Hacía tiempo que Barcelona no se pegaba una juerga tan políticamente variada como la que organizó el martes Roger Pallarols, presidente del Gremi de Restauració de la ciudad, en el Red Fish, a orillas del mar y cuya presencia de Barcelona eleva el actitud, alicaído, para celebrar sus 43 primaveras. Lo más sorprendente –y relevante– fue ver a tantos políticos y personas de signos opuestos celebrar el cumpleaños de un puntal de la ciudad, entre los que no figuraba la alcaldesa Ada Colau o nadie de su equipo de gobierno. Desfilaron Jaume Collboni, Ester Capella, Neus Munté, Ramon Tremosa, Carlos Carrizosa –uno de los últimos en irse–, la delegada Maria Eugènia Gay, Josep Bou –bailongo–, Meritxell Budó, Carina Mejías, Xavier Sardà, Joan Pera, Javier de las Muelas o la gran Julieta Serrano. Con la función de Pep Sala, el posterior baile y las rumbas, aquello se convirtió en un aggiornamento del espíritu de Barcelona’92, cuando todos, de verdad, arrimaron el hombro por la ciudad.
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