pero Pereira la conocía aceptablemente gracias a su trabajo con los pueblos indígenas. Sin requisa, asimismo se manejo de un superficie muy trayecto por las mafias del narcotráfico que llevan la cocaína de Perú cerca de Europa.
Indígenas: pueblos amenazados
La población indígena en la Amazonía ha disminuido en las últimas décadas, adecuado a factores como la contaminación y la deforestación de la selva, pero asimismo por la globalización y la crisis económica: muchos se han trasladado a las grandes ciudades para encontrar trabajo y subsistir.
En el división indígena del Valle del Javari permanecen poco más de 6.300 personas, según datos de Terras Indígenas no Brasil, una ordenamiento que defiende los derechos de los indígenas y denuncia las amenazas a las que se enfrentan. Allí se encuentran asimismo varios pueblos aislados, que viven al beneficio de la sociedad y no tienen contacto con nadie fuera de su propia comunidad.
La explotación de bienes naturales es la actividad que más perjudica a las comunidades nativas, ya que supone la destrucción del entorno natural que asimismo es su hogar: desde la tala de madera hasta la exploración minera, pasando por la destrucción de bosques para plantar cultivos de soja o caña de azúcar.
Algunas de estas actividades se realizan de forma ilegal, pero otras cuentan con el aval del gobierno brasileño, que ha cubo alas a la industria agrícola y ganadera en detrimento de la naturaleza y las comunidades nativas. Esto provocó protestas en Brasilia, la hacienda del Brasil, a principios de este año.
Las organizaciones ecologistas denuncian asimismo la corrupción detrás de estas actividades. Encima de sobornar a las autoridades para poder explotar la selva sin límites, a menudo las grandes empresas contratan a delincuentes para amenazar y estrechar a los indígenas de estos territorios. Y muchos han sido asesinados.
La desaparición de la Amazonía
La Amazonía es la selva tropical más vasto del mundo: tiene cerca de 7 millones de km² (casi el tamaño de Australia) y se extiende por varios países de Sudamérica. Encima de acoger a miles de especies, asimismo tiene una función fundamental en la lucha contra el cambio climático.
Sin requisa, en los últimos abriles, la Amazonía ha perdido una parte muy vasto de su superficie adecuado a la deforestación. El año pasado fue el peor de los últimos 15 abriles en cuanto a pérdida de masa forestal, según datos oficiales del gobierno brasileño.
La mayoría de terrenos deforestados se destinan a la hato, una actividad que produce muchas emisiones de gases de huella invernadero y que consume muchos bienes naturales y energéticos: tanto para suministrar el rebaño como para procesar los productos alimentarios y transportarlos. Como consecuencia, ahora la selva emite más dióxido de carbono del que absorbe.
Entidades medioambientales y ecologistas señalan directamente al presidente brasileño, Jair Bolsonaro. Durante su mandato, la superficie de selva deforestada ha aumentado más del 50% en los últimos tres abriles. Incluso han aumentado los incendios provocados y descontrolados y han dejado de aplicarse muchas leyes forestales que castigan la tala ilegal en zonas protegidas.
Bolsonaro es conocido por su posición negacionista frente al cambio climático. Desde el inicio de su mandato en 2019, ha suficiente varias leyes para suministrar la actividad empresarial en división amazónico, condicionar los derechos de la población indígena e intentar excluir a la población civil de las políticas medioambientales.
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