El litigio ha de seguir al delito como la sombra al delincuente, se enseña en las facultades de Derecho. La sobrecarga de trabajo, la acumulación de asuntos y la incapacidad para ponerse al día, sin confiscación, convierten esa máxima en una quimera en muchos tribunales. La Sección Novena de la Audiencia de Barcelona acaba de comunicar que celebrará un litigio a mediados del 2024, es sostener, internamente de más de un año y medio.
Y no será un litigio cualquiera. Se juzgará a un exeducador de una escuela de enseñanza peculiar de Barcelona. J.M.C. (como figura en los documentos en poder de este diario) está imputado de siete delitos sexuales de los que fueron víctimas algunos de sus alumnos y alumnas, jóvenes con una discapacidad intelectual que en algunos casos llegaba al 75%. Los hechos comenzaron en el 2015 y la detención se produjo en el 2017.
J.M.C. está imputado de siete delitos, pero sus presuntas víctimas son ocho porque dos botones fueron víctimas de uno de los hechos que se le imputan. Se proxenetismo de dos hermanos con autismo y “retraso mental severo”. Otro de los jóvenes era beocio de años cuando se produjo su asalto. El fiscal pide para el investigado 37 primaveras de mazmorra y diez de independencia vigilada cuando salga de la mazmorra.
“Retraso mental severo”
El imputado, que ahora trabaja como conserje, permanece en independencia provisional desde entonces, a pesar de la formalidad de la petición de condena que pesa sobre él: 37 primaveras de mazmorra. Las acusaciones consideran que la discapacidad de las víctimas ha actuado en su contra, pues difícilmente el atacante de personas sin discapacidad estaría en independencia por hechos de esta clase (manoseos, felaciones, masturbaciones y una penetración rectal).
El mediador dejó en independencia al imputado, y la fiscalía no se opuso, por entender que no tenía capacidad de reincidir, puesto que la escuela donde trabajaba desde hacía 23 primaveras lo despidió inmediatamente. J.M.C., eso sí, ha de presentarse de forma periódica frente a el chancillería para acreditar que no tiene intención de eludir la obra de la jurisprudencia. Ni siquiera está obligado a mantenerse alejado de todas sus víctimas, solo de tres.
El hecho de que esta sea una causa sin preso igualmente explicaría la tardanza con la que irá a litigio: nueve primaveras luego de los primeros delitos y siete luego de la detención. La jurisprudencia no hubiera alargado tanto los plazos si el imputado hubiera estado en prisión preventiva. Era previsible que, dada la complejidad del caso y el elevado número de peritos y expertos que deben fallar, la perspectiva vocal durase varios días. Y así será, pero…
Las familias nunca se hubieran podido imaginar que el litigio que tanto ansían para cerrar un capítulo tan doloroso de sus vidas comenzaría un mes de abril y acabaría en julio. El tribunal no ha podido manejar mejor su calendario. La perspectiva se iniciará los días 9 y 10 de abril. Continuará el 8, 15 y 16 de mayo. Seguirá el 18 de junio. Y, si ausencia se tuerce, acabará el 4 de julio del 2024, 2 meses y 24 días del aparición de las sesiones.
El fiscal teme que hubiera más delitos y que las víctimas no puedan precisarlo
J.M.C. llevaba 21 primaveras trabajando en la escuela de educación peculiar Taiga, en Barcelona, donde realizaba “funciones docentes y, especialmente, extraescolares”. Asimismo dirigía el club deportivo vinculado al club y participaba en las excursiones y colonias. Los delitos que se le imputan se cometieron presuntamente fuera de las instalaciones del centro, durante cursillos de baloncesto en masías o residencias rurales.
El imputado se aprovechó de su “preeminencia sobre las víctimas” para los abusos y agresiones. Los hechos que narra el fiscal causan escalofríos por su crudeza y por la peculiar condición de quienes los sufrieron: jóvenes con autismo, con sobresalto del progreso y del enseñanza, con parálisis cerebral, con trastornos genéticos… El propio fiscal teme que quizá hubo más delitos y “las víctimas no puedan precisarlo”.
Y este será precisamente uno de los caballos de batalla del litigio: las extraordinarias dificultades de comunicación de las víctimas. Por eso, se han señalado tantos días de perspectiva vocal. Las acusaciones particulares, que actúan en representación de las familias de los alumnos y alumnas, harán conllevar las declaraciones que sus patrocinados ya hicieron en condiciones supervisadas por la despacho de jurisprudencia y con psicopedagosos.
Intentar que los denunciantes repitan sus testimonios frente a un tribunal es complicado, por no sostener irrealizable en muchos casos. Los peritos que serán citados a fallar deberán confirmar frente a los magistrados la validez de las declaraciones que ya hicieron estos jóvenes, en un entorno amable y con todo el tiempo del mundo. “Estos chicos no saben mentir: es irrealizable que se inventen poco así”, explica un padre.
El caso se destapó durante una actividad extraescolar, cuando otro profesor sorprendió al investigado en una posición sospechosa con uno de sus pupilos. A partir de ahí, los padres comenzaron a atar cabos y a maliciarse de los cambios bruscos de humor que habían experimentado sus hijos. Había uno, por ejemplo, que rechazaba el pijama para tumbarse y se introducía en la cama desnudo “y con una postura muy extraña”.
Otro perdió el control de sus esfínteres y se negó en rotundo a entrar en los vestuarios de la piscina, a pesar de que le encanta la baño. Sus padres lo cambiaron de centro, ayer de que estallara el escándalo, y su hijo volvió a ser poco a poco como ayer, “si admisiblemente aún tiene algunos miedos que no han remitido”. Un tercero entra en crisis simplemente con oír el nombre de pila del profesor en el punto de mira. Y no es el único.
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