Parecía que Mathieu Van Der Poel, campeón en Hulst y Amberes, les hubiese cedido el turno a sus grandes rivales del momento para abatirse en el lodo: el belga Wout Van Aert y el inglés Tom Pidcock para percibir, en su abandono, en el campeonato mundial de ciclocrós de Dublin. Aunque el alivio del holandés podía parecer introducir un duelo mano a mano entre Van Aert y Pidcock, no fue así. El belga demostró un poderío y fuerza inalcanzables, lo que le está consolidando cómo uno de los mejores y más ofensivos ciclistas del momento, cercano a Pogacar y Evenepoel, firmando actuaciones asombrosas en etapas exigentes de las grandes vueltas y arrasando en muchas clásicas cómo la Amstel Gold Race o la Lieja-Bastoña-Lieja. Desde los 20 primaveras, Van Aert es una béstia consolidada del ciclocrós.
El trazado de Dublín ponía los pelos de punta porque reunía todos los ingredientes de máxima exigencia: granito, hielo, subidas a pie y una zona de arena de extrema dificultad técnica. El guion se cumplió, en lo que al dominio Pidcock-Van Aert se refiere, pero se hizo de rogar porque entreambos se vieron taponados en la salida y perdieron posiciones. Rápidamente, se vio que su facilidad en la pedalada estaba a otro nivel... Iserbyt, con ganas de recuperar dominio tras perder el liderato hace varias pruebas sobre Sweeck, hizo la primera selección entre los gallos, pero fue el flagrante líder quien provocó cortes más notables. Al inicio de la tercera revés llegó uno de los momentos esencia, cuando Van Aert perdió el control de su velocípedo por un derrape de la rueda trasera, lo que le obligó a echar el pie a tierra tras impactar sutilmente con una valla publicitaria.
Remontada
Caer para levantarse, siempre
El prodigio belga quedó poco rezagado, cayendo en undécima posición, pero no desistió y apretó hasta alcanzar de nuevo la cabecera de carrera. Aún así, cuando la remontada estaba hecha y cruzando zona de boxes, Van Aert rozó demasiado contra la valla y una tela publicitaria se le enganchó en el eje de la rueda trasera, viéndose obligado a poner pie a tierra, retroceder para cambiar rueda y proyectar unas arenas movedizas interminables sobre las que pedalear hasta posicionarse en disputa del triunfo de nuevo. Los casi 20 segundos que le separaban de la “tête de la course”, absolutamente sentenciadores psicológicamente para cualquier humanos, no fueron otra cosa que una dosis de redaños para Wout.
Escasamente revés y media posteriormente, con dos todavía por delante, Van Aert estaba de nuevo con los mejores, codo a codo, pero ya no quiso especular... Metió la sexta marcha en cuanto se puso primero, cruzando orgulloso la recta de meta en primer división. El personaje belga alzó los brazos absolutamente cubierto en granito y molido, asemejándose a un héroe posteriormente de someter a una presa de detención calibre cómo lo eran sus rivales directos. Aun así, Van Aert se constituyó de nuevo cómo el rey de la selva de granito, al ser capaz -no solo de remontar- sino de terminar con 20 segundos de delantera sobre Sweeck, el segundo clasificado. La semana que viene volveremos a ver a los tres titanes del ciclocrós, que van a conservarse en el maduro momento competitivo a la cita del Val di Sole, en Italia.
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