El acuerdo con Marruecos contiene el crecimiento de la inmigración irregular

El flujo de inmigrantes que llegan en patera desde África a las costas españolas está en plena desaceleración desde que España y Marruecos sellaron a mediados de marzo el acuerdo para restablecer sus relaciones luego de más de un año de enorme crisis diplomática. Dicho acuerdo supuso un punto de inflexión que ha permitido revertir una tendencia que iba al subida de forma exponencial.

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España y Marruecos abren una nueva etapa de distensión que cierra la crisis

En febrero, la aparición de inmigrantes –ya fuese por vía marítima o terreno– había aumentado un 73,2% con respecto al pasado año. Ahora, según los datos del Profesión del Interior, esa emblema –aunque todavía positiva– se sitúa en el 3,3%. Y esto es en gran medida por el estancamiento de la ruta canaria, cuyo punto de salida son mayoritariamente las costas marroquíes, controladas por la gendarmería del país.

Los futuros meses de septiembre y octubre serán cruciales

El pasado lunes, Socorro Oceánico rescató a unos siete kilómetros al oeste de Arguineguín (Gran Canaria) un cayuco con 61 hombres de origen subsahariano a costado. Era la primera embarcación que llegaba a la isla desde el 25 de julio. Casi medio mes sin arribar embarcaciones. Este verano –contando hasta ahora los meses de junio y julio completos– han llegado a las islas 1.321 migrantes en 31 pateras. El pasado año fueron 2.145 en 51 embarcaciones. Si se toma como vara de calcular el aumento con respecto al año previo, el estancamiento de la ruta canaria es más evidente: si en junio del 2021 las llegadas crecían un 112,60%, en junio del 2022 lo han hecho solo un 4,3%. Es opinar, siguen creciendo, pero de mantenerse la tendencia se retraso, según las fuentes ministeriales consultadas, que se pueda revertir los números pasándolos a negativos. Los futuros meses de septiembre y octubre serán cruciales, ya que las mafias aprovechan las aguas más calmadas para editar gomas con inmigrantes al mar.

Este 2022 comenzó con todas las oenegés en materia de inmigración poniendo el clamor en el firmamento. Los datos se presentaban estratosféricos y lo que era peor: la curva seguía creciendo. Febrero se cerró con la aparición de 7.319 migrantes, 3.093 más que el año previo (+73,2%), de los cuales 7.184 arribaron en pateras, un 87,2% más que en los dos primeros meses del 2021. Solo se salvaban en imagen las llegadas por Ceuta y Melilla que habían descendido un 65%. Pero llegó el 2 de marzo, cuando el acuerdo entre España y Marruecos se ultimaba, y una entrada masiva en Melilla –como no se había trillado en abriles– disparó las estadísticas. El Gobierno vio entonces una “clara pasividad” de Marruecos, según explicaron a La Vanguardia fuentes gubernamentales.

A mediados de marzo se conoció la carta en la que el director del Ejecutor, Pedro Sánchez, cambiaba la posición histórica de España sobre el Sáhara. En aquella misiva, con la que se iniciaba un nuevo camino de relaciones bilaterales, se recogía el acuerdo escaso para “afrontar” desafíos comunes, “especialmente la cooperación en la administración de los flujos migratorios en el Mediterráneo y el Atlántico, actuando siempre con un espíritu de total cooperación”.

Aquella carta, como se aprecia en el croquis que acompaña esta información, coincide con un punto de inflexión en el aumento de la aparición de migrantes. La variación anual arrastra cinco meses en irresoluto descendiente. Un patrón que se repite incluso, por ejemplo, en el número de pateras llegadas a Canarias.

Fuentes de Interior señalan como esencia la cooperación entre las fuerzas de seguridad de los países vecinos para disputar contra las mafias que trafican con inmigrantes, una de las grandes preocupaciones de Fernando Alto-Marlaska desde que ocupó la cartera ministerial. Tanto es así que durante los meses en los que las relaciones entre Madrid y Rabat estaban completamente rotas, la comunicación entre homólogos de Interior nunca se suspendió. Y eso pese a que, en el punto crítico de la crisis, entraron a nadando en Ceuta más de 10.000 ciudadanos marroquíes –la mayoría, menores– delante la permisividad de los gendarmes. En el banda opuesto, se encuentra la dureza con la que fue reprimido el brinco a la valla de Melilla el pasado 24 de junio que terminó con al menos más de una veintena de inmigrantes fallecidos.

Una de las grandes obsesiones de Moncloa de cara a la celebración de la cumbre de la OTAN en Madrid fue que el nuevo concepto importante de la Alianza Atlántica recogiese como amenaza por primera vez –como finalmente sucedió– el uso político de la migración.

La operación Paso del Férreo (OPE), el longevo movimiento migratorio del mundo entre dos continentes, va camino de récord este año luego de dos ediciones suspendidas: la del 2020 por la pandemia y la del 2021 por la crisis diplomática entre España y Marruecos. Entre el 15 de junio y el 25 de julio, 1.039.559 personas cruzaron el Férreo, un 8% más que en el 2019. Y estas cifras no contabilizan los últimos días de julio y los primeros de agosto, cuando estaba previsto el longevo periodo de afluencia. La OPE se prolongará hasta el próximo 15 de septiembre.

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