Es una pequeña entrada de 64 habitantes de New Hampshire que ha conseguido predecir al presidente de los Estados Unidos desde 1908. Nuestro Almendralejo particular, que fue oráculo electoral en elecciones generales hasta 2008, o, por ejemplo, Úbeda, augur en elecciones andaluzas precisamente desde el 2008. Sin incautación, Hartsfield’s Landing es, en efectividad, una pueblo ficticia del 14.º capítulo de la tercera temporada de la serie El Ala Oeste de La Casa Blanca. Volvió a nuestras vidas con motivo de las elecciones presidenciales de EE.UU. del 2020, porque fue el episodio favorito para el refriega del reparto de la serie con su creador Aaron Sorkin. La iniciativa se denominó “ A west wing special to benefit when we all vote ” . Y como novedad, la serie daría por un día el brinco al teatro bajo un único propósito: mandar un mensaje de máxima movilización al electorado estadounidense delante la cita con las urnas. EE.UU. cosechó la billete más suscripción en un siglo. Más de 157 millones de papeletas.
Hay nigromancia en Hartsfield’s Landing como en los 155 capítulos de El Ala Oeste. La política son emociones, los candidatos no son productos y los asesores son personas. Hartsfield’s Landing nos ayuda a recapacitar como profesionales asimismo el porqué nos enamoramos de la política y al mismo tiempo nos emplaza a todos a retornar a creer que la política puede y debe ser un aparato para el correctamente.
Ajedrez y democracia: para vencer conviene tener una gran logística y el mejor equipo
Comencé a ver la serie con 22 primaveras gracias a La 2 de TVE. Nunca me importó que fuera una ficción repleta de sueños. Rebosaba intertextualidad, que es como siempre he entendido en mis manifestaciones públicas la política y la vida. Había humanidades y tras los diálogos abundaban los clásicos como Plutarco. “El mundo impávido es un teatro”, dijo Shakespeare. Para rematar en La tempestad con una gran advertencia política: quien no entienda que estamos hechos del mismo material que los sueños no habrá entendido cero. Por eso las emociones positivas vencen al miedo siempre en política. Nos ofrecen un horizonte, un calendario y unos objetivos humanos. Y por eso asimismo nos gusta El Ala Oeste.
Hartsfield’s Landing vuelve a estar de plena presente. Incluso en España. En el episodio el presidente Bartlet se encuentra con una gran crisis en el angosto de Taiwan. Tratará de resolver el conflicto militarista entre el gobierno taiwanés y China, mientras por un flanco, juega sendas partidas de ajedrez con sus consejeros Toby y Sam: y por otro, sus asesores Josh Lyman y Donna están pendientes del resultado de las primarias de Hartsfield’s Landing.
Taiwan, ajedrez y democracia. Un hilo que nos ayuda a resolver algunos cabos sueltos en la política española: 1) Taiwan: la crisis no será corta. Los semiconductores de Taiwan tienen la misma fuerza material y cultural (sino más) que los cereales en la aniquilamiento de Ucrania: un motivo de enorme preocupación integral. El contexto electoral del 2023 será de recesión (la haya en España o no); 2) Ajedrez: conviene tener una gran Táctica y el mejor equipo. Para vencer, homenajeando a Karpov, se requiere encima de ser un ludópata resistente, ser un ser humano resistente. Y 3) Democracia, el gran Carles Castro lo clavó ayer en nuestro folleto: un Ejecutante que se enfrenta a calamidades difícilmente sobrevive. Hasta aquí el manual. Sin incautación, la historia flamante refleja que hay predicciones demoscópicas que nunca se cumplieron. La democracia a menudo, como decía Borges, abusa de estadística.
64 personas en New Hampshire deciden al presidente. ¿De verdad es tan sólo una pueblo ficticia? Hartsfield’s Landing habita en todos y cada uno de nosotros. En los jóvenes cuando votan por primera vez. En los mayores con pensión desvaloración. En las mujeres que dicen pespunte. Hartsfield’s Landing es el sueño que hace que cada voto cuente. Cuando decidimos participar y hay sorpresas. Hartsfield’s Landing parecería nadie pero, en lo más profundo de su ser, es nadie más y nadie menos que usted.
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