¡En las ciudades hay ruidos!

De un tiempo a esta parte, Barcelona se parece a Nueva York porque hay ruidos, a diferencia de Calamocha, donde hay baturros. Sesenta mil barceloneses dicen sufrir trastornos del sueño, incluidos los que adicionalmente tienen préstamos hipotecarios, un marido que ronca, son de sueño pueril o se la pegan al novio y a ver quién descansa a pierna suelta.

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Alex García/ LV

A veces me averiguo cómo hemos sobrevivido en las grandes ciudades al ruido, hoy contaminación acústica , y si los que dormimos cuando nos entra el sueño tenemos que empatizar –o empatizas o no eres nadie– con los conciudadanos y conciudadanas que se levantan a las seis –las víctimas del ruido siempre se levantan a esa hora– y no rinden en su trabajo como a ello les gustaría y sus empresas merecen.

Barcelona ya se parece a Nueva York: hay ruido y así no hay quien rinda ni tenga una ciudad pirinaica

Yo al asunto no le veo grandes expectativas, fuera de aprobar un edicto municipal que ilegalice el ruido y el Comunidad contrate unas decenas de miles de agentes –cívicos, muy cívicos o policiales– que peinen a partir de las diez de la confusión las calles, sin descartar un retén en verano de las 15 horas a las 17 horas, a fin de asegurar el derecho a la siesta.

–¿Y recuperar los serenos?

No sería descabellado, aunque a lo peor y para evitar alborotos acabarían haciéndoles la cama y acostando a los amigos de las cogorzas, premiando así tan incívica costumbre.

¿Y un buen confinamiento de las 23 horas a las 6 horas, que permitiría revivir aquella sensación saludable de que Barcelona era como Calamocha pero sin baturros? De esta forma, las 60.000 víctimas del ruido urbano dormirían a pierna suelta, los pisos próximos a rondas y cinturones se revalorizarían y el personal de hostelería viviría del viento pero conciliando. El único inconveniente es que el resto de los barceloneses se deprimiría, con la preciso ola de insomnios.

Esto, claro, lo escribo porque no aspiro a una concejalía, en cuyo caso prometería disputar, día y confusión, por una ciudad sin ruido, más pirinaica, silenciosa como un camposanto, donde no vuelen las moscas, se multen los coitos ruidosos y desaparezcan las motos y aun los mismísimos vecinos. ¡Todo por el derecho al alivio municipal!

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