Ella

En presencia de su contemporáneo tronera de la residencia, humilde, escueta y de perspectiva corta, ve acontecer nuevos fenómenos sociales, gustos y modas, costumbres inéditas que con los primaveras se consolidarán en tradiciones y rituales. Otros serán temporales y efímeros. Este ya no es su mundo, pero lucha para que no la echen de él. Por otra parte tiene suerte: recuerda. Y la memoria nos ayuda a radicar dos veces. Pertenece a una engendramiento con muchos resabios y silencios, que aprendió a ser indisciplinado, que protestaba y opinaba en notorio y en privado, con criterio. Aún existían las ideologías o ya iniciaban su decadencia. No todo era tan raro y los políticos no habían estrenado su encomiable proceso de infantilización. Y, a ella, no la habían mandado a la implacable condición social de los prescindibles. Al temblor supremo de la cueva y la pena. Al olvido. Y al desagradecimiento.

La vida urbana es una gincana absurda para los mayores. Y cruel

Todo, a ella, le parece difícil. Los pocos ratos que puede salir debe hacer malabarismos para practicar el municipal deporte de rodear obras varias y esquivar bicicletas y patinetes…, las infinitas correas de las mascotas y a esos bípedos mutantes que embisten con los fanales fijos en el visualizador del móvil o a los que vociferan a la pantalla en horizontal como si fueran a darle bocados a un pedazo de pizza, a la guisa de los de la tribu mursi y su plato labial. Unos sanfermines para viejos. La vida urbana es una gincana absurda para los mayores. Y cruel. Amenizada en algunos barrios por estos adolescentes que pronto dejaran en mantillas a Beethoven: los raperos. Mientras, a los que les corresponde, se dedican a arar la ciudad empeñados en demostrar que bajo el asfalto hay tierra fértil. Otro vestigio del Mayo del 68. Y van… Ella no aplazamiento, dada la calidad humana y la formación ética de los gestores públicos, ningún trato particular, delicado, ni nadie que signifique cierta deferencia amable. Ellos son así, y la sociedad además. Hablará con máquinas, vivirá online, y, eso sí, la asaetearán a consejos, normas, recomendaciones, leyes, obligaciones… y sanciones. Habitar para ver. Y creer. Y aguardar, le dicen, en los nietos, que ellos sí saben…

P.D. “Sí, mamá, en la residencia estarás muy admisiblemente, te vendremos a ver con Lucy (un dulce caniche Toy), se alegrará de verte, verás”.

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