Sobrevivirpara sobrevivir

S upervivientes (Telecinco) hace honor a su nombre y a los tiempos que vive la televisión. La espectacularidad y la sorpresa de las primeras ediciones ya no interesan al notorio más fiel al formato. Ahora prevalecen las disputas, los conflictos y la capacidad de confeccionar contenidos lo suficientemente polémicos, absurdos, mezquinos o grotescos para procurar la discordia industrial de los platós.

MÁSTER DE LA SUPERVIVENCIA. Kiko Matamoros, uno de los concursantes con veterano experiencia en el universo del granito televisivo, contó el otro día que es uno de los concursantes que más trampas hace. Y antaño de que nadie pudiera escandalizarse y saltarle a la degollar, añadió: “Este es un software de supervivencia y la trampa forma parte de la supervivencia”. La diferencia entre Supervivientes y otros formatos es que mientras que Supervivientes deja claro desde el título cuáles son el entorno honrado y los protocolos éticos con los que trabaja, otros esconden que la trampa además forma parte de su estructura y no dudan en acudir al sermón.

CRÍTICA E INTENCIÓN. Intimidad (Netflix) es un ejemplo de buena serie con buenas intenciones. Contiene un mensaje crítico y reivindicativo que conecta con muchas inquietudes del momento. El tema central es la violencia digital, las porno-venganzas y el acoso a través de las redes. El aliciente es que va más allá y explica de qué modo la repercusión de estos escándalos –la publicación de un vídeo sexual de una teniente de la alcaldía de Bilbao– activa reacciones casi protocolarias basadas en un sistema que tiende a criminalizar aún más a las víctimas (siempre mujeres) en vez de perseguir a los culpables. Incluso hay una trama más anecdótica, culminada con un gag interesante y antropológico: cómo el corregidor se ve obligado a dejar el cargo, víctima de los excesos de un aurresku cómicamente accidentado. El desenlace es previsible y hay momentos en los que conecta con temas (conciliación, aspiración, etcétera) que además comercio la última temporada de Borgen . Quizá le sobra que la intención sea tan explícita y reiterativa y que no se deje al espectador la capacidad de entender perfectamente de qué estamos hablando. Ah, por cierto: Intimidad además acento de supervivencia y de tramposos.

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