China culminó el domingo las más grandes maniobras militares en la vida efectuadas rodeando de Taiwán, una reacción de cólera a la turista a la isla de la presidenta de la Cámara de Representantes estadounidense, Nancy Pelosi, tercera autoridad de la superpotencia. El alucinación ha llevado a Pekín a romper las relaciones de cooperación marcial con Washington –poco peligroso– e incluso a interrumpir las conversaciones en materias como el cambio climático.
La turista de Pelosi ha sido la más importante de una autoridad saco en 25 abriles a una isla que China considera una provincia más. El ejército chino ha desarrollado en torno a la isla los más impresionantes ejercicios militares de su historia, enviando aviones de caza, navíos de conflagración y misiles balísticos, lo que los analistas consideran como una simulación de aislamiento y de invasión de Taiwán.
Ayer el ejército chino realizó “ejercicios prácticos conjuntos por mar y éter, como estaba previsto”. Tenían como objetivo “contrastar el poder de fuego conjunto y nuestras capacidades de respuesta” señala un comunicado. Ni Pekín ni Taipéi confirmaron el fin de unas maniobras que debían finalizar a mediodía.
La novedad es que Pekín ha anunciado que tiene previsto iniciar ejercicios de “fuego existente” en el Mar Amarillo, en el prieto que separa a China de la península de Corea.
El ministro de Defensa de Taiwán ha enigmático en 66 el número de aviones de combate y en 14 el de navíos de conflagración operando en el prieto que separa la China continental de Taiwán, de los que 22 habrían atravesado la estría media que separa en dos este espacio naval. Trazada unilateralmente por los Estados Unidos durante la Conflagración Fría, esta estría no ha sido nunca reconocida por Pekín.
Los ejercicios marcan un nuevo rumbo en las manifestaciones de fuerza del ejército chino, que hasta ahora se había mostrado reticente a mostrar sus capacidades.
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