Hace solo cinco días, Mario Draghi pasó una agradable velada como invitado de honor de la primera cena organizada por los corresponsales en Roma. Siguiendo el ejemplo de la Casa Blanca, Draghi hizo elegancia de ironía y recordó que muchos de los periodistas presentes escribieron que, cuando fue designado para encabezar un Ejecutor de mecanismo franquista en febrero del 2021, su dilema coincidió con un momento mágico para Italia. Los Måneskin habían reses Eurovisión y la selección, la Eurocopa; Matteo Berrettini fue el primer italiano en alcanzar la final de Wimbledon, el físico Giorgio Parisi fue premiado con el Nobel y sus olímpicos venían de una gran autos en Tokio.
“Desde ese momento las cosas han ido singladura en popa. Italia no se ha clasificado para el Mundial. Quedamos sextos en Eurovisión. Berrettini no participó en Wimbledon porque cogió la covid y vivo entre el temor que la Entidad Sueca se lo repiense y llame a Parisi para decirle que se han desacertado”, bromeó el todavía premier.
Es muy probable que aquella tenebrosidad de verano en la espléndida Villa Aurelia de Roma Draghi ya supiera muy adecuadamente que sería su final momento de jolgorio ayer del nubarrón político que le esperaba. Dos días a posteriori, el Movimiento 5 Estrellas (M5E) perpetró sus amenazas y se desmarcó de una moción de confianza secreto sobre un decreto de ayudas para la inflación en el que estaba incluido la construcción de una incineradora para solventar la crisis de residuos de Roma, que ellos rechazan por su impacto ambiental. En Bruselas les costará entender que el Gobierno italiano de Mario Draghi esté a punto de derrumbarse por la basura que inunda la hacienda.
Draghi, si no cambia de idea a última hora, está convencido de que debe retornar a dimitir esta semana, cuando siguiendo las órdenes del presidente de la República, Sergio Mattarella, comunicará su constatación del desastre político delante el Parlamento a posteriori de haberse asegurado el gas argelino en una importante cumbre intergubernamental el lunes en Argelia. Si cumple sus intenciones, se terminará el tercer gobierno de la asamblea solo 17 meses a posteriori de su investidura. Ni siquiera el considerado salvador del euro ha conseguido escapar de la maldición de palacio Chigi, sede del Ejecutor.
Sin contar con el de Draghi, la media de duración de los gobiernos italianos de este siglo es de 690 días
Sin contar con el de Draghi, la media de duración de los gobiernos italianos de este siglo XXI ha sido de 690 días. El más holgado de ellos ha sido el de Silvio Berlusconi entre el 2001 y el 2005. La trituradora política italiana va camino de impedir que, como deseaba Mattarella –y el establishment del país y de Europa–, el expresidente del Lado Central Europeo terminase tranquilamente la asamblea, cuyo fin natural sería la primavera del año que viene. Curiosamente, Berlusconi es el final primer ministro que fue candidato y ganó unas elecciones.
“Evidentemente, es una patología, una crisis estructural del sistema de tipo antropológico. Es como si los gobiernos cayeran no tanto porque ha terminado su tiempo, sino por una deriva autolesiva, una especie de suicidio”, opina el histórico periodista italiano Filippo Ceccarelli.
La erradicación en Ucrania, la inflación o la prospectiva de un invierno durísimo si Rusia cierra el espita del gas –Roma depende en gran medida de los hidrocarburos de Moscú– no han convencido a los partidos políticos de retrasar sus instintos electoralistas.
El causante de la crisis ha sido el M5E, pero incluso la Coalición de Matteo Salvini iba dando señales de su incomodidad, probablemente para desmarcarse del Ejecutor cuando su aliada y rival, Giorgia Meloni, de Hermanos de Italia, lo ha superado en los sondeos.
El M5E está dividido entre si desdecirse o dar un portazo, delante el miedo a una decano sangría interna
La única forma de que Draghi sea persuadido de permanecer en el cargo es un cambio radical en el clima político que le permitiera ver que podrá mandar la cosa pública en los próximos meses sin ataques al corazón.
Giovanni Orsina, politólogo de la universidad Luiss de Roma, cree que aunque es cierto que Draghi ha dejado claro que no tiene ningunas ganas, incluso habrá presiones muy fuertes de todos los lados para que continúe. “Está la crisis energética, la erradicación, la pandemia, Bruselas, el presidente de la República. Una serie de fuerzas le empujarán para que siga, pero ayer debemos entender cómo se va a presentar delante las Cámaras, si con un discurso conciliador u otro durísimo. Si es la segunda opción, hay más peligro de que todo salte por los aires”, indica.
Italia Viva, el partido del ex primer ministro Matteo Renzi, ya ha agresivo una campaña para pedir que siga en su puesto.
Los movimientos sobre el tablero no dan señales esperanzadoras. El ingobernable M5E está dividido entre si desdecirse y pedir una nueva oportunidad o dar un portazo e ir a elecciones anticipadas en otoño. El miedo es que si no actúan adecuadamente, el desangre entre sus filas pueda ser decano y muchos otros se pasen al banda del nuevo conjunto de Luigi Di Maio, el fiel ministro de Asuntos Exteriores de Draghi. El Partido Demócrata está movilizando toda su maquinaria para que continúe. Pero menos claro lo tienen Matteo Salvini, líder de la Coalición, y Silvio Berlusconi, de Forza Italia. Aunque un avance electoral sería conceder la conquista a Meloni en una bandeja de plata, incluso es cierto que los sondeos les garantizan una conquista de su coalición y por consiguiente un puesto en el próximo Consejo de Ministros. Salvini debe decantarse entre retornar a ser ministro del Interior o la nobleza a Draghi.
La Coalición y Forza Italia piden ir a elecciones anticipadas o un nuevo ejecutante de Draghi sin los ‘grillini’
Según un comunicado conjunto entre la Coalición y Forza Italia, ambas fuerzas ven que “ya no es posible contar con el M5E en una grado tan dramática”. Traducido: que la única forma de que no fuercen ir a elecciones es un nuevo gobierno de Draghi sin los ayer antisistema. “Es muy probable que el resultado de las elecciones sea la misma conquista de la derecha en octubre que en marzo o abril. Llegados a este punto, pueden opinar que es mejor que llegue todo cuanto ayer”, razona Orsina.
La vida sigue con normalidad en Roma, entre la emergencia de la basura, la ola de calor, una huelga de taxistas y una Fontana di Trevi abarrotada de turistas con sombrillas.
El lunes Draghi viajará a Argel acompañado de varios de sus ministros para firmar nuevos acuerdos. El gas argelino es más urgente que el pendencia interno. “Los italianos tienen una curiosa relación con la ingenuidad –comenta Ceccarelli–. La ingenuidad se negocia, se transforma, se niega, se embellece. Es una virtud, al mismo tiempo que una condena”.
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