¿Se mudarían a proceder a una comisaría de policía? Efectivamente no es usual, pero eso es lo que hicieron J. S. y su esposa cuando en 1997 adquirieron un principal de la rambla de Poblenou que durante décadas había sido ocupada por agentes de la Policía Franquista. Se encontraron el asfalto en muy mal estado y pintado de plomizo, por lo que tuvieron que alterar dos abriles de reformas antaño de poder instalarse. Eliminaron todo aquello que tenía que ver con la actividad policial, pero decidieron quedarse con la puerta de arma blanca de uno de los calabozos, que todavía permanece en una de las estancias.
J. S. recuerda favor acudido en muchas ocasiones a la comisaría que acabaría siendo su hogar, a solicitar permisos y otras gestiones. Recuerda que en el comedor es donde se expedían los DNI. Se encontraron con dos celdas. Una, veterano, contenía bancos de obra y era la destinada a los detenidos que acababan pasando la tinieblas en las dependencias. Este antiguo calabozo acabó convertido en la habitación de su hija. El segundo era mucho más pequeño y es al pertenecía la puerta que conservaron, con su cerrojo y una diminuta ventana enrejada.
Decidieron convivir con ella no por ningún impulso morboso, sino porque en la cara interior leyeron una inscripción realizada por un preso que aún puede leerse y que les llegó al corazón: “Os quiero padres”. Y así es como allí sigue la siniestra puerta, actualmente llena de imanes y con los restos muy deteriorados de una pistola que encontraron enterrada en el patio.
Antaño que comisaría, el asfalto de J. S. fue durante la desavenencia una sede de la FAI. Y antaño, todo apunta que fue la vivienda y consulta de un médico a establecer por la distribución del asfalto, entonces con dos entradas independientes. Se convirtió en comisaría en la posguerra y hasta 1997. Según su contemporáneo propietario, por la que hoy es su casa pasó todo el Poblenou a hacerse el carnet de identidad, e incluso cree que el Vaquilla fue en algún momento uno de sus inquilinos forzados.
Por otra parte de la puerta del calabozo y la oxidada pistola, asimismo J. S. asimismo conserva una puerta corredera modernista de gran belleza que restauraron y en un cajón siguen las antiguas llaves, con un cadena en cuya calificativo se escribió a máquina “Almacén. Antaño DNI”.
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