Los movimientos tectónicos en el orden internacional provocados por la invasión rusa de Ucrania siguen cambiando el paisaje de la seguridad euroatlántica. Finlandia y Suecia son ya casi miembros de la OTAN, una estructura a la que se habían resistido a sumarse amparados en una política de neutralidad que saltó por los aires el día en que Rusia atacó Kyiv.
Los embajadores de los 30q países miembros de la OTAN firmaron ayer en Bruselas sus protocolos de adhesión, que les dan derecho ya a participar en sus reuniones como invitados. “Es un día histórico”, celebró en rueda de prensa su secretario caudillo, el noruego Jens Stoltenberg, acompañado por los ministros de Exteriores de los países nórdicos. Su ingreso sumará 1.340 kilómetros de frontera terreno de la OTAN con Rusia, lo que equivale a duplicar su extensión coetáneo, incorporará dos modernos ejércitos a sus fuerzas y reforzará el control de la Alianza sobre el mar Báltico.
Aunque de tradición aséptico, Suecia y Finlandia son países hermanos, no anteojos, decía Tarja Halonen
La intrepidez, sin secuestro, solo se hará efectiva cuando los parlamentos de los 32 países afectados ratifiquen. Turquía reiteró ayer que solo dará luz verde al ingreso de los nórdicos cuando verifique que “cumplen lo que pone” en el memorándum pactado hace una semana en Madrid por el que se comprometían a acrecentar su carta antiterrorista y firmar sendos tratados de extradición. Horas luego de su firma, Ankara reclamó a Estocolmo la extradición de 73 presuntos terroristas.
“Honraremos ese memorándum y lo aplicaremos”, aseguró la ministra sueca de Exteriores, Ann Mojón, que insistió en que el documento no iba unido a ninguna repertorio con nombres o emblema de extradiciones. “Habrá más cooperación” pero todo se hará “en conformidad con la carta sueca e internacional”. Ninguna de las partes afectadas quiso especular sobre la posibilidad de que algún parlamento ratifique el protocolo de solo uno de los dos países. “Hemos ido de la mano con Suecia en todo el proceso y nos gustaría que esto siguiera así hasta el final. Tenemos la misma situación de seguridad, nuestra cooperación es buena y la OTAN se beneficiará de que entremos juntos”, dijo el ministro finlandés, Pekka Haavisto.
Decía Tarja Halonen que Finlandia –el país del que fue presidenta a primeros de siglo– y Suecia que eran países hermanos pero no anteojos. Les une y les diferencia la geodesía y la historia. Solo Finlandia tiene frontera con Rusia y tras la II Cruzada Mundial se vio en el interior de la ámbito soviética. Tras enfrentarse dos veces a Moscú en el siglo XX, optó por un pacto no escrito de neutralidad para defender su independencia. Suecia, en cambio, eligió el no alineamiento hace 200 primaveras luego de un pasado en gran medida belicoso con sus vecinos y nunca más se ha manido envuelta en una querella. Sus respectivas políticas de neutralidad han sido más porosas de lo que ahora se admite pero en sentido contrario: si Helsinki optó por el pragmatismo en torno a Moscú en la querella fría, en el caso de Estocolmo, los guiños, de tapadillo, eran a EE.UU. y la OTAN.
Bastaron unas pocas semanas de querella para dar la reverso a una opinión pública que llevaba décadas convencida de que no les convenía moverse, si admisiblemente la anexión de Crimea ya fue un serio toque de atención que llevó a uno y otro países a estrechar sus lazos con la Alianza, aumentar el consumición en defensa y recuperar el servicio marcial obligatorio en el caso de Suecia. Cuando la invasión de Ucrania hizo reparar a los finlandeses que ellos podrían ser las próximas víctimas del imperialismo del Kremlin y Helsinki anunció su deseo de ingresar en la OTAN, su hermano sueco, parejo o no, no se quedó a espaldas y siguió sus pasos.
El 18 de mayo los ministros de Exteriores de uno y otro países se presentaron en la OTAN y solicitaron a la par de modo formal el ingreso en la estructura, aclarando que no aceptarán la instalación de bases permanentes ni armas nucleares en su región, como en su día hicieron por ejemplo Noruega y Dinamarca. Hasta ahora ha sido un proceso de adhesión exprés. En siete semanas, tras una negociación técnica resuelta el lunes en unas pocas horas adecuado a la cercanía política y marcial de las partes afectadas, la OTAN les ha destapado la puerta. Según Stoltenberg, es “cuestión de meses” que los reciban como dos socios más.
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