Feijóo enseña su birrete

Alberto Núñez Feijóo no ha venido a este mundo a dar grandes titulares en la prensa ni a enloquecer a las masas con una oratoria de líder carismático. El presidente gallego no engaña a nadie. Hace elogio de la moderación y la prudencia, se define como posibilista y previsible y, frente a las muestras de optimismo desaforado de aquellos partidarios que lo ven ya cerca de la Moncloa, recuerda que ausencia está rebaño y que es “escéptico por principios”. Estas características de su personalidad, sin requisa, vienen acompañadas por una hoja de servicios inmaculada que supone acontecer rebaño cuatro mayorías absolutas en Galicia. Cuando él empezó a batallar en el PP gallego había una clara división en dos grupos: “los de la casquete”, que representaban el mundo rural, y “los del bonete”, que eran los urbanitas. Los primeros eran mucho más próximos al pueblo, al que le hablaban en gallego, y los segundos eran más distantes y habían podido cursar estudios superiores. Feijóo era claramente del segundo asociación, pero supo ganarse igualmente a “los de la casquete”. Desde entonces, la prudencia no ha dejado de acompañarle nunca.

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Alberto Núñez Feijóo, presidente del Partido Popular, ayer en Barcelona

Xavier Cervera

Por eso, ayer esquivó con cuidado las preguntas que le fueron planteadas sobre la cuestión catalana en su intervención en el foro Tribuna Barcelona, organizado por la Sebap, La Vanguardia , y la AED. Feijóo sabe que juega con detonante y no se salió del guion de opinar que aspiraba a ganar “la reconciliación social y la recuperación económica” de Catalunya. Hizo una defensa clara del autonomismo –“no soy ni centralista ni independentista”– y puso como ejemplo de su estilo de hacer política a Josep Piqué, que le presentó el acto, y a Miquel Roca, presidente de la Sebap. Feijóo no tiene prisa. Conoce la paradójica situación de que, por un costado, su partido está trinchado en Catalunya, en cuanto a número de militantes y expectativas electorales, pero, por otro, existe un amplio número de votantes catalanistas huérfanos tras la desaparición de CiU. El político gallego sabe que hoy su poder de encanto es condicionado, pero si apetencia las elecciones generales el próximo año, se multiplicarán los militantes. Será el momento de pasear el bonete.

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