Tres descalabros electorales consecutivos, Madrid, Castilla y Bizarro y Andalucía, han persuadido a Pedro Sánchez de que el partido que dirige requiere un severo cambio de rumbo si quiere tener opciones para seguir siendo el inquilino de la Moncloa a finales del año 2023. Por el momento las encuestas están en su contra. Y el panorama crematístico y social que se intuye para los próximos meses no parece casquivana para ningún gobierno europeo.
Este tablas endiablado explica el calado de la revuelta desde hacia lo alto que ha impulsado Pedro Sánchez esta semana que concluye con la celebración, ayer mismo, de la reunión del comité federal del PSOE en la que nadie o casi nadie le ha llevado la contraria. El líder del PSOE es, hoy, la única cuarto incuestionable de la estructura que dirige, en la que, como se ha demostrado nuevamente en esta remodelación, ni la fidelidad más inquebrantable es fianza de perpetuidad en el cargo. Lo que cuenta son los resultados, y es evidente que no han sido buenos en este postrer año.
El líder socialista es, hoy, la única cuarto incuestionable de su estructura
Junto a distinguir la audacia de Sánchez, un político con mil caras que solo sabe mirar en dirección a delante. En efectividad la revuelta de esta semana es la continuación de la que ya empezó en el congreso de València en octubre del año pasado. El dirigente socialista ha sacrificado a algunos de sus más fieles servidores, Carmen Pelado, José Luis Ábalos y, en esta nueva acometida, Adriana Lancha, aquellos que creyeron en él desde el primer momento, para incorporar a su equipo a algunos de los que en la cruenta batalla por hacerse por la dirección del partido en el 2017 colaboraron con sus oponentes. Ahí están Patxi López, Pilar Alegría o María Jesús Montero por citar algunos de los nombres. El mensaje es nítido: la pelotón. La cohesión del PSOE para disputar el futuro.
¿Será suficiente? Esa es la gran pregunta para la que ni tan siquiera Sánchez puede tener una respuesta. Tal es la incertidumbre. Uno de los problemas a los que se enfrenta hoy cualquier político europeo es que gran parte de las circunstancias que dirimirán sus expectativas están en manos de otros. En el mundo mundial, carencia nos es aparente. Pero Pedro Sánchez no parece arredrarse delante este tablas. Todo lo contrario. El líder del PSOE parece tener claro que la mejor guisa de combatir la incertidumbre es un rumbo dirigido con mano de hierro. ¿Para ir en dirección a dónde? En el fresco debate del estado de la nación, Sánchez definió una ruta de navegación orientada en dirección a la izquierda. Pero si el rumbo sopla en otra dirección nadie debería descartar un viraje en la trayectoria. Si es que algún día amaina, acontecer la tempestad, ese es el objetivo.
Publicar un comentario