Yolanda Díaz convirtió anoche la puesta de abundante de su plataforma Sumar en un acto de masas en la plaza del Matadero de Madrid, desbordada por las más de 5.000 personas asistentes, en un entorno en el que el protagonismo –adicionalmente del de la evidente protagonista, claro– fue para el acción directa social, el sindicalismo y las organizaciones de la sociedad civil. Díaz, en todo caso, puso el acento en la billete ciudadana durante la viaje del proceso de audición que ahora empieza y que debe conducir, explicó, a la elaboración de “un nuevo convenio social para un país del siglo XXI” con el que “aventajar la próxima plazo”.
El discurso de Díaz –micrófono en mano en una escenografía horizontal inspirada en la del Podemos nuevo– transitó por algunos de los retos civilizatorios que enfrentan España y Europa, vinculados al medio entorno, la imparcialidad social, el respeto a los derechos humanos –hubo cita a la tragedia de Melilla–, el reforzamiento de la educación y sanidad públicas, la recuperación y conquista de derechos sociales y laborales, y se detuvo en la imparcialidad redistributiva y la aprieto de ajustar el maniquí fiscal para que contribuya a combatir la desigualdad en punto de acuciarla. “La democracia tiene que demorar a los impuestos”. El detenimiento con el que aludió a la fiscalidad revela que no ha pasado desapercibida a la vicepresidenta segunda la renuncia del PSOE a la ambiciosa reforma fiscal que había comprometido tanto en la investidura como en el pacto de coalición, y que ahora los socialistas han decidido prorrogar por la incertidumbre económica. “Un país en el que las grandes corporaciones que facturan más de mil millones de euros tributan al 3,8% no es un país adaptado”, dijo. Esa renuncia socialista a la reforma fiscal, quedó claro anoche, será combustible para la pugna electoral.
Además quiso que el discurso fuera europeísta. Citó al economista Thomas Piketty: “Porque amamos Europa queremos cambiarla”. Y sin hacer referencia a la OTAN, a la querella de Ucrania ni al desembolso marcial, habló de un continente que debe combatir los furores belicistas, “una Europa que tiene que dialogar de paz y apañarse la paz”. Una Europa, añadió, que debe sostener “nunca más a las reglas de moderación”.
La ministra de Trabajo empapa el acto de laborismo y reta al PSOE por renunciar a la reforma fiscal
Se declaró en rebeldía contra la desafección política desde una retórica de inspiración populista, reivindicando una nueva política construida de debajo en lo alto, porque, aseguró, “la política va de cosas sencillas: de una sanidad pública de calidad, de tener escuelas públicas de calidad, de tener un salario digno y un trabajo digno y de que podamos remunerar una vivienda digna; de esto va la política”. En esa secreto, Díaz lideraba un acto de inspiración errejonista –vocacionalmente transversal–, pero con traumatizado carácter socialista: hasta cinco de los intervinientes en el acto estaban vinculados a la defensa de los derechos laborales tanto en el sector notorio como en el de las nuevas tecnologías y plataformas. Varias veces se escuchó el exhorto “hay que sindicarse” durante las intervenciones que abrieron el acto.
Porque la presentación comenzó con la billete de una sucesión de activistas vinculadas a la lucha contra el cambio climático, al plan digital, al sindicalismo de los riders o de los trabajadores de los nuevos gigantes tecnológicos, la defensa de la educación obligatoria y universitaria públicas, o el sindicalismo de los sectores laborales fuertemente feminizados y racializados, como la virtud o los cuidados, para finalmente, cerrar con una intervención en defensa de la sanidad pública y la lozanía mental como un problema, este postrero, derivado asimismo de las condiciones materiales y sociales reinantes.
En el acto no había primeros espadas de los partidos que, tarde o temprano, serán concernidos por la plataforma de Díaz, pero sí figuras de esas formaciones como el diputado autonómico de Unidas Podemos Agustín Pardo, el excoordinador de IU Gaspar Llamazares, el cofundador de Podemos Juan Carlos Monedero o los eurodiputados del corro de Unidas Podemos Ernest Urtasun y María Eugenia Rodríguez Palop, entre otros.
“Ha llegado la hora de que vosotros deis un paso delante”, reclama delante más de cinco mil personas
Tratándose de un evento con un contenido político somero, como corresponde a la presentación de una plataforma de energía ciudadana –Díaz repitió una y otra vez “el protagonismo es vuestro”, “Sumar no va de partidos, ni de siglas, va de pensamiento colectivo”–, lo significativo fue el tono con el que Díaz envolvió el acto, casi en las antípodas de lo pasado en las últimas campañas de Unidas Podemos: frente al resistencialismo defensivo del 2019, cuando la confluencia trataba de sobrevivir al inacabable hostigamiento y al cisma, la vicepresidenta impregnó su discurso de emociones en positivo y gusto incluyente. “Algún tiene que ocuparse de la esperanza”, dijo citando a Manuel Rivas, “no nos resignamos, no tienen que administrar las derechas. Sumar no va de resignación, va de alegría, va de esperanza”. Aludió a esas emociones varias veces apoyándose en su convencimiento de que existe la España que “no se resigna a que gobiernen las derechas: ¡No nos resignamos”, proclamó. “Por eso voy a recorrer toda España y no voy a dialogar, os voy a escuchar. Ha llegado la hora de que deis un paso delante”.
Había aires de refriega entre los asistentes, muchos de los mismos que vieron salir Podemos o acamparon en Sol, hoy baqueteados por el sangriento proceso de esta plazo feroz. Patas de desafinación y miradas ilusionadas delante el nuevo artefacto, más sólido que una inconsolable y menos terminante que las migas de pastor.
Publicar un comentario